¿Por qué ministramos en la lengua madre, el idioma de corazón?
En estos últimos meses hemos enfocado los ministerios alrededor del mundo efectuados en la lengua madre, el idioma del corazón. Pero ¿qué queremos decir con esto? ¿Acaso no empleamos nuestro cerebro para alcanzar a otros? ¿No empleamos la lógica cuando hablamos de la obra que efectuó Cristo a favor de la humanidad?
Sí, es cierto, usamos nuestro cerebro y la lógica para comunicar la verdad a personas que no conocen la historia de la obra de Cristo en el Calvario. Sin embargo, tratándose de nuestro entendimiento, hay un nivel que precisa de que se le hable de corazón, nuestro más profundo nivel que sabe responder con el sentir de: “¡Ajá! Ahora sí comprendo”, es decir, nuestro lado emocional. Dios nos habla a nuestro corazón, al centro de nuestras emociones, la parte de nuestro ser que responde con una sonrisa o con lágrimas.
A fin de que todos le conozcan
Es precisamente esto que queremos hacer para los no alcanzados, aquellos que nunca han escuchado la Palabra de Dios en su lengua madre, el idioma que conmueve su corazón, a la vez que da respuesta a las preguntas lógicas de la mente. Por eso trabajamos por años para elaborar una ortografía para el idioma, traducir la Palabra de Dios en el idioma y alfabetizar a grupos de gente anteriormente iletrados. Permítanos darles un ejemplo provienente del Pacífico Asiatico:
Roberto Clark, traductor y consultor de traducción quien sirve a la etnia tugutil dijo, “Ministrar y enseñar en la lengua madre, el idioma de corazón de una persona, es imprescindible para el entendimiento del mensaje [del evangelio]. Hace algunas décadas, muchos misioneros suponían que si la gente entendía un “segundo idioma” [la lengua nacional, por ejemplo], sería mucho más fácil y rápido enseñarles en ese idioma en vez de invertir mucho tiempo y esfuerzo en el aprendizaje de la lengua natural de la etnia.
“Con el transcurrir del tiempo se hizo evidente que en la mayoría de estos casos los oyentes no entendían el segundo idioma en la medida que se suponía. Debido a ello, la comunicación del evangelio y de otras verdades esenciales bíblicas no se entendieron adecuadamente. Un mensaje tan importante como el contenido de las Escrituras merece ser comunicado de la mejor manera posible. Estamos convencidos que esto significa e implica la traducción [de las Escrituras] a la lengua madre, el idioma de corazón de nuestros oyentes”.
¡Se quitó la tapa!
Estaban de visita los parientes de la familia de Gary Smith, un misionero que trabajaba en tierra de la gente dinangat en Papúa Nueva Guinea. Según escribió un miembro de la familia visitante, “Estuvimos por cenar con uno de los ancianos dinangat y su familia en su humilde choza. Antes de comer, él nos contaba el testimonio de su vida antes de que ellos escucharan el evangelio. Muchos años atrás algunas personas intentaron hablarles de Cristo sin tener ningún conocimiento de su idioma y cultura. Dijo que fue como si alguien les hubiera servido una comida en un plato hondo con tapa, pero sin quitar la cobertura. Consecuentemente, no lograron consumir el contenido porque no entendían lo que los misioneros les decían. Pero dijo que ahora los misioneros actuales por fin pudieron abrir la tapa y compartir con ellos el evangelio en su propio idioma. (Escuchar el mensaje en su propia lengua fue la clave que abrió su entendimiento.) Ahora han ingerido el evangelio y están saciados de la vida eterna”.
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