18 de abril, 2019
¡Ese pequeño y solapado kufu kufu!
Después de veinticuatro horas de haber aterrizado en la zona remota donde vivíamos, me preguntaba si realmente iba a ser provechoso que me quedara durante las dos semanas programadas –o si sería mejor que llamara al piloto y le pidiera que viniera y me llevara de vuelta a la civilización. Había venido al interior para realizar un chequeo de comprensión muy importante en mi traducción del libro de Hechos, pero hasta ahora parecía que ningún hablante nativo iba a estar disponible para ayudarme durante unos días, y lo peor, estaba empezando a sentirme mal otra vez, al igual que el año pasado en el mismo lugar. En la última visita estuve enfermo con un resfriado fuerte y tos durante la mayor parte de mi estadía, y cuando regresé a Estados Unidos se estaba convirtiendo en bronquitis, lo que me mantuvo deprimido durante aproximadamente dos semanas; ¡desde luego, no quería repetir esa experiencia!
Entonces, al día siguiente, estaba hablando con un creyente que vive en esa aldea y él mencionó que a veces tiene el mismo problema en algunas de las casas de ellos. En ese momento comenzamos a buscar dentro de la casa en la que me estaba quedando, y notamos algo que estaba pegado a la superficie de las paredes y el techo, un crecimiento llamado ‘kufu-kufu’ en el idioma local. Para abreviar la historia, kufu-kufu son básicamente viejas telarañas que han atraído una variedad de moho, hongos, polen y/o polvo. Se camuflan bien en las superficies de madera contrachapada que no ha sido pintada, así que no son perceptibles a simple vista; pero ciertamente fueron detectados por mi nariz y mis pulmones, pues enseguida comencé a sentir congestión en mi pecho. Entonces, usando mi camisa como una máscara sobre mi nariz y mi boca, barrí las mallas de las ventanas y la puerta, las paredes y el techo, y después de un par de horas volví a respirar con facilidad.
Al reflexionar sobre esa experiencia en los días siguientes, me di cuenta de lo fácil que es para el engañador usar cosas pequeñas como el pequeño y solapado kufu-kufu, a menudo en combinación con otros desafíos, para tratar de desanimarnos y evitar que hagamos la obra a la que el Señor nos ha llamado. Afortunadamente, el mismo día que hice una limpieza a fondo de la casa, muchas de las personas que normalmente me ayudan con los chequeos de comprensión regresaron a la aldea, y ¡desde ese día en adelante pude trabajar a tiempo completo con mis hermanos en la fe para terminar de revisar todos los 1.007 versículos del libro de Hechos!
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar –1 Cor. 10:13.
Totalmente desconectado
Durante las dos semanas que estuve revisando mi traducción de Hechos con los creyentes de la etnia tugutil, tuve la oportunidad de vivir la vida ‘desconectada’, al igual que Debbie y yo hicimos cuando vivimos allí hace más de dos décadas. Todavía no hay servicio de telefonía celular en la aldea, no hay acueducto, y no hay electricidad, excepto la que producen los pocos generadores de propiedad privada. Un vecino tuvo la amabilidad de permitirme conectar un cable para que yo pudiera tener electricidad durante aproximadamente dos horas y media cada noche –suficiente para mantener cargado mi computador portátil, con el fin de ingresar las correcciones hechas a la traducción de Hechos. Todas las tardes, alrededor de las cinco, me ponía el traje de baño, echaba mi ropa sucia en un balde con un poco de detergente en polvo, y también jabón y champú, y me dirigía al río para bañarme y lavar la ropa. De vez en cuando el río se inundaba como resultado de la lluvia en las montañas, lo cual lo hacía demasiado torrentoso y fangoso para ser usado. En esas ocasiones tenía que recurrir a mi plan de emergencia para bañarme, lo que significaba abrir el paquete de toallitas húmedas antibacterianas. No era tan refrescante como un chapuzón en el río, pero con las altas temperaturas de aproximadamente 33 grados todos los días, ¡tenía que asearme de alguna manera!
Después de terminar el trabajo que necesitaba mi traducción, viajé a otra provincia y viajé por tierra durante aproximadamente ocho horas para realizar una revisión de consultor a la traducción para otro grupo lingüístico, la etnia sekadau. El viaje me llevó por la misma ruta que hace dos años, lo que me impulsó a escribir sobre mi “Aventura de Motocross Inesperada”. Afortunadamente, algunos de los senderos para motocicleta habían mejorado significativamente desde mi última visita, por lo que no experimenté tanto el “efecto de nudillos blancos” en esta ocasión.
La gente de allí vive en un bosque tropical que tiene muchos árboles de caucho, y la recolección del látex que se usa para elaborar varios productos de caucho les proporciona algunos ingresos necesarios.
Cuatro hablantes nativos del idioma sekadau, que también eran hermanos en la fe, trabajaron conmigo y con el equipo misionero durante aproximadamente dos semanas para revisar su traducción del evangelio de Juan, 1 Corintios y 2 Tesalonicenses. Ahora que esos tres libros han sido aprobados para ser imprimidos, tienen casi el 50% del Nuevo Testamento en idioma sekadau completo y listo para ser usado por la pequeña iglesia local que se reúne allí en la selva.
Peticiones de oración
- Oren para que podamos completar la revisión final del consultor del Nuevo Testamento en idioma tugutil más adelante en este año, y que luego tengamos sabiduría cuando comencemos la edición final antes de imprimir todo el N.T., ¡lo cual esperamos que sea el próximo año!
- Oren para que las porciones de las Escrituras recientemente traducidas en Sekadau y otros lugares sean de mucho aliento y una fuente de crecimiento para los creyentes locales.
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