30 de octubre, 2018
Imagínense esto: trabajar durante años con la meta de llevar la verdad a un grupo étnico específico. Imagínense tomar una capacitación de dos años, pasar años aprendiendo el francés, ayudar con la evaluación para hallar el grupo étnico con el que uno va a trabajar, trasladarse para vivir cerca y aprender la segunda lengua franca de la zona, construir una casa en la aldea y finalmente prepararse para mudarse y aprender el idioma de la gente. Luego, imaginen que uno recibe la noticia de que debido a problemas de seguridad no puede mudarse.
Esta era la realidad de la familia que estábamos visitando, pero para ser honesta esta es apenas una pizca de su historia. Hacía un tiempo que habíamos planeado visitar a esta familia, pero originalmente la visita era para ayudarlos mientras se mudaban a la aldea y comenzaban a aprender el idioma; ahora el enfoque de nuestro viaje había cambiado porque había llegado la noticia de que no se podían mudar. Íbamos a visitarlos porque era un momento doloroso y no queríamos que estuvieran solos; íbamos a visitarlos porque queríamos seguir avanzando en el trabajo de evaluar la situación de seguridad; íbamos a visitarlos para ayudar con la comunicación con los ancianos de su aldea en cuanto a por qué ellos se habían demorado en llegar; íbamos a visitarlos para ayudarlos a pensar qué harían mientras esperan el visto bueno para entrar a la aldea.
En muchos sentidos era un viaje difícil porque es difícil ver a otras personas afligidas; tampoco teníamos todas las respuestas y solo podíamos ayudarlos a considerar ideas. Sin embargo, en otros aspectos iba a ser un viaje muy bueno. Habíamos estado en contacto con ellos por teléfono, pero estar cara a cara iba a ser mucho mejor. Dios hizo posible que lleváramos a nuestros hijos, lo cual haría mucho más divertida la visita que si fuéramos nosotros solos. Ellos pudieron hacer un viaje hasta su aldea mientras yo me quedé para jugar con los niños. Los momentos libres los usamos para hablar, discurrir y orar.
Todavía hay preguntas que necesitan respuestas, pero fue un comienzo; todavía hay que tratar el dolor, pero eso llevará tiempo; todavía hay mucho que aprender debido a que los problemas de seguridad se están convirtiendo más y más en una realidad para nuestro campo de misión, pero seguimos adelante. Este viaje fue un comienzo, un paso en el camino, y un recordatorio de la importancia de recorrer juntos la senda, como parte del Cuerpo de Cristo.
Nuestro viaje en imágenes
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