3 de mayo, 2017
Normalmente no soy una persona muy emotiva. Por supuesto, comparto el rango básico de emociones que tienen los demás: alegría, tristeza, enojo, hambre*, etc., pero nunca me he distinguido por la efusividad y las lágrimas. La idea de llorar, en especial, no me entusiasma mucho. Conmocionarse uno a tal punto que comience a dejar escapar de manera incontrolada fluidos corporales me parece un poco exagerado, ¿no crees?
Bueno, parece que voy a tener que someterme a un examen de mis niveles de estrógeno, o algo así, porque durante los últimos dos días he estado a punto de perder el control de mis emociones en más de una ocasión. En mi defensa, sin embargo, debo decir que al ver de primera mano cómo el entendimiento de las personas se abre para apreciar las profundidades del amor de Cristo por ellas, y al oírlos expresar, por primera vez, su increíble asombro y gratitud… ¡Hombre! ¿qué otra cosa podía yo hacer sino llorar?
Los iskis de nuestra aldea escucharon cuatro horas de enseñanza ayer en la mañana, culminando de manera eficaz los últimos tres meses y medio de lecciones bíblicas cronológicas diarias que nuestro equipo había estado presentando. En esas cuatro horas escucharon sobre la muerte, sepultura y resurrección de Cristo. Oyeron cómo esos acontecimientos fueron la culminación de todas las promesas de Dios con respecto a su pecado y su necesidad de un Salvador. Escucharon cómo el pago que ofreció Cristo satisfizo completamente el juicio de Dios sobre el pecado y les ofreció vida nueva en Él. Y luego, más adelante en esa tarde, volvieron a escuchar todo (de manera voluntaria), por medio de las grabaciones digitales de las lecciones de la mañana.
Durante todo el día de ayer la aldea estuvo bastante apagada; en realidad todo lo contrario a un ambiente de plenitud. Y en esta mañana, después de enseñar una corta lección sobre cómo Cristo regresó al cielo, prometiendo volver otra vez, dimos la oportunidad para que la comunidad se expresara. Lo que siguió fue impresionante; no estoy seguro de haber oído alguna vez interpretaciones más hermosas de lo que es entender la gracia por primera vez:
“Creo que esto es cierto. Yo era pecador desde que nací; nací en el clan de Satanás. Ayer escuché la historia del Salvador que murió por mí, y la creí. Jesús murió y le dijo a Su Padre: ‘¿Por qué me has desamparado?’ Yo entiendo lo que significa eso, y he sido sanado de mi pecado”. –Makoleta
“Dios sufrió y llevó mi dolor. Antes, escuchamos la historia de Jesús sanando al hombre ciego. Yo estaba ciego, pero ayer mis ojos fueron abiertos”. –Rudolph
“Hemos escuchado las historias y que estamos separados de Dios. Juan el Bautista, cuando vio a Jesús, dijo “He aquí el Cordero de Dios”. Ayer escuchamos la historia del Salvador que murió por nosotros. Fue algo grande para mí. Dios tuvo misericordia de nosotros y descendió del cielo para salvarnos. Él llevó nuestro pecado, Él llevó MÍ pecado; fue separado de Dios por mí” –Avara
“Si no creo, la separación entre Dios y yo permanecerá cuando muera, pero creo que esta enseñanza es verdadera y que soy salvo”. –Greg
“Oí la historia del Salvador que murió por mí. Dios es amor y envió a Su Hijo para salvarnos, para salvarme. Entendí que Dios murió por mí; Dios envió a Jesús para salvar a Boni. Dios me rescató del clan de Satanás”. –Boni
“Esto es cierto para mí, el Salvador vino, como un cordero sin mancha murió por mí”. –Bnaga
“Esta enseñanza que hemos oído desde el principio, que Dios enviaría un Salvador, ahora la entiendo. Él sufrió y murió por mí; yo creo eso, me parece maravilloso. La muerte y la resurrección de Jesús, si uno las cree, estará bien, y yo las creo”. –Tobías
“Esto es grande. No voy a hacer ninguna obra para salvarme. Me esconderé bajo la sangre del Salvador”. –Alvis
“Antes, yo trataba de ir a Dios con mi propia fuerza. Antes, no podía poner fin a mis propios pecados; trataba, pero no podía. Era como un cerdo ciego en la cerca del cerdo. Desde que mi madre me dio a luz, no podía hacer nada bueno, solamente lo malo. Estaba en la cerca del cerdo, y ustedes los misioneros estaban fuera de la cerca. Durante un tiempo pensé que ustedes serían los que nos sacarían. Pero ahora entiendo que solo hay un camino, y que es Jesús el que nos salva. Escuché la historia de Adán y del Salvador prometido; escuché que Jesús sufrió y murió por mí. Él me sacó de esa cerca, Él llevó mi pecado y me puso en su buena cerca, y el mal olor se ha terminado. Ahora soy limpio a los ojos de Dios. Ahora la puerta del camino que lleva a Dios está abierta, ¡y puedo ir a Él!” –Priska
“Estoy muy agradecida con sus familias, con sus padres que los enviaron a ustedes con sus hijos, con sus nietos. Si ellos no los hubieran ayudado a ustedes y no los hubieran enviado, nosotros no habríamos oído esta enseñanza, pero lo hicieron. Ahora todos formamos un solo clan: el clan de Dios. Todos somos hermanos y hermanas, y veremos a las familias de ustedes en el cielo. Antes adorábamos a Satanás, ¡ahora queremos adorar a Dios solamente!” –Cecilia
Si tus ojos están secos después de leer todo esto, entonces eres un robot.
Por favor, ¡únete a nosotros en acciones de gracias a Dios por el milagro que ha hecho en los corazones de nuestros queridos amigos iskis! Alrededor del trono de la gracia habrá otro idioma representado, ¡cantando interminables alabanzas al Dios que dejó todo para darles vida nueva!
La iglesia iski ha nacido, ¡y es hermoso!**
* Para mí, el hambre tiene su propia categoría especial de “puerta de entrada a las emociones”; si quieres verme siendo irracionalmente difícil de tratar, lo único que se necesitará será privarme de algunas comidas.
** Oh, no, aquí voy de nuevo, ahogando lágrimas de alegría. Creo que necesito ir a comer carne roja y hacer algo varonil…
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