10 de junio, 2017
Recientemente, mientras leía el famoso capítulo del amor en 1 Corintios, me di cuenta de que, debido a la familiaridad de las palabras, simplemente estaban resbalando sobre mí sin sentido. Decidí tomar cada versículo y pensar en lo que significaría para mí vivir esas palabras; lo que sigue es el resultado de esas reflexiones. Este escrito no pretende ser una paráfrasis o incluso un comentario; es una reacción personal y algo con lo que Dios me está desafiando. Tuve la oportunidad de compartir estas ideas en nuestra conferencia del campo misionero, y muchos me pidieron las notas después, por eso decidí publicarlas aquí. Espero que estas ideas te reten a pensar en lo que significa el amor en tu propia vida.
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Así de importante es el amor:
Si pudiera hablar el nahuatl a la perfección, y pudiera recitar los veinticuatro verbos-sílabas sin interrupción, y pudiera decir trabalenguas como “tishkitskiliski”, y pudiera impresionar a mi ayudante de idioma con mi agudeza mental y mi buen oído, pero no la amo a ella, entonces sonaría como alguien que mastica su chicle con la boca abierta o que desliza sus uñas por la pizarra; sería mejor si me callara.
Si tuviera el tipo de discernimiento que viene de Dios y pudiera comprender los misterios profundos de la fe, y no tengo amor, entonces esa sabiduría impresionante no vale nada.
Si tuviera la fe suficiente para decirle a la gente de Las Moras que Dios es el que envía la lluvia, durante la peor sequía de los años, y si me atreviera a decirle a la mujer cuya mano estoy sosteniendo —de la cual estoy bastante segura de que va a morir— que Dios puede sanarla… si mi fe fuera así de impresionante, pero no amo a aquella cuya mano estoy sosteniendo, eso hace que mis palabras carezcan de valor; eso me convierte en nada.
Si fuera lo suficientemente generosa como para darles el pan que acabo de sacar del horno a unos niños que vinieron a visitar, pero no los amé mientras les pasaba rebanadas, es algo inútil. O aún más duro, si fuera lo suficientemente generosa como para dar cinco horas de mi tiempo con el fin de ayudar a mi vecina a enjarrar (repellar las paredes) su casa, pero no la amé mientras trabajaba, entonces no soy mejor que si le hubiera cerrado la puerta en su cara o hubiera guardado mis cosas en graneros como el hombre rico.
Si no me preocupara por mí y estuviera dispuesta a morir en un accidente de camión al lado de la carretera de la montaña, o en una lluvia de balazos de un tipo borracho cerca de nuestra casa, o en una transacción de narcos que salga mal… todo por amor del Evangelio, pero no amo a la gente que necesita el Evangelio, entonces mi muerte sería inútil.
Así de importante es el amor. Ahora permítanme dar unos ejemplos de cómo es el amor:
El amor se pone feliz de ver al cuarto visitante en la puerta, incluso antes de haber tomado tu primer café. El amor se siente feliz de ver al séptimo visitante que llega justo durante el almuerzo. Y al decimoséptimo que llega justo a la hora de la cena. El amor ciertamente no rezonga con exasperación a la misma persona que vuelve tres veces seguidas, porque en cada ocasión olvida pedir un pequeño favor; después de todo, el amor es paciente.
El amor no se burla interiormente de las personas que son socialmente molestas, y el amor ciertamente no hace chistes acerca de ellos con sus amigos. El amor no es tonto; el amor es amable.
El amor no envidia cuando los compañeros de trabajo tienen mejor apoyo económico o artefactos más chéveres, o iglesias que se interesan más por ellos. El amor no es lo suficientemente mezquino como para disgustarse cuando alguien saca un puntaje mayor en una evaluación del idioma. El amor no olvida que todos somos hermanos y que sus victorias son una victoria para la familia. El amor no tiene envidia.
El amor no tiene una opinión alta de sí mismo; no considera ningún trabajo insignificante, ni siquiera lavar los platos. El amor no deja que me considere tan indispensable para el equipo que me cause preocupación pensar en cómo seguirían sin mí. Si me creo necesario, entonces no he entendido cuál es la fuente de mi fuerza. El amor nunca actuaría de esa manera porque el amor no es arrogante ni jactancioso.
El amor no permite que el sarcasmo dé golpes bajos. No habla mal de sus compañeros de trabajo con otros; no se exaspera con su madre, aunque sea un hijo adulto. Después de todo, estas cosas no son halagadoras para aquellos que llevan el nombre de Cristo; y el amor no es impropio.
El amor no se pone tenso respecto a si logró hacer lo que quería en la internet antes de que todos los demás consumieran el límite diario; ciertamente no sería así de egoísta. El amor no trata de impresionar a la gente (ni siquiera a quienes apoyan su ministerio) ni de manipular las circunstancias a su favor; no, el amor no busca lo suyo.
Al amor no le importa si le tocó sacar la basura las últimas diez veces seguidas; lo hará felizmente la siguiente vez. El amor no repara en que siempre es el que pide perdón en una relación y se pregunta por qué la otra persona nunca siente esa necesidad. El amor sabe que esas hojas mentales de la cuenta son la muerte de la comunión. Es imposible enfadar al amor porque este no se deja provocar.
El amor supone lo mejor de los comentarios de sus compañeros de trabajo; aún más, si ese compañero hizo ese comentario con INTENCIONES negativas, no importa, porque el amor no presta atención a esas cosas. El amor no toma en cuenta un mal sufrido.
El amor no hace bromas crudas o comentarios desagradables. No halla placer en los chismes, ni siquiera con aquellos que se etiquetan como peticiones de oración. El amor no puede disfrutar oyendo eso porque no se goza de la injusticia.
El amor no se molesta al ser criticado. Aprecia las heridas del que ama, sin importar lo difícil que sea oír, porque el amor siempre elogia la verdad.
El amor no se da el lujo de salirse de sus casillas; reacciona con calma cuando la ahijada pide el quinto favor en igual número de días; el amor todo lo soporta.
El amor se somete con calma en todas las circunstancias porque confía en que todo de la mano de Dios es bueno; el amor todo lo cree.
El amor no da por perdido ningún caso. De hecho, tiene la confianza de que incluso Pancha, la persona más dura, más terca y más manipuladora de Las Moras, será salva. Y ciertamente el amor no se olvida de orar por ella, esperando recibirla pronto en la Familia; el amor todo lo espera.
Para el amor está bien estar enfermo, incluso durante mucho tiempo. El amor ciertamente no se irrita cuando no se siente tan fuerte, ni tan inteligente ni tan capaz; recuerda que la Fuente es fuerte, completa, sabia y poderosamente capaz; el amor todo lo soporta.
Esto resume lo asombroso del amor: nunca deja de ser. Escuchen, los otros buenos dones que Dios nos ha dado aquí en la tierra para servirle y glorificarle, algún día serán inútiles. Ya no habrá razón para profetizar, porque el futuro habrá llegado. No habrá necesidad de conocimiento, o por lo menos del conocimiento que tenemos ahora, porque es solo parcial y será remplazado por un tipo de entendimiento más perfecto.
Pensemos en cómo era cuando éramos niños; teníamos nuestros deseos, nuestros pensamientos y nuestras conversaciones inmaduras, pero cuando crecimos, hicimos todas esas cosas a un lado. Así será cuando estemos viviendo a tiempo completo con el Padre. Las cosas que pensábamos que veíamos claramente, se verán completamente diferentes. Las cosas que pensábamos que sabíamos, serán entendidas de otra manera. En efecto, nosotros mismos conoceremos el gozo de finalmente ser entendidos completamente por primera vez.
Así que aquí hay un ejemplo de cómo afectará el futuro tres cosas buenas: la fe, la esperanza y el amor. La fe será inútil porque las cosas en que estábamos confiando, sin verlas, serán completa e innegablemente expuestas ante nuestros ojos. La esperanza será innecesaria porque las cosas que anhelábamos y esperábamos que sucedieran, realmente ocurrirán; pero el amor permanecerá. Será un tipo diferente de amor que nunca hemos conocido porque no será atascado por todo el pecado, el egoísmo y otra basura que lo empaña aquí, pero no terminará, no fallará, no decepcionará; el amor es eterno. El amor es necesario en cada don y talento; en realidad esta es la parte de lo que hacemos que cambia la madera, el heno y la hojarasca de “obras” en el oro del verdadero servicio.
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