17 de octubre, 2017
Probablemente todos hayamos pisado un palo y lo hayamos partido en dos con nuestro pie en algún momento de nuestras vidas. No es gran cosa. …Pero tratemos de partir un palo en dos con los pies descalzos y esto producirá una experiencia desgarradora. –¿Quién haría algo así?
Ahora consideremos partir un trozo de bambú de seis centímetros de diámetro con los pies descalzos y estaremos ante un peligro real, aunque no es considerado peligroso por los miembros experimentados de una tribu, como aquellos con los que vivimos en la selva de Papúa Nueva Guinea.
Un día, hace algunos años, una joven de nuestra aldea cruzó la montaña detrás de nuestra casa para cuidar el huerto, como de costumbre. Siendo una práctica común, rompió con su pie descalzo un trozo de bambú para usarlo como un recipiente de cocina. Accidentalmente una astilla del bambú le rebanó dos tercios de un dedo del pie; en mi opinión ese es un corte muy grave.
La joven tomó medidas tradicionales y ató una hoja alrededor de la herida con un pedazo de bejuco, luego hizo la caminata de dos horas de regreso a la aldea. Imaginen lo que significa andar por senderos llenos de barro con semejante herida; cruzando ríos, subiendo y bajando riscos altos con los pies descalzos, y al mismo tiempo cargando una bolsa de cuerda llena con productos del huerto; la vida de estas personas no es un paseo.
Este incidente ocurrió el martes, pero no nos enteramos de ello hasta que era demasiado tarde, el sábado por la tarde. La joven murió. ¿Murió? Sí, murió por un corte en el dedo de su pie.
Si esta mujer hubiera venido a nuestra clínica, podríamos haber limpiado, suturado y vendado su herida. Pero nos informaron demasiado tarde, de lo contrario, hubiéramos ido hasta su casa para brindarle atención. Ella murió porque pensó que iba a estar bien.
¿Cuántas personas conocemos, cada uno de nosotros, que tienen la misma actitud hacia su destino eterno? –Que ‘van a estar bien’ La vida es frágil; nunca sabemos qué nos puede deparar. Nos dolemos por aquellos que se oponen abiertamente a su bienestar espiritual, y con mayor razón por aquellos que no tienen la oportunidad de escuchar acerca de Jesús.
Nuestra motivación para movilizar en el frente interno obreros para la Cosecha, tiene que ver con el destino de las almas perdidas, que de lo contrario perecerán por la eternidad si no les llevamos el Evangelio. Es con este fin que servimos, para desafiar al pueblo de Dios con la tarea en cuestión.
Una vida por un dedo del pie.
¿Cuántas personas del mundo pasan a la eternidad por un asunto tan trivial? ¿Cuántos perecerán sin nunca haber oído hablar de Jesús? Eso nos hace reflexionar sobre lo afortunados que somos de tener el Evangelio, biblias, iglesias …recursos cristianos, cuando hay quienes perecen sin esperanza y sin Cristo. Es por eso que los necesitamos a ustedes, nuestros compañeros de oración y donadores financieros, para que nos ayuden a rescatar a los que perecen.
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