31 de julio, 2017
Lo más destacado de mi viaje de verano fue tener la oportunidad de compartir con otro grupo étnico que ha sido alcanzado con el mensaje del Evangelio; ¡qué privilegio!
Durante años, el pueblo iski de Papúa Nueva Guinea mezcló creencias animistas con religiones occidentales mal entendidas, tratando de hacer las cosas correctas para pagar sus pecados y salvarse a sí mismos.
Pero eso no había funcionado.
“No hemos cambiado”, dijeron ellos. “Luchamos y peleamos igual que antes. Robamos, engañamos, nos acostamos con cualquiera, golpeamos a nuestras esposas y a nuestros hijos; hemos hecho todo lo que nos dijeron que hiciéramos, pero todavía somos controlados por nuestro deseo de hacer cosas malas”.
Después de enterarse de que una tribu vecina había sido cambiada radicalmente después de que los misioneros compartieran el Hablar de Dios con ellos, un grupo de 300 iskis tomó una decisión sin precedentes y contracultural. Se trasladaron a una pequeña aldea en un valle pantanoso, cerca de sus vecinos, y pidieron a los misioneros que fueran a enseñarles.
¡Y los misioneros fueron!
Cuando los misioneros enseñaron lecciones bíblicas cronológicas y fundamentales, las verdades de la Palabra de Dios atravesaron las tinieblas de los iskis y les dieron nuevos testimonios. Permítanme compartir unos pocos con ustedes:
“Para mí es cierto, el Salvador vino, y el Cordero sin mancha murió por mí”. —Bnaga
“Dios sufrió y llevó mi dolor. Antes, oíamos la historia de Jesús sanando al hombre ciego, pero ayer mis ojos fueron abiertos”. —Rudolph
“Esto es grandioso. No voy a hacer ninguna obra para salvarme. Me refugiaré bajo la sangre del Salvador”. —lvis
Y me encanta este otro:
“Estoy muy agradecido con sus familias, con sus padres, que los enviaron a ustedes [los misioneros] con sus hijos, con sus nietos. Si ellos no los hubieran ayudado y enviado, nosotros no habríamos escuchado esta enseñanza, pero lo hicieron. Ahora todos somos miembros de un clan: el clan de Dios. Todos somos hermanos y hermanas, y veremos a sus familias en el cielo”. —Cecilia
Gracias por asociarse conmigo con el propósito de que los grupos étnicos no alcanzados de todo el mundo sean alcanzados con el Evangelio.
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