28 de septiembre, 2016
El aprendizaje es una experiencia de humildad: te muestra lo mucho que necesitas crecer; y ser misionero es un trabajo de constante aprendizaje, evaluando constantemente lo que pensabas que sabías, y viendo las cosas desde una nueva perspectiva, o por lo menos con un nuevo marco de referencia; si dejas de aprender, dejas de ser eficaz.
La única razón por la que aprendemos la lengua y la cultura de la gente es para poder aprender a ver la vida a través de sus ojos, y ver el mundo como ellos lo ven. Empezamos con el mundo material visible, y nos abrimos camino a través de las relaciones sociales y económicas, los valores, y finalmente llegamos al sistema de creencias invisible. El aprendizaje de esto nos convierte en maestros más eficaces porque cuando no se conoce la cosmovisión de la gente, cómo ven ellos el mundo, van a surgir problemas, y probablemente el misionero será el último en saberlo.
NTM hace un buen trabajo al capacitar a las personas en los institutos bíblicos y en el Centro de Capacitación Misionera para cosas que tendrán que afrontar en el campo. (Puedes saber más sobre los institutos bíblicos: EN COLOMBIA y: EN MÉXICO). Y continúan capacitándolas, incluso después que están en el campo, con orientación y programas de aprendizaje del idioma nacional. Pero esto no para allí, hay talleres para capacitar en el campo y para compartir conocimientos sobre lo que funciona y lo que no. Y hay un buen programa de consultoría, de otras personas que son aprendices de por vida y que van delante de nosotros en la misma senda.
Pero para ser misionero se requiere algo más que la suma de nuestra capacitación. Es necesario tener una actitud constante de aprendiz. Y el mejor lugar para aprender es estar sentado a los pies de Jesús. Él nos ha prometido una vida de oportunidades para crecer en nuestro andar diario con Él, para ser más como Él. Y podemos decir por experiencia personal que tenemos muchas oportunidades en el campo misionero para seguir aprendiendo.
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