15 de mayo, 2021
Hace dos años, conocimos a los esposos Robyn y Levi Lenz, misioneros de Ethnos360, durante un domingo de misiones en una iglesia apoyadora. Ellos acababan de regresar de Papúa Nueva Guinea para tomar una licencia, y nosotros nos estábamos preparando para ir al extranjero a… bueno, aún no sabíamos a dónde, pero esperábamos que fuera a PNG.
Ese domingo ellos hablaron sobre la iglesia incipiente que habían ayudado a plantar en la etnia wahgi del norte y del Nuevo Testamento casi terminado en ese idioma tribal. Tomamos un estuche para lápices y un imán como recordatorios de oración y para ayudar a financiar la impresión de la Biblia. Aunque fue un breve encuentro, y no puedo recordar ninguno de los nombres o historias que compartieron, su amor evidente por la gente wahgi del norte y por la nueva iglesia causó una gran impresión.
En febrero, menos de dos meses después de haber llegado nuestra familia a Papúa Nueva Guinea para servir con el departamento de aviación de Ethnos360, nos ofrecieron la oportunidad de viajar con Daniel Hulley, el compañero de trabajo de los Lenz, a Wahgi del norte para tomar una “orientación selvática” de diez días.
El propósito principal de acompañar a Daniel era conocer mejor la cultura de PNG y la lengua franca melanesia al salir del centro de apoyo misionero donde residimos para sumergirnos en la vida de la aldea durante un tiempo. ¡La oportunidad de ver de primera mano uno de los ministerios tribales por los que hemos orado y que ahora apoyaremos directamente no podíamos desaprovecharla!
El día de nuestra partida comenzó con un viaje en furgoneta a las 6:45 a.m. hasta el aeropuerto. Nuestro corto vuelo de 25 minutos hasta otra capital provincial le dio a Jeff la oportunidad de tener un tiempo de observación desde la cabina. Cuando llegamos allí, cargamos las cosas en un vehículo todoterreno, pasamos por los mercados y supermercados para comprar comida para nuestra estadía en la aldea, y continuamos casi durante dos horas sobre carreteras en mal estado.
Algunos vecinos y un perro muy emocionado nos recibieron cuando entramos en un patio cercado que rodeaba tres casas. Nos alojamos en la tercera, la casa de un antiguo misionero, la cual era mantenida como casa de huéspedes. Con un sistema de agua alimentado por agua lluvia, una estufa de gas, una nevera y algunas luces alimentadas por baterías cargadas con energía solar, no podíamos decir que estábamos sufriendo por falta de comodidades, a pesar de estar completamente fuera de la red de servicios públicos urbanos.
Durante los siguientes ocho días nos reuníamos con la gente de la iglesia y pasábamos todo el tiempo que podíamos con ellos: visitando sus hogares, ayudando en sus huertos, aprendiendo de ellos cómo pescan, crían cerdos y cocinan, y simplemente pasando ratos en el porche y contando historias.
Una mañana caminamos hasta un hermoso claro junto al río y aprendimos a preparar un banquete mumu tradicional –batatas, plátanos, carne y verduras envueltos en hojas de plátano y cocinados (a veces al vapor) sobre piedras calientes.
Otro día fuimos invitados a una ceremonia y celebración del nombramiento del bebé de una pareja joven de la iglesia. Fue algo muy especial por el hecho de que escogieron el nombre Daniel, en honor del señor Hulley.
A pesar de estar rodeados por la hermosa creación de Dios, estábamos muy conscientes de que el paraíso de las tierras altas en que nos encontrábamos no era el Edén. Durante nuestra corta estadía fuimos testigos de muchos efectos de la Caída y las consecuencias del pecado: El duro trabajo diario y los desafíos de vivir de la tierra; mordeduras de cerdos y enfermedades no diagnosticadas; poligamia y abusos en el interior de las familias; historias de guerras tribales y la agitación social causada por la adicción al alcohol, las drogas y los juegos de azar.
El deseo de compartir el ofrecimiento de Dios de perdón y vida nueva, abundante y eterna a través de Cristo es lo que llevó a las familias Lenz y Hulley a establecer su hogar en Wahgi del norte hace catorce años. Después de aprender el idioma y la cultura de esta etnia, enseñaron desde Génesis hasta Apocalipsis y proclamaron la gran historia del plan redentor de Dios.
¡La mejor parte de nuestro viaje fue oír testimonios de creyentes cuyas vidas han sido cambiadas por su entendimiento de la obra redentora de Cristo, y unirnos a ellos para adorar y estudiar la Biblia! Algunos que vienen de ambientes hedonistas y que no se preocupaban por Dios, y otros que confiaban en sus obras religiosas para ganarse el favor de Dios, ahora descansan en la muerte y resurrección de Cristo como el medio de su salvación.
Ahora la preocupación principal del equipo misionero es el discipulado de la iglesia en desarrollo y completar la traducción de la Biblia en el idioma local. ¡Solo les falta un libro para terminar el Nuevo Testamento!
La santificación es un proceso, pero el Espíritu Santo está obrando en el corazón de los creyentes a medida que crecen en su conocimiento de la Palabra de Dios. Los miembros de la iglesia están aprendiendo a animarse unos a otros y a funcionar como un Cuerpo, continuando el programa de alfabetización y la enseñanza de la Biblia ellos mismos. Recientemente también comenzaron a enseñar en una aldea vecina, la cual pudo visitar Jeff durante nuestra estadía. Nuestra oración es que Dios levante líderes locales calificados que puedan pastorear la iglesia.
La noche antes de irnos, cerca de una docena de nosotros nos reunimos detrás de la edificación de la iglesia para disfrutar de una última comida y un tiempo de compañerismo. Mientras observaba a una señora que estaba sentada frente a mí en el piso de paja, con las piernas cruzadas y tejiendo una bilum, y escuchando que tenía la esperanza de venderla para pagar su viaje a un próximo retiro de Pascua para damas, me sentí muy desilusionada porque no estaría cerca para ver la bolsa terminada o para asistir al evento con ella. A pesar de que teníamos que irnos otra vez, sabía que los recuerdos de nuestro tiempo juntos y las huellas que dejaron en nuestros corazones no se borrarían pronto.
Mientras volamos, viajamos en carro y caminamos una milla en los zapatos de los plantadores de iglesias, adquirimos una mejor comprensión de las luchas y alegrías que ellos experimentan, y un reconocimiento a su perseverancia y dependencia del Señor. Al codearnos con los creyentes, fuimos animados por su fe y muy bendecidos por su afán de ayudarnos a adaptarnos a PNG y a prepararnos para el ministerio aquí.
¡Alabamos a Dios por la obra que está haciendo en Wahgi del norte! ¡Le agradecemos el privilegio que nos da de apoyar a iglesias como esta en toda Papúa Nueva Guinea, como parte del equipo que se ha consagrado al objetivo de ver una iglesia saludable en cada etnia!
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