
La nueva temporada de fútbol está a la puerta y sin duda los hinchas estarán muy ansiosos por enterarse del rendimiento del nuevo jardinero a cargo del mantenimiento del césped de la cancha, ¿O NO?
O ¿será que las barras bravas tendrán mucha curiosidad sobre la actividad del personal de oficina que arregla el transporte y alojamiento para el equipo cuando viaja para jugar en otras ciudades?
¿Revisará la fanaticada minuciosamente las noticias deportivas en el periódico para saber qué cambios se han hecho en la limpieza de los uniformes para mantenerlos limpios y brillantes?
¡NO! ¿VERDAD?
¿Qué fanático del fútbol se interesa en estas cosas? Si hiciéramos una encuesta para saber cuál de estos aspectos mencionados del deporte despierta más interés, la respuesta sería, “Ninguno de los tres, ¡me importan un comino!”
Los hinchas van al estadio para ver la acción emocionante de juego en vivo, ¿sí o no? ¿Quién va para ver al jardinero? ¡Nadie!
Cuando se trata de misiones, lo mismo se aplica. Se celebra la obra de los misioneros pioneros plantadores de iglesias que están en las primeras filas de la obra. Pero ¿qué de las personas que trabajan tras bambalinas haciendo posible ese ministerio?
¿Te interesaría revisar en detalle todas las cifras de la contabilidad? ¿Te picaría el interés un artículo sobre cómo cumplir con reglamentos gubernamentales sobre recursos humanos en una organización internacional sin fines de lucro? ¿Qué tal un informe divertido sobre el sistema de alumbrado con sensores de movimiento para ahorrar energía en las oficinas de la sede de la misión?
“Gracias, pero no, gracias”, respondes tú.
Tal vez estés pensando, “¿Qué importa que estos pormenores no me llamen la atención?” “¿Esto presenta algún problema?”
Pues, por un lado, no. El valor de las organizaciones misioneras no se mide con base en la nitidez de los libros de la contabilidad, sino en la participación del pueblo de Dios aquí en el país de envío y en las vidas cambiadas allá en el campo misionero.
Pero, por otra parte, sí es problemático.
Es un problema cuando se valora más a los misioneros que trabajan en la “primeras filas” entre las etnias y menos a los misioneros que sirven en roles de apoyo y en los países de envío. Este servidor lo ha vivido en carne propia como misionero que trabaja en un ministerio de apoyo en los EE UU.
Por eso es difícil levantar apoyo mensual para ministerios de apoyo como éste y mantenerlo. Esta mentalidad también explica por qué el apoyo muchas veces baja precipitadamente para los misioneros que han trabajado en un ministerio de plantación de iglesias cuando cambian de asignación para llenar vacíos en servicios vitales de apoyo, o bien vuelven del extranjero a su país de origen para trabajar en puestos estratégicos internacionales de apoyo.
Esto lleva a la pérdida de misioneros con valiosa experiencia en ministerios estratégicos y vitales. Consecuentemente, estos puestos se quedan vacantes y los misioneros entre las etnias pierden una parte del apoyo vital necesario para llevar a cabo su ministerio… o debemos pedir que otros misioneros que trabajan en la plantación de iglesias llenen roles vitales de apoyo… y vuelve a repetirse el ciclo.
Pero tú puedes ayudar a corregir este problema. A medida que creces espiritualmente y el Señor te mueve el corazón para aumentar tu nivel de colaboración con la obra misionera, ¿por qué no considerar la posibilidad de apoyar económicamente a un misionero que trabaja en un ministerio de apoyo en el campo misionero o en el país de envío? ¿Por qué no recomendar que hagan lo mismo otros hermanos, también, y/o el comité de misiones de tu iglesia?
A fin de cuentas, si en verdad deseas apoyar a los misioneros “plantadores de iglesias” también debemos asegurar que ellos tengan el equipo de apoyo que necesitan.
Autor: Ian Fallis
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