9 de febrero, 2014
“Ir hasta la cerca” es la frase que usa nuestro equipo para referirse a “abrir la puerta” o “ver por qué alguien está parado junto a la puerta gritando tu nombre durante los últimos tres minutos mientras tú tratas de terminar de cepillarte los dientes”. Hay muchas razones para ir hasta la cerca, pero me gustaría compartir algunas de las últimas semanas:
- Las damas vinieron a visitar (¡me encanta esta!)
- Los hombres vinieron a pedir prestada la pala… y el pico… y una cinta métrica… y las tijeras para cortar el cabello… y el pegamento… y la carretilla…
- La gente vino a comprar frijoles. Ha habido una escasez de alimentos en las tiendas últimamente y por eso trajimos más de lo normal, para vender.
- Los niños pequeños llegaron a jugar dominó.
- Algunos amigos vinieron a preguntarme si Pete y Liesl estaban en casa. Ellos viven a unos tres metros de distancia, así que si no se pueden ver, tiene sentido que vengan aquí y me pidan que llame por radio para ver si están dentro o no están, ¿verdad?
- La gente vino a pedirme que le pida a Rachel que les traiga cosas de Estados Unidos y de la ciudad vecina. La lista incluía pañales, champú, zapatos para niños pequeños, jeans, leche, walkie-talkies y más.
- Los adolescentes vinieron a mirar fotos. Esta es una razón popular para visitar nuestra casa. Realmente ellos no quieren charlar, solo quieren que les presten un álbum de fotos para mirarlo.
- Un niño pequeño vino a decirme que había tomado prestados los zapatos de su amigo Charlie porque quería caminar hasta donde estaba el camión con los postes para las luces y ver qué estaba sucediendo y que sus zapatos no le gustan porque son viejos y lastiman sus pies un poco y por eso ahora tenía puestos los zapatos nuevos que le habían prestado y no quería llevar sus zapatos viejos hasta su casa porque estaba demasiado lejos, por lo cual había venido a mi casa para dejar sus viejos zapatos hasta que regresara del lugar donde estaba el camión y que luego me volvería a llamar y tomaría sus zapatos viejos y se los pondría otra vez y que le devolvería a Charlie los zapatos nuevos que le había prestado, y que él sabía que yo no le robaría los suyos y que por esa razón había venido a mi casa. [Todo esto se dijo en un solo aliento]. Cuando regresó trajo a seis amiguitos para jugar con el perro.
- Las mujeres vinieron a estudiar el idioma nahuatl conmigo. Trajeron a sus hijos para que jueguen con los juguetes mientras nosotras trabajamos y tomamos un café y nos resguardamos del frío.
- Los maestros del gobierno llegaron para pedir prestado nuestro servicio de internet.
- Los médicos que visitan nuestro pueblo vinieron a charlar un rato y a ver cómo habíamos construido nuestra letrina para poder alentar a la gente de aquí para que construya una.
- Otras siete personas vinieron más tarde a mirar la letrina.
- La gente vino a pedir semillas y pequeñas ramas de algunas de las flores de Rachel para plantarlas en sus patios.
- Tres niñas pequeñas vinieron a preguntarme cuándo iba a ir a visitarlas en su casa y por qué nunca más me volví a poner mi falda tradicional.
- Una amiga pasó a preguntar: “¿Ya no haces pan?” Ella disfrutó de un panecillo de mango y después se fue a su casa.
- Varias mujeres nahuatlenses preocupadas pasaron a asegurarse de que yo estuviera bien sin Rachel y que no estuviera llorando o demasiado triste por echarla de menos.
- Agustina vino muchas veces a estudiar la Biblia. Ella sigue asombrándome con su creciente fe y gozo.
- Un niño pequeño y sus hermanos vinieron a decirme que mientras yo no estaba mi perro estuvo a punto de comerse uno de mis pollos. Ellos querían saber si el pollo no había muerto. (Está bien).
- Un niño de doce años vino para ayudarme a arrancar la maleza del jardín y a regar las plantas. Luego otros niños vinieron a preguntar si yo tenía trabajo para ellos para poder ganar algún dinero.
- Cinco de los nietos de mi amiga vinieron a preguntarme con sonrisas dulces si “no me sentía motivada para tal vez darles chicles”. Lo estaba.
- Grandes grupos de personas de otros pueblos vinieron a comprar mantas.
- Una madre preocupada vino para averiguar por qué su hijita estaba enferma y para ver qué clase de medicamento yo podía darle.
Este informe ya está bastante largo, pero ni siquiera he comenzado a cubrir a todos los visitantes de nuestra casa. En un espíritu de honestidad, debo admitir que a veces me desespera que me llamen tanto; y me pongo a pensar: “¿Cuándo se supone que debo terminar el trabajo de Dios aquí?” El Espíritu Santo es fiel para recordarme que esta obra ES de Dios. Estoy compartiendo con, cuidando a, dando a, y hablando con las personas que Dios quiere como parte de su familia. Y oro para que en todo esto la gente vea que estoy amando.
Deja un comentario