26 de julio, 2018
Cuando viajamos a otros países y allí somos confrontados con realidades inimaginables de sufrimiento, pobreza y necesidad espiritual, nuestros corazones se llenan de compasión. Y aunque la compasión es un comienzo razonable, ¿es suficiente la compasión sola? En el caso de la joven que recientemente ha quedado viuda y que tiene que criar a dos hijos, y cuyas finanzas apenas le alcanzan para sobrevivir, ¿darle dinero es realmente suficiente? Sin aprender el idioma, yo no podría ofrecer mucho más.
Las conversaciones del corazón no son las más adecuadas para usar un traductor. ¿Quién de nosotros desearía compartir sus dolores más profundos, sus dudas persistentes y sus decisiones pecaminosas usando el modo de comunicación del ‘teléfono roto’? Solo en el contexto de una amistad íntima, y en el idioma del corazón [la lengua materna] de la joven viuda, ella podrá comenzar a expresar sus angustias, sus luchas, y sus dudas de que incluso Dios vea y le importe. — Casie
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