21 de abril, 2018
El domingo pasado nos reunimos con los nuevos creyentes nahuatlenses para estudiar la Palabra de Dios; detente y deja que tu mente asimile este hecho. Ese podría ser el final de mi blog, y aún así sería una entrada bastante buena. Para aquellos de ustedes que han estado orando con nuestro equipo desde el comienzo, sé que se están regocijando por las cosas poderosas que Dios está haciendo. Para los que acaban de unirse, déjenme decirles: ha sido un viaje loco, y Dios es fiel.
Habría habido ocho adultos y unos veinte niños en la iglesia si todos hubiéramos estado presentes. La semana pasada dedicamos un tiempo a cantar, estudiar y hablar acerca de la oración –que no necesitamos palabras especiales para dirigirnos a Dios, que podemos hablarle como a un amigo, que Él siempre nos escucha, no solo con benevolencia, sino con deleite en Sus hijos. Le pregunté a Reina si deseaba orar; a los nahuatlenses no les entusiasma mucho destacarse en público, hablar en público o llamar la atención sobre sí mismos. Después de algunas risas dijo: “No sabría qué decir”; su hija de diez años replicó: “Di lo que quieras”.
Ella le hizo caso a su hija, y lo que quería decirle a Dios era pedirle que salvara a las personas de Las Moras que no están creyendo, a los que no están escuchando la enseñanza, a los que todavía no conocen el Mensaje. Cuando ella terminó de orar, mi amiga Andrea dijo: “Yo también hablaré con Dios”. Ella hizo eco de lo que Reina había dicho, le pidió a Dios que los creyentes siguieran reuniéndose y aprendiendo”.
Cuando terminaron, Milo, uno de los primeros creyentes de aquí, le recordó a la comunidad que reunirse no es idea de la gente de raza blanca, ni siquiera su idea. Es la idea de Dios para Su familia, para que se animen unos a otros y estén unidos. Dijo que ha perdido amigos por causa de su decisión de seguir a Cristo, pero que Dios le ha dado nuevos amigos ahora.
Mi corazón se conmovió mucho por la reunión, y unos días después, fui alentada aún más por algo que dijo un misionero veterano en un correo electrónico. Él había pedido noticias sobre los creyentes y yo le había hablado de cada uno por nombre, pidiéndole oración por necesidades específicas. Él escribió de nuevo y casualmente comentó: “Así también pasó en el pueblo donde estamos, solamente unas pocas mujeres al principio, y luego la iglesia creció a partir de ahí”. Esa afirmación me recordó que, a pesar de que pasaron largos años –y recientemente hubo un desarrollo dramático– hasta el momento de compartir el Evangelio, ese no es el final. Dios apenas está empezando a escribir la historia de la iglesia nahuatlense. Estén atentos… y no dejen de orar.
[…] Para más información de Katie sobre cómo está obrando Dios entre los nuevos creyentes nahuatlenses, consulta su informe de abril aquí: https://espanol.ethnos360.org/2018/05/09/un-buen-comienzo/ […]