23 de febrero, 2018
Hace poco se dio una conversación en nuestro grupo de Facebook de los expatriados* aquí en nuestra pequeña ciudad del Pacífico Asiático. Una familia de novatos introdujo una pregunta en los siguientes términos: “¿Somos la única familia extranjera que tiene que lidiar constantemente con la gente local que quiere tomarse selfies con nosotros? Si ustedes han experimentado esto, ¿cómo lo tratan?” Esta pregunta provocó un montón de respuestas en el grupo de Facebook, porque todos nosotros (especialmente aquellos que sobresalimos por la piel muy clara y los ojos azules) lidiamos con este fenómeno casi a diario. Los bebés y los niños despiertan un interés adicional, y a veces todo lo que se necesita es una persona lo suficientemente valiente como para pedir una selfie… antes de que te des cuenta de que hay una fila, lo cual te hace sentir como la persona encargada de recoger los boletos para el recorrido más popular en un parque de diversiones.
Hace un año y medio, cuando todo en esta cultura era completamente nuevo para nosotros, posar para las selfies realmente no era una molestia para nosotros. Pero a medida que pasaba el tiempo y nos sentíamos más y más como en casa en el Pacífico Asiático, comenzamos a irritarnos un poco con la constante solicitud de fotografías. Cierto, yo (Carol) soy mucho menos paciente que Jared con este inconveniente. La primera vez que me sentí muy frustrada con una cazadora de selfies fue cuando fuimos en nuestra primera escapada de fin de semana a una ciudad cercana y visitamos un zoológico con los niños. A los dos minutos de haber entrado al parque, fuimos abordados por una mujer que quería ser fotografiada con nuestra familia. Apreté mis labios, sacudí mi cabeza en señal de fastidio y me alejé, mientras Jared y Gabriel aguardaban pacientemente para posar con la mujer. Recuerdo que pensé: Estoy de vacaciones; nadie me va a incluir en una selfie hoy; de ninguna manera.
Unas semanas después, otra expatriada me animó a pedir dinero en broma si alguien se acercaba a pedirme una selfie. Solo sonríe, extiende tu mano y di: “Kalau bayar dulu” (Si me pagas primero). Esto ha provocado risas, pero en mi limitada experiencia de tratar el asunto de la fila, no ha impedido que nadie siga adelante con la selfie. De hecho, un grupo de chicas adolescentes respondió en serio: “¿Cuánto pides?” Si no hubiera aclarado la situación, que se trataba de una broma, ¡creo que realmente hubieran mirado sus carteras para ver si podían reunir suficientes monedas!
Entonces, ¿cómo debemos lidiar con los cazadores de selfies? Sinceramente todavía no hemos llegado a una conclusión firme al respecto. A veces depende del día, y de si estamos relajados o estresados, o de si estamos paseando o vamos de prisa. Pero esta pregunta honesta de un extranjero nuevo en la ciudad me hizo reflexionar, especialmente después de leer sobre la variedad de respuestas de otros expatriados.
Eso me hizo preguntar si en verdad aprecio a la gente que me rodea, independientemente de si ocasionalmente me incomodan o me convierten en un espectáculo. ¿He decidido en mi corazón mostrar amor y respeto de manera constante a los demás, incluso si tengo que decir “no” a una persona insistente?
Es difícil renunciar a los “derechos” culturales. Mi cultura estadounidense me dice que si alguien me está molestando, tengo el derecho de ignorarlo, fruncir el seño o decirle exactamente lo que pienso. Cuando estoy en una situación estresante o frustrante, quiero reclamar mi derecho a responder en conformidad, y luego achacar mi comportamiento a la solicitud desconsiderada de la otra persona. ¿No ves que mis hijos quieren jugar? Vinimos a ver a los animales del zoológico, no a ser tratados como curiosidades. Ni siquiera te conozco, ¿por qué me pides una foto?
A medida que el Señor sigue refinándonos para Sus propósitos, Él no solo trabaja en las “grandes” áreas; también se interesa por cosas pequeñas como nuestra respuesta ante pequeños inconvenientes. Son esas irritaciones diarias las que pueden sacar a la luz la verdadera calidad de nuestros corazones.
Señor, que sea hallada fiel en las cosas pequeñas.
*Expatriado: una persona que vive fuera de su país de origen; un extranjero
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