2 de febrero, 2018
Dios ha estado usando mi experiencia del aprendizaje del idioma [no solo] para enseñarme un nuevo idioma sino también para ayudarme a entender mejor mi andar con Él. Tres ejemplos en particular sobresalen para mí:
Es algo que toma tiempo
El aprendizaje de un idioma… no es una tarea fácil, y a pesar de que hay muchos métodos y programas, hay un ingrediente infaltable para aprender bien un idioma…TIEMPO. Se necesita tiempo para aprender un idioma, y no me refiero a pasar tiempo en un país, o en cierto lugar, quiero decir tiempo real en el idioma. Pasar tiempo sentado en sesiones, diciendo de manera meticulosa frases masacradas, y luego repitiéndolas de manera correcta, después de haber sido corregido por el ayudante. De lo que se trata es de escuchar a la gente hablando, hablando en el mercado, hablando en las sesiones del idioma, hablando en la calle, hablando en todas partes.
Pocos de nosotros aprendemos bien una palabra con solo oírla una vez. A menudo la escucho por primera vez, luego pido que me la expliquen, la repaso, puede suceder que la encuentre en la lectura, la noto cuando algunas personas la usan en una conversación, y luego un día… ¡improviso una frase comprensible usando esa palabra! Ninguno de esos momentos hizo que, de repente, esa palabra formara parte de mi vocabulario, se necesitó de cada ocasión para que se asentara lo suficiente en mí y pudiera recurrir a ella y usarla en mi propia frase.
Al igual que el aprendizaje de un idioma, el crecimiento en el entendimiento de Dios toma tiempo, no me refiero a cuántos años han pasado desde que creí, sino a verdadero tiempo en Su palabra, tiempo en oración, tiempo en comunión con otros. Entre más leo mi Biblia, se hace más evidente cómo se relacionan todas las historias. Hebreos 11:23-31 se vuelve más impactante después de leer sobre Moisés en el Antiguo Testamento, sobre cómo permaneció fiel a Dios, a pesar de la rebelión de los israelitas; después de leer acerca del Dios que tuvo el poder para derrotar al Faraón de corazón duro, a pesar de que tuvo tantas oportunidades; incluso el mar no se interpuso en el camino de Dios. Entonces cuando cantamos en la iglesia acerca de que Dios es el mismo ayer y hoy, me impacta aún más duro el pensar que este Dios es MI Dios hoy.
Cuanta más exposición tengo, más veo mi verdadero nivel
A menudo vuelvo a casa del mercado sintiéndome muy bien en cuanto al idioma jula que he ganado. Puedo saludar a los vendedores, pedir el precio de un artículo y a menudo entiendo la respuesta. ¡Me hace sentir bien! Pero después, cuando me siento mientras dos damas platican…bueno, en realidad no me siento segura del tema que discuten… entiendo una palabra aquí y otra allá y mi mente trata con frenesí de conectar los puntos para entender de qué están hablando. Cuanto más me acerco al jula, más veo todas las palabras, las frases y la gramática del jula de las que no tengo ni idea. Cuando no me acerco demasiado al jula, no me siento tan mal acerca de mi nivel.
He descubierto que sucede lo mismo con mi Biblia, cuando no la leo mucho, siento que sé casi todo de ella; sé que Dios hizo todas las cosas, que Jesús vino como Su Hijo, etc. Pero cuanto más leo y releo mi Biblia, más veo todo lo que realmente no sé, veo más claramente que soy como los israelitas, olvidando una y otra vez las poderosas obras de Dios, y en su lugar dejándome dominar por el deseo de carne en el desierto, o por el deseo de regresar a Egipto, o creyendo que algunos gigantes son demasiado fuertes para Dios.
Nada puede reemplazar lo real
En el aprendizaje del idioma, puedo leer durante horas acerca de métodos, consejos y secretos. Puedo leer las historias sobre cómo otras personas aprendieron idiomas, esas cosas también pueden ser buenas, pero nada en absoluto puede reemplazar el hecho de que yo tengo que decidirme y hacerlo; dedicarme durante horas a escuchar, hablar, leer, ser corregida, etc. Es lo mismo con la Palabra de Dios, puedo leer todos los devocionales recomendados, estudiar comentarios y seguir las publicaciones de todas las mamás blogueras cristianas, pero no puedo dejar que eso reemplace la lectura de la Palabra de Dios. No hay nada que pueda reemplazar el aprendizaje sobre Dios a través de Sus interacciones con el hombre, lo cual vemos a lo largo de todas las Escrituras.
-Katy
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