28 de agosto, 2017
Algunas personas pasan los días previos a una gran evaluación tratando de meter tanta información en sus cabezas como les sea posible, esforzando los límites de la mente y el cuerpo. Esto es lo que hace mi esposa; si no ha dado una mirada a todas sus notas disponibles, si no ha quemado sus neuronas de tanto estudiar, y si no ha desarrollado un tic en su ojo izquierdo, entonces no siente que se ha preparado adecuadamente para un examen.
Yo, por otro lado, normalmente adopto un enfoque más pasivo para las evaluaciones formales. Me imagino que si no he comprendido algo después de ocho meses de estudio activo, entonces es probable que no voy a dominarlo en las ocho horas previas al examen, así que, ¿por qué pasar por todo el estrés que genera el intento? Eso sería como hacer una dieta el día antes del chequeo médico anual. Puedes comer tallitos de apio hasta que te salgan por las orejas, esas llanticas no van a desaparecer de tu cuerpo; lo mejor que puedes hacer es aceptarlo y relajarte.
Por consiguiente, pueden imaginar la escena en nuestra pequeña casa de la selva en la víspera de nuestra segunda evaluación del idioma el pasado fin de semana: Rochelle era el epicentro de un torbellino neurótico de estudio, preocupación y limpieza mientras yo estaba en un refugio cercano, tratando de sofocar la tormenta con frases útiles como: “¡Sólo cálmate, cariño! ¡De todos modos no podrás comprender ese tiempo del verbo antes que vengan los consultores! ¿Por qué, más bien, no vemos ‘La Teoría del Big Bang’?”
Sin embargo, resultó que no importó cómo quería yo que fuera la noche, porque, al parecer, mi velada ya tenía planes propios. Dichos planes consistían principalmente de un parto difícil que estaba ocurriendo en nuestra aldea, el cual concluyó finalmente cuando tuve que retirar e inspeccionar la placenta de la madre. Les cuento, este fue un evento que definitivamente no estaba en mi “lista de cosas para hacer antes de morir”.
He mencionado antes que no tengo ningún conocimiento médico, y dije eso solo con respecto a los primeros auxilios básicos. Cuando se trata del trabajo de partería, mi base de conocimientos es aún menor. Si no fuera por el hecho de que pude pararme sobre el mesón de la cocina de mis compañeros de equipo ausentes y hacer una llamada al médico de nuestra misión para pedirle consejo, no sé que habría hecho.*
Afortunadamente no fue tan complicado como podría haber sido, lo cual fue magnífico, porque ya era suficientemente difícil sin complicaciones adicionales: “Disculpe, jovencita, sé que usted y yo nunca hemos intercambiado más de un par de frases durante todo el tiempo que he vivido aquí, y realmente no tengo idea de lo que estoy haciendo, Y ADEMÁS, hasta hace solamente un par de meses en la cultura iski los hombres casi nunca se acercaban al alumbramiento de una mujer. Pero el doctor dice que necesito echar un vistazo a esta masa repugnante que parcialmente ha sido expulsada y ver qué pasa”.
Así que lo anterior sucedió tarde en la noche número uno. Nuestros consultores de idioma llegaron al día siguiente en el helicóptero, y comenzamos nuestra evaluación a la mañana siguiente. Decidimos hacer un alto en la evaluación alrededor de la hora de la cena y continuar al día siguiente. Eso fue bueno porque dejó mi horario lo suficientemente libre para que esa noche fuera escoltado por un amigo de la aldea hasta el sitio donde un pequeño de cuatro años y su padre acababan de derramar accidentalmente sobre ellos una olla llena de agua hirviendo mientras estaban sentados junto al fuego.
Llámenme ignorante, pero siempre había pensado que era una exageración decir que la piel de alguien se había “derretido”; bueno, supongo que se aprende algo nuevo todos los días. También aprendí que las quemaduras de tercer grado pueden no doler tanto como las de primero y segundo grado, pero contrapesan eso siendo mucho más aterradoras y difíciles de tratar. Creemos que el niño de cuatro años de edad probablemente perdió alrededor del 30% de la piel de su espalda, el abdomen, el brazo y la pierna por quemaduras de segundo y tercer grado (él fue el que llevó la peor parte). Así que fueron tres horas entretenidas; creo que con toda seguridad puedo tachar “enfermero del pabellón de quemaduras” de mi lista de posibles perspectivas de trabajo en el futuro.**
Terminamos nuestra evaluación al día siguiente. Al final, Rochelle aprobó el nivel “progresivo bajo” y yo estoy en “progresivo medio”. ¡Eso nos sitúa aproximadamente a mitad de camino en nuestros estudios formales de cultura e idioma! Nuestros consultores parecen estar seguros de que si no desperdicio mi tiempo en cosas tontas y que consumen mucho tiempo, como comer, dormir y respirar, ¡podría incluso ser capaz de terminar antes de que salgamos a tomar un año sabático en el próximo mes de agosto!***
Por lo tanto, ¡muchas gracias por sus oraciones y apoyo! Y, de antemano, gracias por orar por los amigos iskis que mencioné, quienes ahora mismo están pasando por un momento difícil a nivel médico. Por favor, oren para que sus corazones puedan descansar en la bondad del Dios al que servimos, incluso en medio de algunas situaciones muy desagradables.
* La casa de los Williamson está a mayor altura del suelo que la nuestra, y ese fue el único lugar donde pude encontrar cobertura para el celular.
**Un par de hombres iskis aceptaron cargar al niño durante cinco horas, en una camilla pequeña, cubierto con paños húmedos, hasta el puesto de salud más cercano. El puesto de salud no tiene medicamentos, pero tiene enfermeras, por lo que esperamos que puedan darle suficiente asistencia para ayudarle a salir adelante. Enviamos antibióticos junto con él, pero aún así, si sobrevive, va a ser un largo camino hacia la recuperación.
*** Ellos dijeron que Rochelle podría terminar estando en un horario diferente porque van a dejar que coma y duerma.
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