DE SELVA A SELVA
27 de marzo, 2017
La modernidad es alucinante a veces. Al menos lo es para mí. Una parte del asunto es, sin duda, el hecho de que soy un ludita [opositor del progreso tecnológico] casual, alguien que no se esfuerza por mantenerse al día con los diversos avances tecnológicos que suceden en todo el mundo. Innovaciones, tales como “la nube”, “descarga de contenidos con Airdrop”, y “tecnología de 4G” están envueltas en misterio para mí en mi ignorante rinconcito del mundo. Esta tecno-pereza a menudo me convierte en una persona bastante fácil de impresionar.
Como ayer, por ejemplo; ayer, mi esposa Rochelle llamó a su hermana y habló con ella durante 45 minutos. Para mí, esto fue más o menos el equivalente de un viaje recreacional e interplanetario.
Sin embargo, para apreciar realmente la situación, es necesario recordar que la familia nuclear de mi esposa es un poco rara porque relacionalmente son muy cercanos, pero extremadamente distantes a nivel geográfico. Tras haberse retirado de NTM, sus padres todavía se mueven entre New Hampshire (Estados Unidos) y África occidental durante varios meses del año; su hermano mayor está con NTM en Guinea, África occidental; su hermana mayor está con NTM en Brasil; su hermana menor se casó con un canadiense y vive en Ontario; y nosotros, por supuesto, vivimos en Papúa Nueva Guinea. Añade a la ecuación el hecho de que las zonas donde los misioneros de NTM a menudo se ubican no suelen ser conocidas por sus cafés de internet o sus redes celulares de 3G, y ya puedes empezar a tener una idea de lo difícil que puede ser contactar a cualquiera de ellos.
Por nuestra parte, aquí en Iski, podemos usar una antena para acceder a una débil señal celular para enviar y recibir pequeños correos electrónicos, y tenemos un espacio de 15 cm de ancho, a 60 cm del suelo, en nuestra sala de estar desde donde, a veces, podemos hacer llamadas telefónicas.
Danielle, la hermana de Rochelle (a quien ella llamó el otro día), tiene un sistema aún más sencillo. Su familia vive en una aldea de la Amazonía que está a cuatro días en bote desde la ciudad, sin servicio de celular en absoluto. Su único medio de comunicación con el mundo exterior es la cabina pública de un teléfono satelital que el gobierno instaló hace unos años para la comunidad de la aldea. Es bueno para emergencias, pero debido a que devora créditos telefónicos al igual que nuestro gato come lagartijas,* solo pueden usarlo para llamadas cortas de “negocios”.
En fin, hace poco nos dimos cuenta de que nuestro proveedor de red aquí ofrece un paquete especial internacional diario que nos permite hablar durante cincuenta minutos por cinco dólares, ¡tarifa fija! Como Brasil era uno de los países de la lista, intentamos llamar a la cabina telefónica un poco solitaria, y dicho y hecho, ¡realmente funcionó!
Increíble. Por supuesto, la aldeana amazónica que contestó el teléfono en el otro lado no hablaba ni una pizca de español, pero a través de los persistentes y patéticos esfuerzos de mi esposa que decía “¡Danielle!” una y otra vez, esforzándose por imitar el acento portugués,** ¡finalmente fuimos recompensados con el dulce sonido de la voz de su hermana!***
Allí estábamos, un domingo por la mañana: mi esposa sentada en el piso, acurrucada contra nuestra biblioteca, en medio de un pantano de PNG, riendo y hablando con su hermana, que estaba parada en una cabina telefónica en medio de una aldea selvática del Amazonas, ¡en su noche del sábado!
Así que ahí la tienes, esa fue la escena que me hizo pensar: “¿Cómo es posible?”
Lo sé, probablemente esta no es una hazaña impresionante para alguien que está acostumbrado a las comodidades occidentales, pero para alguien como yo, que pasa todos los días dentro de una sociedad que no tiene carreteras, electricidad, cañerías o máquinas, esto sobresale como una gran cosa.
* Sin embargo, estoy completamente seguro de que la cabina telefónica no vomita los créditos en su porche después, por lo que la analogía se rompe al final.
**Más tarde nos enteramos de que la aldeana tampoco hablaba portugués. Solamente el idioma de su grupo étnico.
***Sin aliento, por correr desde su casa ante el llamado de un chico de la aldea. 🙂
UN MISIONERO LLENITO
10 de abril, 2017
Nuestra garganta de la selva* habitualmente alcanza alrededor de los chorrocientos grados. Te mostraría una foto de nuestro termómetro para probarlo, solo que hace mucho tiempo que se derritió y se escurrió fuera de nuestro porche. Debido a esta ola de calor eterna, generalmente soy un desastre sudoroso a la hora del desayuno, así que a menudo paso el día sin camisa. Es una de las pequeñas ventajas de trabajar para una ONG en medio de la nada; el código de vestimenta es bastante mínimo.
En fin, el otro día estaba luciendo mi habitual “camisa” sencilla e informal, atendiendo la visita de un grupo de chicos iskis en mi patio, cuando uno de mis amigos se volvió hacia mí y dijo algo en idioma iski que no entendí.** Le pedí que lo repitiera, y él dijo, a través de la lengua franca: “Huy, Seth, ¡estás MUY gordo!” Y como si el comentario no hubiera sido suficientemente desmoralizador en sí mismo, su expresión de auténtico asombro mientras me apretaba la grasa del brazo realmente ayudó a hacer entender su afirmación.
Cierto, he ganado un poco de peso en los últimos meses. Es decir, es que el aprendizaje de idiomas no es una actividad demasiado aeróbica, después de todo. Simplemente no sabía que había alcanzado un nivel de obesidad que necesitara de una proclamación pública –“¡Escuchen, escuchen, el Hombre de Michelin está en medio de nosotros!”
Lo sé, probablemente estoy siendo demasiado sensible con esta situación, pero este tema afecta una fibra sensible en mí. Durante mi adolescencia definitivamente estuve en el lado “rechoncho” de la balanza, y aunque pude deshacerme de los kilos de más como adolescente, siempre he sentido que mi pasado regordete me acecha, ocultándose en las sombras próximas a los pastelitos Little Debbie, esperando a que yo baje la guardia para poder engordarme otra vez hasta que no pueda ver los dedos de mis pies. Si ese fuera el caso, el comentario de mi amigo vendría con un poco más de escozor en él.
No es que esa haya sido su intención, por supuesto. En realidad, estoy muy seguro de que él pensó que estaba elogiándome. Para la mayoría de las personas de la etnia iski, la obesidad representa abundancia de comida y una vida cómoda –ambas cosas son muy codiciadas. Así que me parece que probablemente fue un simple caso de “choque de culturas”, pero eso no cambia el hecho de que ahora me siento como un manatí en shorts para hacer ejercicios.
La verdad de esto es que, a pesar de la falta de tacto del comentario de mi amigo, él tiene razón. Al menos en forma relativa, de todos modos: con 1.75 m de altura, y 77.1 kg, fácilmente soy el hombre más robusto de toda nuestra aldea de 250 personas. Mi clasificación en el índice de masa corporal es irrelevante. Soy la persona más gorda en kilómetros a la redonda.
Obviamente, ese no es exactamente el legado por el que he estado luchando, pero cuando la norma de la población local es de 1.65 m, y todos los hombres están formados enteramente de tendones, músculos y huesos, un chico como yo realmente no tiene ninguna oportunidad. Mis compañeros de equipo tampoco me sirven de consuelo, ya que Andre es tan delgado como una habichuela [judía, vainita], y Jason de alguna manera se las arregla para mantenerse en forma, a pesar de que toma muchas más gaseosas (refrescos) que yo.***
Y así, gracias a mi predisposición genética a la enormidad, y a las “palabras alentadoras” de mi amigo iski, oficialmente estoy en una dieta. Uf, con solo ver esa frase escrita es suficiente para antojarme de azúcar. ¿Cómo se supone que debo calmar mis nervios estresados al final de cada día sin tener Nutella [crema endulzada de cacao y avellana] para llenar las grietas de mi corazón?
El gran filósofo, el gato Garfield, dijo una vez: “Ojalá todo en la vida fuera tan fácil como engordar”. No podría estar más de acuerdo. Pero supongo que esa es la carga que debo sobrellevar… hasta que pueda hacer que Jason se descuide un poco.
* A veces se siente más como si fuera una axila de la selva.
** Esto es lo que sucede con casi todo lo que alguien me dice en idioma iski.
***¿Estoy amargado por eso? Claro que sí.
¡LISTA LA SALA DE PARTOS!
26 de abril, 2017
¡Nos estamos preparando para el nacimiento de la iglesia iski aquí en nuestra garganta de la selva! En menos de una semana, estaremos presentando la muerte, sepultura y resurrección de Cristo a nuestra aldea en general; ¡te cuento que este es un momento muy emotivo!
Nosotros y nuestros compañeros de equipo estamos sosteniendo a diario conversaciones con diferentes hombres y mujeres iskis, y estamos escuchando algunas reacciones muy alentadoras en cuanto a los tiempos de enseñanza. Muchos de los aldeanos están oyendo las lecciones y aplicándolas al corazón, diciendo cosas como: “Soy como el pueblo hebreo en la Pascua; soy una persona pecadora y necesito que el Salvador prometido por Dios muera en mi lugar, a fin de que yo pueda vivir, al igual que sus corderos morían en la Pascua para que ellos pudieran vivir”.
A ellos siempre les habían dicho (a través de una mezcla de religión occidental y creencias tradicionales) que Satanás y sus espíritus ancestrales son poderosos y que ellos debían tratar de apaciguarlos para mantenerse a salvo y con buena salud. Ahora, después de ver el contraste entre el poder de estos espíritus y el poder de Dios, están empezando a ver la vida de otra manera. Sí, Satanás y sus demonios son poderosos, ¡pero no son nada en comparación con el Dios que los creó!
Por otra parte, a través del Antiguo Testamento y la vida de Jesús, ellos están viendo que Dios no nos juzga con base en nuestros buenos esfuerzos o nuestra apariencia exterior (al contrario de lo que les habían dicho antes); a Dios le preocupa el corazón. El camino para ser justificados por Dios es un camino de humildad. Aquellos que reconocen que no hay nada que puedan hacer para mejorarse a sí mismos, y que depositan su fe en el Salvador prometido de Dios, serán los que se salvarán del juicio venidero.
Muchas personas de nuestra aldea nos han dicho que su única esperanza de ser aceptadas por Dios es el Salvador prometido. Muchos de ellos están viendo a Jesús como la encarnación de la promesa de Dios. Muchos están convencidos de que Jesús es el único que puede salvarlos, pero al mismo tiempo todavía no tienen claridad en cuanto a cómo va a hacerlo, o qué significará cuando sus “pecados sean quitados”. Después de escuchar y creer, ¿todavía pecarán? Si lo hacen, ¿quedarán otra vez separados de Dios? ¿Seguirán estando bajo la maldición del pecado (enfermedad, dolor, muerte, etc.) aun después de que su deuda de pecado haya sido pagada por el Salvador?
Hay muchas preguntas como estas en las mentes y corazones de nuestros amigos iskis. En realidad varias personas nos han dicho que regularmente ellas siguen preguntándose durante la noche ¡cómo va a resolver Dios todo! Les aseguramos que las respuestas a esas preguntas están por llegar, pero aún así, a muchos les preocupa que no puedan “oírlo bien”.
Si todo sigue según lo planeado, estaremos enseñando el mensaje de la cruz (y la resurrección) en la mañana del 1 de mayo. Por favor, ¡sigue orando por nuestros amigos iskis! Ellos están a punto de entender lo que la muerte de Cristo ha logrado para ellos, ¡y lo que Su resurrección significa para sus vidas!
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