NADA MÁS QUE MUERTOS Y MORIBUNDOS
23 de marzo, 2017
La gente de la aldea en que vivimos y ministramos nos ha dicho que ellos son buenas personas. Sí, a veces golpean a sus hijos y a sus cónyuges, pero aparte de cosas pequeñas como esas, son personas muy decentes. Dicen que al menos no son tan malos como otros iskis. De hecho, nuestros vecinos abandonaron sus hogares entre los miembros de su clan y se vinieron a vivir aquí porque estaban hartos de las injusticias flagrantes que estaban viendo allí.
Nos han dicho que cuando llegaron aquí, se desligaron de los malos pensamientos y las costumbres carnales de las familias y amigos del sitio donde habían crecido. Ellos querían seguir el camino de Dios y por eso dejaron sus pecados en casa y construyeron una nueva aldea, un lugar donde serían libres de la violencia y la inmoralidad de su pueblo.
En fin, eso es lo que ellos pensaban. La gente de nuestra aldea oyó hoy la historia de la entrega de la ley. Escucharon cómo después de que Dios liberó a los israelitas de Egipto, los llevó al monte Sinaí y les entregó un estándar absoluto para medirse. También escucharon que estas leyes son útiles para nosotros hoy día con el mismo propósito. Para un hombre perfecto, estas leyes resaltarían su justicia; la ley mostraría que él es santo y bueno. Pero para un hombre imperfecto –un hombre separado de Dios, un esclavo de su naturaleza pecaminosa– destacarían diferentes características; la ley mostraría que es sucio, egoísta y malvado.
Como es de suponer, ¡estas lecciones sobre la ley están preocupando un poco a algunos de nuestros amigos! Estas personas que durante tanto tiempo han intentado distanciarse de los pecados de los miembros de su clan, están siendo confrontadas con la realidad de que no son tan buenas después de todo. Resulta que las mismas pasiones pecaminosas de los demás, de las que ellos estaban tratando de escapar, en realidad están profundamente escondidas en sus propios corazones. La ley está revelando que el problema no es de otros, es de ellos.
También les hemos recordado que la justicia de Dios es perfecta, y que cada pecado que se comete tiene una consecuencia inevitable. Todo lo que han dicho, hecho o pensado que haya infringido la ley de Dios será recordado y castigado. Y el castigo es la muerte –muerte física (la separación del cuerpo), muerte relacional (una relación rota con Dios), y finalmente, la muerte eterna (la separación de Dios en el lago de fuego). Si antes se estaban concediendo cierto margen de duda en la sección de condenación, entonces este debió quedar completamente eliminado esta mañana.
Estaba en nuestra oficina después de la enseñanza, preparando cosas para una sesión de idioma, cuando noté que uno de mis amigos estaba sentado en una silla en el rincón. Tenía la cabeza inclinada y estaba mirando hacia el suelo. “¿Cómo te pareció la enseñanza esta mañana?” le pregunté.
“Fue dura”, dijo. “Fue muy, muy dura. He quebrantado todas esas leyes; cada una. No he matado a nadie con mis manos, pero lo he hecho en mi pensamiento. A veces puedo controlar lo que hago, pero ¿controlo lo que pienso? No hay manera de que pueda hacer eso. La infracción de una sola ley es suficiente para enviarme al lugar de fuego, ¡y he quebrantado todas! No hay nada que pueda hacer. No tengo la fuerza para evitarlo. Solamente el “hombre salvador” que Dios ha prometido me puede ayudar”.
Huy, ¡estamos a mitad de camino en la enseñanza cronológica y este hombre está entendiendo perfectamente! ¡Solo espero que las demás personas de la aldea hayan captado tan bien como él el significado de las lecciones bíblicas!
Por favor, sigue orando por nuestros amigos iskis durante este tiempo. ¡Ora para que continúen viendo la inutilidad de sus propios esfuerzos al igual que el impresionante poder salvador de su amoroso Dios!
DE SELVA A SELVA
27 de marzo, 2017
La modernidad es alucinante a veces. Al menos lo es para mí. Una parte del asunto es, sin duda, el hecho de que soy un ludita [opositor del progreso tecnológico] casual, alguien que no se esfuerza por mantenerse al día con los diversos avances tecnológicos que suceden en todo el mundo. Innovaciones, tales como “la nube”, “descarga de contenidos con Airdrop”, y “tecnología de 4G” están envueltas en misterio para mí en mi ignorante rinconcito del mundo. Esta tecno-pereza a menudo me convierte en una persona bastante fácil de impresionar.
Como ayer, por ejemplo; ayer, mi esposa Rochelle llamó a su hermana y habló con ella durante 45 minutos. Para mí, esto fue más o menos el equivalente de un viaje recreacional e interplanetario.
Sin embargo, para apreciar realmente la situación, es necesario recordar que la familia nuclear de mi esposa es un poco rara porque relacionalmente son muy cercanos, pero extremadamente distantes a nivel geográfico. Tras haberse retirado de NTM, sus padres todavía se mueven entre New Hampshire (Estados Unidos) y África occidental durante varios meses del año; su hermano mayor está con NTM en Guinea, África occidental; su hermana mayor está con NTM en Brasil; su hermana menor se casó con un canadiense y vive en Ontario; y nosotros, por supuesto, vivimos en Papúa Nueva Guinea. Añade a la ecuación el hecho de que las zonas donde los misioneros de NTM a menudo se ubican no suelen ser conocidas por sus cafés de internet o sus redes celulares de 3G, y ya puedes empezar a tener una idea de lo difícil que puede ser contactar a cualquiera de ellos.
Por nuestra parte, aquí en Iski, podemos usar una antena para acceder a una débil señal celular para enviar y recibir pequeños correos electrónicos, y tenemos un espacio de 15 cm de ancho, a 60 cm del suelo, en nuestra sala de estar desde donde, a veces, podemos hacer llamadas telefónicas.
Danielle, la hermana de Rochelle (a quien ella llamó el otro día), tiene un sistema aún más sencillo. Su familia vive en una aldea de la Amazonía que está a cuatro días en bote desde la ciudad, sin servicio de celular en absoluto. Su único medio de comunicación con el mundo exterior es la cabina pública de un teléfono satelital que el gobierno instaló hace unos años para la comunidad de la aldea. Es bueno para emergencias, pero debido a que devora créditos telefónicos al igual que nuestro gato come lagartijas,* solo pueden usarlo para llamadas cortas de “negocios”.
En fin, hace poco nos dimos cuenta de que nuestro proveedor de red aquí ofrece un paquete especial internacional diario que nos permite hablar durante cincuenta minutos por cinco dólares, ¡tarifa fija! Como Brasil era uno de los países de la lista, intentamos llamar a la cabina telefónica un poco solitaria, y dicho y hecho, ¡realmente funcionó!
Increíble. Por supuesto, la aldeana amazónica que contestó el teléfono en el otro lado no hablaba ni una pizca de español, pero a través de los persistentes y patéticos esfuerzos de mi esposa que decía “¡Danielle!” una y otra vez, esforzándose por imitar el acento portugués,** ¡finalmente fuimos recompensados con el dulce sonido de la voz de su hermana!***
Allí estábamos, un domingo por la mañana: mi esposa sentada en el piso, acurrucada contra nuestra biblioteca, en medio de un pantano de PNG, riendo y hablando con su hermana, que estaba parada en una cabina telefónica en medio de una aldea selvática del Amazonas, ¡en su noche del sábado!
Así que ahí la tienes, esa fue la escena que me hizo pensar: “¿Cómo es posible?”
Lo sé, probablemente esta no es una hazaña impresionante para alguien que está acostumbrado a las comodidades occidentales, pero para alguien como yo, que pasa todos los días dentro de una sociedad que no tiene carreteras, electricidad, cañerías o máquinas, esto sobresale como una gran cosa.
* Sin embargo, estoy completamente seguro de que la cabina telefónica no vomita los créditos en su porche después, por lo que la analogía se rompe al final.
**Más tarde nos enteramos de que la aldeana tampoco hablaba portugués. Solamente el idioma de su grupo étnico.
***Sin aliento, por correr desde su casa ante el llamado de un chico de la aldea. 🙂
UN MISIONERO LLENITO
10 de abril, 2017
Nuestra garganta de la selva* habitualmente alcanza alrededor de los chorrocientos grados. Te mostraría una foto de nuestro termómetro para probarlo, solo que hace mucho tiempo que se derritió y se escurrió fuera de nuestro porche. Debido a esta ola de calor eterna, generalmente soy un desastre sudoroso a la hora del desayuno, así que a menudo paso el día sin camisa. Es una de las pequeñas ventajas de trabajar para una ONG en medio de la nada; el código de vestimenta es bastante mínimo.
En fin, el otro día estaba luciendo mi habitual “camisa” sencilla e informal, atendiendo la visita de un grupo de chicos iskis en mi patio, cuando uno de mis amigos se volvió hacia mí y dijo algo en idioma iski que no entendí.** Le pedí que lo repitiera, y él dijo, a través de la lengua franca: “Huy, Seth, ¡estás MUY gordo!” Y como si el comentario no hubiera sido suficientemente desmoralizador en sí mismo, su expresión de auténtico asombro mientras me apretaba la grasa del brazo realmente ayudó a hacer entender su afirmación.
Cierto, he ganado un poco de peso en los últimos meses. Es decir, es que el aprendizaje de idiomas no es una actividad demasiado aeróbica, después de todo. Simplemente no sabía que había alcanzado un nivel de obesidad que necesitara de una proclamación pública –“¡Escuchen, escuchen, el Hombre de Michelin está en medio de nosotros!”
Lo sé, probablemente estoy siendo demasiado sensible con esta situación, pero este tema afecta una fibra sensible en mí. Durante mi adolescencia definitivamente estuve en el lado “rechoncho” de la balanza, y aunque pude deshacerme de los kilos de más como adolescente, siempre he sentido que mi pasado regordete me acecha, ocultándose en las sombras próximas a los pastelitos Little Debbie, esperando a que yo baje la guardia para poder engordarme otra vez hasta que no pueda ver los dedos de mis pies. Si ese fuera el caso, el comentario de mi amigo vendría con un poco más de escozor en él.
No es que esa haya sido su intención, por supuesto. En realidad, estoy muy seguro de que él pensó que estaba elogiándome. Para la mayoría de las personas de la etnia iski, la obesidad representa abundancia de comida y una vida cómoda –ambas cosas son muy codiciadas. Así que me parece que probablemente fue un simple caso de “choque de culturas”, pero eso no cambia el hecho de que ahora me siento como un manatí en shorts para hacer ejercicios.
La verdad de esto es que, a pesar de la falta de tacto del comentario de mi amigo, él tiene razón. Al menos en forma relativa, de todos modos: con 1.75 m de altura, y 77.1 kg, fácilmente soy el hombre más robusto de toda nuestra aldea de 250 personas. Mi clasificación en el índice de masa corporal es irrelevante. Soy la persona más gorda en kilómetros a la redonda.
Obviamente, ese no es exactamente el legado por el que he estado luchando, pero cuando la norma de la población local es de 1.65 m, y todos los hombres están formados enteramente de tendones, músculos y huesos, un chico como yo realmente no tiene ninguna oportunidad. Mis compañeros de equipo tampoco me sirven de consuelo, ya que Andre es tan delgado como una habichuela [judía, vainita], y Jason de alguna manera se las arregla para mantenerse en forma, a pesar de que toma muchas más gaseosas (refrescos) que yo.***
Y así, gracias a mi predisposición genética a la enormidad, y a las “palabras alentadoras” de mi amigo iski, oficialmente estoy en una dieta. Uf, con solo ver esa frase escrita es suficiente para antojarme de azúcar. ¿Cómo se supone que debo calmar mis nervios estresados al final de cada día sin tener Nutella [crema endulzada de cacao y avellana] para llenar las grietas de mi corazón?
El gran filósofo, el gato Garfield, dijo una vez: “Ojalá todo en la vida fuera tan fácil como engordar”. No podría estar más de acuerdo. Pero supongo que esa es la carga que debo sobrellevar… hasta que pueda hacer que Jason se descuide un poco.
* A veces se siente más como si fuera una axila de la selva.
** Esto es lo que sucede con casi todo lo que alguien me dice en idioma iski.
***¿Estoy amargado por eso? Claro que sí.
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