PALABRAS MÁGICAS PARA APACIGUAR AL ESPÍRITU DE JESÚS
16 de enero, 2017
Uno de los eventos más difíciles en el trabajo de un misionero es la muerte de un incrédulo en la etnia a la que estás tratando de evangelizar y enseñar el discipulado. Esto es especialmente difícil cuando estás en la fase del aprendizaje del idioma y aún no has compartido el Evangelio con ellos, pero solo se vuelve un poco más llevadero después que el Evangelio ha sido presentado a la gente en su lengua materna.
He estado reflexionando en algunas cosas después de presenciar la muerte una y otra vez en esta etnia. Hemos visto la muerte de creyentes y de no creyentes y de aquellos de quienes no estamos muy seguros. Tuvimos una de esas muertes recientemente. Una de la categoría de “no muy seguro”, y aunque sinceramente espero que ella esté con Jesús, definitivamente me ha hecho considerar cuidadosamente cómo estamos comunicando la salvación a las personas de nuestra aldea.
Ciertamente hay algunas cosas en cuanto a una iglesia tribal que son mucho más claras y simples que en una iglesia occidental, como cuando la edificación de la iglesia necesita un nuevo techo. No hay reuniones de junta, comités, reuniones para planear el presupuesto o discusiones acaloradas…
Solo un grupo de personas reuniendo los materiales necesarios de la selva y armando un nuevo techo. Fin.
Lamentablemente, algunas otras cosas son muy conocidas para nosotros. Todavía tratamos con aquellos que dicen ser creyentes, que pueden citar de principio a fin nuestras enseñanzas cronológicas, haciéndolo con palabras correctas, pero que no muestran ningún fruto del Espíritu Santo en su vida cotidiana. También tenemos a aquellos que pueden dar un claro testimonio, diciendo todas las palabras necesarias para que el misionero diga: “Bueno, estas personas conocen el Evangelio”, pero que provocan drama y disensión, e incluso alejan a otros de las verdades de Jesús.
Creo que la mejor pregunta que debemos hacernos no es: “¿Conocen el mensaje del Evangelio?” sino “¿Conocen a Jesús?”
Después de todo, una de las herramientas principales con las que cuenta el animista es el uso de “palabras mágicas”. Saber las palabras correctas que deben usar cuando estén plantando un huerto o cuando estén bendiciendo una casa recién construida son la clave para manipular con éxito a los espíritus a su alrededor, con el fin de conseguir de ellos lo que necesitan para hacer que la vida funcione. Y cuanto más se reciten o se repitan esas palabras, mayor peso llevarán y mayor probabilidad habrá de que los espíritus le concedan ese deseo a la persona. Nuestros compañeros de trabajo descubrieron esto porque algunos de los nuevos creyentes de nuestra aldea querían “practicar” recitando para ellos las historias de la enseñanza bíblica cronológica todos los días hasta que las dominaran bien. Debido a su entendimiento y prácticas anteriores, pensaban que esta era la manera de conocer y agradar a Jesús.
Tenemos que ser muy cuidadosos y enseñarles la Palabra de Dios con el entendimiento de que estas palabras solo son una vía que Él dejó para darse a conocer al hombre y hacer un camino para que este lo conozca mejor y tenga una relación con Él. Esa relación incluye el arrepentimiento del pecado, la antigua manera de vivir y de pensar, y el sometimiento a Su voluntad, aunque eso implique enfermedad, muerte o persecución.
Esto es muy difícil para el animista, quien está acostumbrado a tener cierta medida de control percibido sobre cada detalle de su vida. Siempre hay algún tipo de acción que puedes seguir para conseguir lo que quieres; alguna palabra mágica o sacrificio o pago. Incluso si las cosas no salen a tu manera, luego recurres a asesinatos o pagos de “venganza”, con la esperanza de que esto evite que vuelva a suceder lo mismo en el futuro. Someterse completamente a la voluntad de Dios –sin importar qué sea o lo malo que nos parezca- y tener fe para creer que Él es enteramente bueno es muy, muy difícil para el animista cuya meta final es el control.
Pero espera… ¿no es eso muy, muy difícil para todos nosotros? ¿Y no luchamos con este mismo asunto en todas las iglesias de América? ¿Gente que puede contar todas las historias de la Biblia, que ha hecho la oración mágica que le lleva al cielo (la oración del pecador) y que vive su vida sin ninguna intención de someterse alguna vez a la voluntad de Dios?
Cuanto más he aprendido sobre el animismo, y cuanto más me he acercado a quienes lo practican, más lo veo en mi propia cultura, lamentablemente incluso en la cultura cristiana… tal vez especialmente en la cultura cristiana. Constantemente buscamos secretos ocultos en las Escrituras para hacer que Dios nos dé lo que queremos –quizás no cosas materiales específicas, pero en general una vida de bendición. ¿Recuerdas la oración de Jabes [1 Crónicas 4:9-10]? La gente enloqueció con esta pequeña porción de las Escrituras, que hace referencia a un hombre y su relación con Dios, y la tomó completamente fuera de contexto, tratando de usarla para conseguir algo de Dios. Esto sucede muchas veces; la gente lee algún texto desconocido y piensa que tiene todo el poder para lograr que Dios haga exactamente lo que nosotros queremos. Como si Él solo fuera todopoderoso y soberano porque nosotros no hemos descubierto exactamente cómo formar correctamente las palabras y frases que obliguen a brotar todas las bondades y bendiciones de Sus manos hacia nosotros.
Y si eso no es animismo, no sé entonces qué es.
Pero no son solo los cristianos; se trata de la raza humana en general. Y en un contexto secular humanista hacemos todo lo posible por usar la ciencia no solo para explicar todo lo que nos rodea, sino para manipular y controlar nuestro mundo a través de ella. Creemos que porque hemos “evolucionado” lo suficiente como para no necesitar a Dios, ahora tenemos el control de las vidas y el universo –con la única condición de que obtengamos todas las investigaciones y fórmulas correctas. Sin embargo, a pesar de todas esas investigaciones, y todos los productos químicos, máquinas e increíbles obras de nuestras propias manos, la humanidad sigue enfermándose, sigue muriendo, sigue obligada a encarar cada día sabiendo que realmente tenemos muy poco control del mundo que nos rodea.
Todas estas similitudes muestran hasta qué punto la esencia de la naturaleza pecaminosa del hombre ha permanecido igual desde que se cometió el primer pecado. Después de todo, las palabras de la serpiente: “…sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios…” fueron las que convencieron a Eva para que tomara del fruto. Ella vio que era “agradable a los ojos” y que era “codiciable para alcanzar la sabiduría”.
Muy en el fondo de nuestro ser, queremos ser como Dios. Queremos el control; queremos la sabiduría y el conocimiento de Dios para poder controlar cada aspecto de la vida que nos afecta… los elementos, los animales, nuestros vecinos, incluso nuestros propios cuerpos. Queremos tener el control de todo… desde las decisiones comunes y corrientes hasta las más grandes… por lo cual parece que estamos en una búsqueda interminable para descubrir una manera de influir en Aquel de quien realmente dependen todas las cosas.
Por consiguiente, la pregunta que debemos hacernos como misioneros es ¿la gente de la etnia con la que trabajamos conoce a Jesús o solo sabe las historias que hemos traducido y enseñado acerca de Él? ¿Están confiando en la persona de Jesús y Su obra en la cruz, o están confiando en las ‘palabras mágicas’ que tan cuidadosamente hemos escrito, impreso y encuadernado en un libro para ellos?
Y la pregunta que todos los cristianos debemos hacernos es: “¿Conocemos a Jesús?” ¿Tenemos una relación con Él que nos llame a abandonar nuestro deseo de controlar y manipular el mundo que nos rodea y a confiar en Su voluntad y Su obra en nuestras vidas? ¿O hemos creído la misma mentira que Eva y solo hemos desgajado algunas palabras del árbol de las Escrituras que parecen hermosas colgando en nuestra pared y suenan lo suficientemente sabias para conseguir lo que queremos de Dios?
¿Estamos haciendo apenas lo necesario para apaciguar al Espíritu de Jesús para que nos lleve al cielo? ¿O hemos rendido completamente nuestras vidas a Su voluntad y tenemos una relación íntima y creciente con Él, con la persona de Jesús?
PORCIONES DE LAS ESCRITURAS
2 de febrero, 2017
Estaba mirando algunas fotos en mi computadora y encontré una de estas biblias en idioma hewa. Técnicamente son “Porciones de las Escrituras” porque no hemos terminado el proyecto de traducción, pero es más fácil para ustedes y para mí si las llamo biblias.
Cuando traducimos nuevos libros de la Biblia imprimimos nuevas “biblias”; contienen lo que hemos traducido hasta el momento. Esto, por supuesto, es un poco caro, pero es para lo que estamos aquí y para lo que levantamos fondos de apoyo (¡GRACIAS!) No obstante, no repartimos las biblias, o terminarían convertidas en basura en toda la aldea, serían usadas para comenzar fuegos o peleas, o básicamente serían tratadas como si no tuvieran valor. Tienen que costarle un poco al dueño para que sean cuidadas y atesoradas, por consiguiente, les cobramos una cantidad muy pequeña cuando compran por primera vez una Biblia, y si entregan una Biblia “vieja”, una que no sea la versión más actualizada que hayamos imprimido, pagan un costo aun menor.
Por eso tengo esta caja de biblias “viejas” en el desván de mi casa. Mi compañero de trabajo dijo que él simplemente quema las biblias viejas, pero yo no lo he hecho todavía por una serie de razones. La número uno es mi relación de vieja data con la procrastinación, pero también porque me gusta mirarlas allí arriba. Quiero decir, contemplarlas todas rotas y desteñidas y obviamente usadas. Evidentemente han sido llevadas a través de los senderos de la densa selva, sobre troncos, ríos y laderas montañosas; sin duda alguna han sido leídas. Es un gran recordatorio cuando mi actitud no es muy buena que digamos al final de un largo día (o semana, o mes) de tratar con cualquier travesura de la aldea que haya aparecido.
Y luego está esta foto…
Es de un hombre que está leyendo su Biblia en las oscuras horas de la noche selvática con solo una linterna. Me asombra ver a la gente de esta etnia enamorarse de la Palabra de Dios y, por lo tanto, hacer grandes esfuerzos para leerla, comoquiera y cuandoquiera que pueden. A estas alturas ellos solo tienen aproximadamente el 50% del Nuevo Testamento y, sin embargo, muchos de ellos pasan más tiempo leyendo sus biblias que la mayoría de las personas que tiene todas las Escrituras…en muchas traducciones diferentes… incluyéndome a mí mismo. A menudo soy desafiado y animado por mis hermanos y hermanas hewas a pasar más tiempo en la Palabra de Dios. Después de todo, ¡yo tengo luces en mi casa! ¡No tengo que preocuparme por la fatiga del brazo por sostener una linterna durante horas!
En fin, estas fotos fueron un buen recordatorio antes de volver a la comunidad étnica (dentro de unas tres semanas), y un gran estímulo para los días en que me pregunte si realmente estamos haciendo algo por la gente de allí.
Porque yo sé que aunque un día nos iremos para siempre, y que la edificación que construimos acabará pudriéndose en la tierra, “la Palabra de Dios es viva y eficaz…” y seguirá adelante mientras haya gente que todavía esté dispuesta a hacer cualquier cosa por leerla.
BAJANDO DESCALZO LA MONTAÑA
16 de febrero, 2017
Eran las 9:30 de la mañana del lunes y me encontraba sentada en medio de un montón de ropa, zapatos, cortinas, medicamentos, juguetes y libros (aunque no muchos libros, ¡gracias a los libros electrónicos!) y muchos otros artículos casuales que vamos a tratar de llevar cuando volvamos a PNG. Mi alumna de quinto grado se acercó a mí con una pregunta de matemáticas. Debido a que como una lunática masoquista estoy tratando de educar a mis hijos en casa y empacar al mismo tiempo, la miré brevemente y le di una “pista” y le dije que tratara el problema de nuevo.
Después de cinco minutos regresó, todavía pidiendo ayuda; suspiré con molestia y le di una mirada un poco más larga e intensa y la convencí firmemente de que ella podía hacerlo por sí misma si solo se esforzaba lo suficiente.
Después de otros cinco minutos resultó que estaba equivocada. En esta ocasión perdí la “paciencia” (sí, yo sé que en mi reacción anterior no había mostrado nada parecido a paciencia) y me molesté con ella por pedir ayuda. Por supuesto, eso no es lo que yo dije… lo que dije fue una mezcla de palabras agudas acerca de “tratar” y de “no hacer su trabajo” cuando en realidad yo estaba molesta porque necesitaba ayuda. Y ya sabes… ese es la clase de en realidad mi trabajo como madre-maestra de mi escuela en casa. Claro… también es mi trabajo empacar y asegurarme de que mis hijos y las ventanas no estén desnudos (vamos, ríete, pero si mis ventanas no tienen cortinas, entonces la gente realmente verá a mis hijos –y a todos los demás de la casa– desnudos, así que son importantes… muy importantes). En fin…
Sí, necesitaba empacar, pero no durante el tiempo de clases. El problema es que había/hay un montón de cosas que debían ser hechas y no parecía que iban a encajar en el marco de tiempo de ocho días que habíamos apartado. Así que después de eso finalmente me di cuenta de que estaba siendo totalmente injusta con mi hija, me disculpé y la ayudé con su problema de matemáticas.
Luego me encerré en el cuarto de baño y lloré; después me sentí mejor.
Y luego decidí que ¡este sería el último día de clases hasta que volviéramos a PNG*! ¡Hurra por educar a mis hijos en casa y por poder elaborar mi propio horario! Durante todo este año sabático me he esforzado mucho por mantenernos al día en lo que respecta a la escuela y no ha sido fácil con todos los viajes, traslados y citas médicas. Pero el lunes me di cuenta de que seguir adelante con el fin de “terminar” realmente no estaba ayudando a mis hijos y que era mejor esperar el momento en que pudiera darles mi indivisa ligeramente menos dividida atención… incluso si eso significaba no terminar sino hasta finales de junio.
La educación de mis hijos en casa es una de mis mayores áreas de lucha; constantemente me siento inadecuada y abrumada. Nunca estoy segura de que estoy tomando las decisiones correctas. Nunca estoy segura de que mis hijos están recibiendo una educación adecuada. Nunca estoy segura de que realmente no estoy volviendo a mis hijos más tontos; nunca estoy segura.
Y esta falta de confianza a menudo me sume en una espiral descendente de duda.
“¿Qué estoy haciendo aquí?”
“¿Por qué soy misionera?”
“Soy terrible en todos los requisitos básicos de este trabajo”.
“Dios, ¿por qué me tienes aquí?”
“¿No hay alguien MUCHO más calificado para todas estas cosas?”
“Dios, ¿me tienes tú aquí? O ¿esto es algo que nos hemos inventado mi familia y yo?”
Verás, yo tenía expectativas muy diferentes de cómo sería mi vida de misionera. Crecí leyendo a las autoras Elisabeth Elliot y Amy Carmichael [ambas fueron misioneras en Ecuador e India respectivamente] y tenía grandes ilusiones de ser alguien al menos algo parecida a esas señoras.
Resulta que hasta cierto punto soy una ama de casa cuyo hogar está en medio de la selva… y no una muy buena ama de casa en ese ambiente. No soy realmente una gran cocinera; o una decoradora; o una maestra. Y tampoco soy fabulosa en muchos otros aspectos de mi trabajo… no me gusta empacar, ni volar ni los cambios.
Hasta cierto punto yo sabía todas esas cosas, pero se me ocurrió la idea de que Dios me concedería milagrosamente esas destrezas tan pronto como mis pies tocaran el suelo de PNG.
Realmente no entendía el concepto de que Dios usa lo débil y lo insensato en Su obra. En cierto modo pensaba: “sí, soy débil e insensata, pero Dios va a hacerme fuerte. Me va a hacer capaz… me va a dotar” con talentos y dones. No me daba cuenta de que iba a ser el mismo viejo yo. Introvertida y torpe, y una cocinera mediocre y una maestra terrible.* Pero de alguna manera Dios iba a hacer que esto funcionara.
Él toma mi falta de talentos y capacidades y de alguna manera hace que todo funcione. La familia es alimentada y los niños son educados… y aún más milagrosamente, la gente llega a conocerlo y a crecer en su relación con Él.
Él cambia mi mediocridad en algo milagroso. Lo único que tengo que hacer es seguir adelante. Seguir haciendo lo que Él me pida, aunque no parezca tan buena como alguien más que sea particularmente talentoso en esa área. A veces Él obra a través de talentos increíbles y a veces obra a través de lo extraordinariamente mundano.
Esto me recuerda la vez que mi esposo hizo una caminata con algunos de los hombres hewas. En el ascenso a la montaña (en las caminatas alrededor de nuestra aldea uno sube o baja –el terreno plano es escaso) él usó unas botas de excursión agradables que no tan agradablemente le produjeron enormes ampollas en la parte posterior de sus tobillos. No le era posible usar las botas de nuevo para bajar de la montaña, entonces decidió andar descalzo. Esta no es una tarea fácil. Palabras como “peligroso” y “atroz” llegan a la mente.
Pero lo hizo; sin caerse. No es algo que la gente blanca generalmente pueda hacer. Y el hombre estaba orgulloso. Los hombres con los que estaba lo felicitaron: “¡Ahora eres uno de nosotros!”
Yo estaba orgullosa de él y por él. Y al día siguiente me senté con algunas de las damas hewas y les conté todo el evento. Pero su reacción fue un poco diferente de lo que esperaba. Una amiga particularmente audaz y atrevida me dijo: “Sí, la única razón por la que él pudo hacer eso fue porque nosotras oramos por él. Vimos que él estaba a punto de bajar por el sendero sin zapatos y nos detuvimos y oramos para que lo lograra. Dios lo llevó montaña abajo y por eso no murió (sí, ellas estaban completamente convencidas de que él moriría por bajar descalzo de la montaña)”.
Y me di cuenta de que todo lo que hacemos allí y cada día que no morimos se debe solamente a que Dios interviene. Él toma nuestras débiles ofrendas y las convierte en algo útil, algo eterno.
Por lo tanto, cuando me siento agobiada, insuficiente y completamente inútil en este ministerio, puedo estar segura de que mientras sea fiel en mi mediocridad Él puede convertirla en algo fructífero. Puedo bajar descalza de la montaña sabiendo que Él me cargará.
*Decidimos no seguir el plan completo de estudios, pero todavía estamos haciendo nuestras lecturas diarias.
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