23 de enero, 2017
Debería ser algo sencillo, ¿verdad? Ahora, es bien sabido en todo el mundo que el Departamento de Transporte (DMV por sus siglas en inglés) no es conocido por su eficiencia, por lo tanto, apartamos un tiempo adicional para esperas extra-largas y demás cosas. También estamos en un país donde cualquier papeleo requiere de tiempo, por consiguiente, añadimos un colchón de tiempo en nuestros planes para eso. Aun así, pasaron más de seis meses antes de que finalmente saliéramos con nuestras licencias de conducción.
Nuestra aventura empezó con el papeleo: exámenes médicos y prueba de nuestro domicilio y demás cosas, cada uno debiendo ser tramitado en un lugar distinto. Conseguimos un agente para que nos ayudara, ya que sabíamos que era mejor tener a alguien defendiendo nuestro caso. El primer paso fue el examen escrito; aquí no tienen un manual para leer, y recuerden que todo es en francés, por lo tanto, investigamos en línea lo que pudimos y luego entramos a ver qué podíamos hacer. Ese día llegamos vestidos con lo mejor, pues sabíamos que era importante una buena presentación. Para lo que no estábamos preparados fue para que nos informaran que el expediente estaba incompleto, ya que algunos de nuestros papeles “no se habían grapado correctamente”. Esperamos durante toda la mañana a que apareciera la persona adecuada que como por arte de magia podría encontrar nuestros documentos faltantes; consecuentemente, fuimos los últimos en tomar la prueba. Mientras investigábamos en línea no prestamos atención a las secciones sobre nieve, carril de bicicletas, etc., los cuales hasta el día de hoy no hemos visto aquí. ¡Qué error! Así que ambos fallamos miserablemente, pero ahora sabíamos qué necesitábamos estudiar. Tuvimos que esperar un mes antes de intentarlo de nuevo.
Un mes más tarde, ambos retomamos la prueba escrita y en esta ocasión pasamos. Luego tuvimos que esperar un mes más para la prueba de conducción. Joel y yo estábamos tratando de obtener diferentes licencias; en mi prueba yo tenía que hacer un giro de tres puntos sin golpear la acera, pero a Joel le tocó estacionar en paralelo un camión. Ambos completamos exitosamente la prueba la primera vez, ¡pero ambos fallamos! ¿Por qué? Las razones no importan aquí y a menudo los jueces ni siquiera observan la prueba. Casi todo se basa en cuántas veces lo has intentado y quién está defendiendo tu caso. “No se preocupen”, nos dicen, “la mayoría de las personas toma la prueba cinco o seis veces antes de pasar”; qué palabras tan alentadoras. Llegó el siguiente mes y Joel hizo la prueba solo porque yo tenía otro compromiso. Otra vez salió “reprobado”. Hablamos mucho con nuestro agente, animándole a abogar mejor por nosotros y nos preparamos para nuestra tercera ronda de pruebas. Fuimos esta vez y completamos las tareas nuevamente y en esta ocasión nos dieron luz verde para pasar. Pues, realmente lo que pasó fue que yo recibí el sello de aprobación, y luego nuestro agente nos contó que lo único que él necesitó decirle al funcionario fue: “No pueden dejar pasar a la esposa y no al esposo” y eso fue suficiente para que Joel recibiera el sello de aprobación también.
Luego hubo una espera de cuarenta y cinco días para que nuestras licencias fueran expedidas. Mientras pasaba por este proceso, recordé una historia que uno de nuestros misioneros nos contó mientras estaba esperando y estaba frustrado por un papeleo que necesitaba para su terreno. Su anfitrión le había dicho: “es bueno que estés esperando, pues hay honor en eso”. Él procedió a explicar que si el proceso fuera fácil o rápido no habría honor en la tarea, mientras que si tienes que esperar y trabajar por algo, hay gran honor en ello. Entonces supongo que no solo hemos obtenido nuestras licencias de conducir, sino que lo hemos hecho con gran honor.
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