24 de diciembre, 2016
Regresé de Nueva Bretaña del Oeste justo a tiempo para ver el último partido del torneo femenino de baloncesto. ¡Huy! Tanta diversión y emoción; es uno de esos momentos en que me doy cuenta que soy hija de mi madre, exultante y dando gritos. Soy esa tipa. ¡¿Quién puede detenerlas?! Tener a mi propia hija en la cancha solo lo hace aún más emocionante, pero la mejor parte es ver a esas personas convertirse de repente en un equipo. Una dribla, otra le hace sombra a una oponente, otra hace un pase, otra jugadora hace un bloqueo, una hace un lanzamiento, otra toma un rebote, lanza nuevamente y encesta, y ¡anotan dos puntos más! Un buen equipo no es un espectáculo individual, sino una máquina bien aceitada que funciona como una sola unidad. Ver a un equipo como ese ganar el torneo es la victoria de todos, y a todos nos encanta ver que eso suceda. Estando en las gradas, ¿quién puede evitar volverse un poco loco?
Este viaje a las Islas para trabajar en la traducción fue muy parecido a ver a un equipo jugando. Dave, después de ayudar a hacer los arreglos, me vio partir hacia donde los pilotos para despegar a las 5:30 desde nuestro centro de misiones. Luego hasta el hangar, donde los pilotos preparaban el avión para nuestro vuelo y donde aprovechamos la oportunidad para tener una lectura bíblica y oración con el equipo de aviación antes de salir. De allí a la tierra de los lamogais, donde la hierba de la pista selvática acababa de ser cortada A MANO para prepararla para nuestro aterrizaje a fin de poder recoger a los hombres de la etnia ivanga que estaban esperando ir a ayudarme a trabajar en los libros de Mateo y Timoteo. Luego llegamos al pequeño centro de misiones donde había casas de huéspedes listas para nosotros y amigos que nos estaban esperando con el almuerzo. Una oficina había sido preparada para que pudiéramos comenzar a trabajar esa tarde, oh, y fuimos invitados a cenar esa noche, así que no tuvimos que preocuparnos por cocinar. Estuvimos libres para concentrarnos en la traducción durante la semana que los hombres ivangas y yo tuvimos juntos. El equipo estaba trabajando y la pelota estaba siendo driblada y pasada de un miembro del equipo a otro; cada uno estaba listo y deseando hacer su parte.
Muchachos, ustedes son la familia y los amigos que están en las gradas animando y, sobre todo, orando mientras Dios hace Su trabajo aquí en PNG. Este es el momento en que las graderías estallan de júbilo y no queremos vacilar. Seamos esa persona que dice: “Gracias, Señor, por todas las oraciones respondidas; gracias por todo lo que estás haciendo en PNG entre aquellos que están sirviendo entre bambalinas en los centros de misiones; entre aquellos que continúan creciendo e impartiendo el discipulado en iglesias remotas; entre aquellos que siguen adelante con el trabajo de traducción; entre aquellos que están aprendiendo un idioma; entre aquellos que ahora mismo están enseñando la Palabra de Dios”. Es maravilloso ser parte de ese equipo y nos anima mucho tener tu respaldo en oración. Gracias por hacer tu parte, y ¿quién puede evitar volverse un poco loco y alabar a Dios por lo que Él está haciendo? Seamos esa persona.
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