12 de octubre, 2016
¿Sabías que vivimos en una isla en medio del océano?
Cuántas veces soñamos con vivir en nuestra propia isla en los trópicos; llena de cocos, mangos y plátanos. Ajena al caos del mundo y la contaminación de la política. ¿No parece siempre una vida perfecta? Y sin embargo aquí estoy viviendo en una isla que solo tiene cinco km de ancho y que está llena de todos esos frutos y más; pero está lejos de ser un lugar de paz y relajación.
La verdad es que cuando vives en los trópicos los aparatos electrónicos se descomponen con una rapidez absurda y los rasponazos se convierten en úlceras tropicales, y también hay muchas enfermedades nuevas ante las cuales el cuerpo tiene poca resistencia. Une eso con electricidad y agua potable estacional limitadas y comienzas a pensar más en náufragos y la isla de Gilligan.
¿Por qué digo esto? No es que busque simpatía, tampoco es para tener la oportunidad de desahogarme, y definitivamente no es por una medalla porque muchos viven en condiciones mucho peores. No, digo esto porque si vivimos donde vivimos no es porque sea divertido. Sí, hay tiempos divertidos y grandes momentos, pero esas no son las cosas que nos sostienen. La razón por la que estamos viviendo aquí es lo que nos sostiene. Vivimos aquí porque sabemos que Dios quiere que participemos en la difusión de Sus buenas nuevas y que lo glorifiquemos; esta es nuestra ancla porque es algo que no cambia. Podría decirse que Su propósito en este mundo es la ribera que nos da estabilidad en un mar de caos permanente.
Así que cuando alguien nos pregunta qué se necesita para ser misionero en el extranjero, mi primera respuesta será “¡estabilidad para entender quién eres y quién es el Señor!” Sin este entendimiento todo lo demás tiene la posibilidad de ser suprimido. Una vez que realmente entiendas eso, entonces podremos hablar un poco más.
Sin embargo, tal vez te estás preguntando cómo vivimos en una manera práctica. Para nuestra familia vivimos en una casa que por fuera está tejida de bambú pero en el interior se siente y funciona de manera muy similar a una casa en América. Tenemos agua corriente que recogemos de la lluvia. Tenemos electricidad que obtenemos de paneles solares que hacen funcionar nuestras luces y cargan nuestras computadoras; incluso tenemos un horno y una lavadora. Así que funcionamos de manera similar, pero son las cosas pequeñas las que hacen la diferencia. Por ejemplo, cuando el sol se pone, tenemos que dejar de usar la electricidad, y cuando estamos en la estación seca ¡tenemos que dejar de desaguar el retrete! También compramos víveres para tres meses ya que no hay tiendas. Cuando queremos ir al pueblo más cercano conducimos nuestro bote durante 200 km a través del océano. El viaje es placentero en la mayoría de las veces, ya que vemos ballenas y delfines y peces voladores. Sin embargo, cuando el mar está encrespado nos preguntamos si estamos locos.
PARA TU INFORMACIÓN –los momentos divertidos incluyen impresionante buceo con tubo respiratorio, pesca, interminables cocos, piñas, mangos y extraños tipos de plátanos que hacen parecer insípidos los plátanos de América.
eunice Fariñas says
¡Que Dios les continúe bendiciendo! Que sostenga sus vidas con paz y les continúe mostrando su propósito. Lo que se hace para difundir el evangelio no es en vano. Estén haciendo la voluntad de su Padre.