29 de febrero, 2016
MISIONEROS AYUDAN AL PUEBLO INAPANG A TRANSMITIR EL DON DE LA VIDA ETERNA
Un fuerte grito brotó de los pulmones del bebé recién nacido, produciendo una sonrisa en las muchas mujeres presentes. Ellen, una mujer de la etnia tangguat recién casada, acogió el momento, escuchando a su primogénito haciendo semejante alboroto. Su esposo de la etnia inapang se complacería con el nacimiento de un hijo sano.
Durante décadas los grupos étnicos tangguat e inapang cruzaron barreras culturales y lingüísticas mediante la práctica de matrimonios interraciales, creando una perdurable red social entre sus distintos grupos lingüísticos. Y su hijo, como muchos otros hijos e hijas, seguiría uniendo a estos dos grupos étnicos.
Tiffany Lanier, una misionera nueva, observaba la escena con asombro. Durante una visita de orientación de dos meses a esta aldea de los inapangs, era el primer nacimiento al que había asistido. Se maravillaba por la forma en que las mujeres manejaban el proceso del alumbramiento. Pero la alegría por el nacimiento de un recién nacido sano pronto se convirtió en una profunda preocupación para la nueva madre. La placenta no salió a continuación y dentro de varias horas el cuerpo de Ellen comenzó a entrar en choque. Su vida estaba en peligro y no había un centro de urgencias en la calle. Ni siquiera había una calle.
Por la gracia de Dios, la placenta finalmente salió y Ellen sobrevivió. Después comenzó a crecer una amistad entre Ellen y Tiffany. Ninguna de las dos sabía a dónde conduciría esta amistad, ni la manera especial en que Dios estaba ligando sus vidas. Era una imagen más pequeña de lo que Dios estaba haciendo entre los grupos étnicos tangguat e inapang. A pesar de estar unidos por los matrimonios interraciales, cada grupo todavía seguía su propio camino, sin saber que sus destinos eternos estaban ligados entre sí.
LOS INAPANGS CONOCEN A JESÚS
La historia de la etnia tangguat está intrincadamente entretejida en la historia de lo que Dios hizo primero entre sus vecinos inapangs. Todo comenzó en el año 2003, cuando los matrimonios Bill y Kelley Housley, Daniel y Elizabeth Moore, y Will y Mindy Zeigler se trasladaron a una aldea de los inapangs en la frontera del territorio de los tangguats.
Los misioneros se sumieron en dos años de estudios intensos de la cultura y el idioma, seguidos por otros dos años traduciendo pasajes de las Escrituras y lecciones bíblicas al idioma inapang. En el año 2006, los esposos Matthias y Petra Mueller se unieron al equipo.
Y entonces llegó el día. En el año 2007 se inició la enseñanza de evangelización.
Tres días después de haber comenzado la enseñanza, surgió la evidencia de que el mensaje estaba penetrando en el corazón de la gente inapang. “Durante años hemos estado oyendo fragmentos de esta historia en el idioma nacional”, dijo un hombre, “pero hoy… realmente la estamos oyendo en nuestros estómagos [la estamos oyendo bien] y nos preguntamos: ‘¿Qué tipo de persona es este Dios? No conocemos nada semejante a esto”.
Otro hombre dijo: “Nosotros los hombres siempre estamos mirando alrededor y diciendo esta tierra es mía y esta cosa o esa cosa es mía. Ahora estamos escuchando el Hablar de Dios y nos decimos unos a otros: ‘Es verdad, Dios hizo esas cosas; son suyas’”.
En el transcurso de cuatro meses, a medida que la gente inapang escuchaba las verdades de la Palabra de Dios, comenzaron a preguntarse cómo podían arreglar las cosas entre ellos y un Dios santo. Cuando culminó la enseñanza de las lecciones con la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, ellos captaron el significado y comprendieron la historia de la redención. Muchos declararon su fe en Cristo. Había nacido la primera iglesia en la etnia inapang.
“Debería ir al lugar de fuego por mi pecado”, dijo un adolescente, “pero no voy a ir allí porque Jesús vino y murió por mi pecado. Cuando muera, voy a ir a estar con Dios”.
“Cuando Él murió, ¡murió por todos mis pecados!”, dijo un hombre inapang. “Los pecados que ya hicimos, los pecados que haremos más adelante, Él los conocía todos y pagó el precio”.
Después de escuchar un testimonio tras otro, Daniel y Elizabeth Moore informaron: “Fue uno de los días más emocionantes de nuestra vida. Oír a tantas personas testificar de su fe en Cristo hizo que todas las pruebas y dificultades valieran la pena”.
Pero eso fue solo el comienzo.
“¿QUÉ DE NUESTROS VECINOS?”
“Cuando nació la primera iglesia entre los inapangs, algunos de los creyentes más fuertes eran bilingües que tenían familiares en la vecina aldea de los tangguats”, informó Bill Housley. “Ahora que habían visto que estas buenas nuevas habían cambiado sus vidas y habían devorado sus más grandes temores, estaban ansiosos porque sus familiares en Tangguat también las oyeran. Ellos venían y nos preguntaban en repetidas ocasiones si traduciríamos esta enseñanza asombrosa al idioma de los tangguats y si escribiríamos un plan de estudios bíblicos para ellos, a fin de poder ir y hablarles a sus familiares”.
La logística era abrumadora; los misioneros tenían una iglesia recién nacida en la etnia inapang que debían nutrir y cuidar, aún debían completar la traducción de la Biblia, y había nueve aldeas inapangs que aún no habían sido alcanzadas. ¿Cuándo hallarían tiempo para aprender otra lengua? Pero las solicitudes seguían llegando.
“Escribimos una propuesta para que la obra entre los tangguats fuera abierta con un mínimo de ayuda misionera”, informaron los Housley. Los creyentes inapangs constituirían la mayoría del equipo. “Creíamos que el mismo Espíritu Santo que estaba obrando en y a través de nosotros sería fiel para hacer lo mismo con nuestros hermanos y hermanas inapangs”.
Por emocionante que fuera, Bill y Kelley reconocían que su propuesta implicaba que alguien tendría que estar dispuesto a trabajar con creatividad. Pero, ¿quién lo haría, y cuándo? “Se necesitaba un tipo muy especial de persona para trabajar junto a este pequeño grupo de creyentes, para fortalecerlos y animarlos, y para dejarlos dirigir este esfuerzo de evangelización transcultural con un nuevo grupo lingüístico. Pero creíamos que Dios traería ayuda en Su tiempo”.
Mientras tanto, había trabajo que debía ser hecho. Trabajando al lado de la recién nacida iglesia inapang, los misioneros lanzaron un esfuerzo de evangelización en la vecina aldea de la misma etnia, la cual a su vez participó en la evangelización de la aldea inapang más allá de sus fronteras; así continuó un patrón de discipulado en cadena. Hasta hoy, nueve de las diez aldeas que constituyen este grupo lingüístico de más de 4.000 habitantes han escuchado una clara presentación del Evangelio en su propia lengua.
Pero ni los misioneros ni la iglesia inapang nunca olvidaron la necesidad de evangelizar a sus vecinos tangguats; y tampoco Dios.
DIOS TENÍA LA RESPUESTA
Entre bambalinas, Dios estaba tejiendo hilos a medida que preparaba Su obra maestra aún no revelada. Cuando Tim y Tiffany Lanier bajaron del avión en Papúa Nueva Guinea en 2009, el hilo de sus vidas ya estaba insertado en el tapiz.
“Como parte de nuestra capacitación y orientación, fuimos enviados a una aldea de Inapang en las tierras bajas y pantanosas con el propósito de vivir, aprender y observar la vida y el ministerio durante dos meses. No sabíamos nada acerca del lugar, la gente ni los misioneros. No imaginábamos que Dios nos estaba lanzando en medio de una red gigante que Él estaba tejiendo allí en Su plan de preparar para Sí mismo una esposa entre estas personas”.
Al día siguiente de la llegada de los Lanier, otra delegación de tangguats llegó pidiendo misioneros que enseñaran en su aldea. Pero en esta ocasión “por casualidad” unos nuevos misioneros estaban pasando dos meses en la aldea. Nuevos misioneros que aún no estaban programados para ir a ningún sitio en particular; nuevos misioneros que estaban buscando un lugar para servir.
“A medida que nosotros y nuestros hermanos y hermanas inapangs ayudábamos a los Lanier a terminar su estudio del idioma nacional, comenzó a suceder algo asombroso”, comentaron los Housley, “todos nos enamoramos de esta dulce familia. Nosotros, junto con los inapangs, empezamos a orar para que el Señor volviera a traer a los Lanier para ayudarles a alcanzar a los tangguats”.
Dios también estaba obrando en el corazón de los Lanier. “Oíamos una y otra vez su deseo urgente de llevar el Evangelio a la gente de Tangguat”, informaron Tim y Tiffany. “Ellos nos decían: ‘¡Nuestros familiares están muriendo y yendo al lugar de fuego! Tenemos que ir a llevarles el mensaje. Pero no podemos hacerlo por nosotros mismos; necesitamos ayuda. …Nosotros podemos alfabetizarlos. Podemos impartir la enseñanza bíblica. Hemos hecho todo esto en nuestras propias aldeas. Pero no podemos hacer la traducción. Necesitamos ayuda para traducir la Palabra de Dios al idioma tangguat’.
“A medida que pasaban las semanas, el Señor nos impresionó con la increíble oportunidad que estaba poniendo ante nosotros. Podríamos ayudar a la iglesia indígena en una manera que promovería su continua maduración, al mismo tiempo que los prepararíamos más para el ministerio en una forma que no sería posible de otra manera.
“En el momento había barreras logísticas que parecían insuperables. Para llevar a cabo esto, tendríamos que tomar el modelo de plantación de iglesias y del ministerio que nos habían enseñado y adaptarlo para un contexto muy diferente. Aprenderíamos idioma y cultura de creyentes tangguats bilingües en la aldea inapang para trabajar bajo la iglesia inapang…. Pero aparte de estos obstáculos en nuestro camino, el Señor parecía estar alentándonos de esa manera. Por lo tanto, seguimos orando”.
MUCHO POR QUÉ ORAR
Los dos meses pasaron rápidamente. Los Lanier partieron con muchas cosas en su mente y muchos motivos de oración. La iglesia inapang oraba por su regreso.
De regreso en la ciudad, los Lanier vieron a Dios quitar todos los obstáculos y abrir el camino para que se asociaran con la iglesia inapang. Fue un día emocionante cuando los Lanier hicieron una visita para dar a conocer sus noticias emocionantes a los creyentes de Inapang.
“Hemos visto su deseo de llevar el Evangelio a la gente tangguat”, les dijeron los Lanier. “Hemos oído sus historias. Ustedes nos han dicho que son capaces y están dispuestos a alfabetizar y a enseñar la Biblia, pero necesitan ayuda para traducir la Biblia al idioma de ellos; queremos ayudarles a hacer eso”.
Nació una asociación.
MANTENIENDO A LOS INAPANGS COMO LA “CARA”
“Nosotros decidimos deliberadamente… vivir y ministrar en y desde la aldea vecina de los inapangs”, explicaron los Lanier. “Una de las razones principales era que esperábamos quitar al misionero como la ‘cara’ de esta obra, para que fuera un trabajo de la iglesia inapang. Esperábamos que esto creara una interdependencia entre la iglesia de Inapang y la futura iglesia de Tangguat desde el principio”.
Esto significó que los Lanier, y más tarde Promise Vaughan cuando se unió al equipo, trabajaran principalmente con los creyentes hablantes del tangguat en la aldea inapang para aprender la cultura y el idioma de la gente tangguat. ¿Recuerdas a la amiga de Tiffany, Ellen, desde el principio de la historia? Ella era una de esos creyentes hablantes del tangguat.
“Cuando nos mudamos a Inapang para comenzar nuestro ministerio con la gente tangguat, Ellen estaba al frente, lista para ayudar y participar en la labor de llevar el Evangelio a su propio pueblo”, comentó Tiffany. “Ella trabajaba fiel e incansablemente enseñándome el idioma tangguat, y más tarde a Promise también”.
A pesar de que el aprendizaje de la cultura y el idioma de los tangguats en la aldea inapang introdujo desafíos para los misioneros, eso los mantuvo enfocados en su asociación con la iglesia de Inapang —y mantuvo a la iglesia de Inapang directamente involucrada con los misioneros y con el posterior esfuerzo de evangelización desde el primer día.
LA ALFABETIZACIÓN: UN COMPONENTE ESENCIAL
Esta asociación se destacó en la introducción del programa de alfabetización para los tangguats. En poco menos de una semana, los creyentes hablantes del tangguat de la aldea inapang escribieron más de 100 historias. Los misioneros escribieron las historias en la computadora y crearon cuatro cartillas, cuatro libros de lectura, y numerosos libros de lectura para personas alfabetizadas con las historias proporcionadas.
Y luego estos volvieron a las manos de la iglesia de Inapang; esta iglesia comenzó cursos de alfabetización para los tangguats con los nuevos materiales. Después del primer curso, los nuevos lectores tangguats enseñaron conjuntamente los cursos que siguieron, hasta que finalmente los estudiantes se convirtieron en los únicos maestros.
DESARROLLO CURRICULAR
Su asociación se extendió al desarrollo de un currículo. Puesto que los maestros bíblicos de la etnia inapang nunca habían participado en el desarrollo de un currículo, habría sido mucho más fácil para los misioneros sólo “hacerlo”. Habrían podido desarrollar los bosquejos de las lecciones, traducirlas, y entregarlas a la iglesia inapang como un gran recurso para la enseñanza de sus vecinos tangguats.
Pero esta era una asociación. Y tanto los misioneros como los inapangs estaban consagrados al proceso.
“Empezamos a pequeña escala y trabajamos con ellos en el bosquejo de las lecciones. Al principio, aun esto parecía como una tarea monumental”, comentó Tim Lanier. “Les enseñaba algunos conceptos y… los veía funcionar; luego se daban la vuelta y enseñaban los conceptos a otros hombres que estaban trabajando en el desarrollo de las lecciones. Esto afianzó aún más en sus mentes lo que estaban haciendo”.
Los misioneros guiaron el proceso, pero dejaron la supervisión de los seis a diez hombres que estaban desarrollando contenido para las lecciones a un par de maestros bíblicos inapangs bilingües.
“Todas las 75 lecciones fueron escritas a mano”, añadió Tim. “Luego Tiffany y Promise las escribieron en la computadora. Cada lección fue sometida a varias etapas de prueba a cargo de los maestros bíblicos inapangs. Ellos trabajaron intensamente durante un año y medio antes de terminar las lecciones”.
SE ESTABLECE UNA FECHA
Algunos días predominan en la mente —como ese sábado en la mañana cuando la iglesia inapang asumió su papel de liderazgo. Los misioneros se retrajeron mientras la iglesia inapang decidía que la enseñanza debía comenzar el 27 de abril de 2015. Ellos observaron mientras la iglesia escogió los equipos de enseñanza e independientemente determinaron reunirse de antemano para practicar y familiarizarse con las lecciones.
“Podía ver las riendas pasando de mí a la iglesia y al liderazgo de esta cuando tomaron la dirección en cuanto a cuándo y cómo todo esto iba a suceder”, compartió Tim. “Fue algo estresante y emocionante al mismo tiempo”.
Con la fecha establecida, la emoción ahora era palpable.
“Esto no iba a ser solo una clase bíblica”, explicó Tim, “sino un viaje a través de la Biblia con la intención de emplear la Palabra de Dios para desalojar las antiguas creencias animistas y la forma de entender el mundo que los rodea, y reemplazarlas con un entendimiento bíblico”.
ENSEÑANZA BÍBLICA FUNDAMENTAL
Cada semana los inapangs hacían la caminata de más de dos horas a través del pantano para pasar la semana con la gente tangguat; no era una caminata ni una tarea fácil. El tangguat era la lengua materna de algunos de los maestros bíblicos, pero no de todos ellos. El trabajo duro y el temor de hablar en otro idioma hicieron que algunos de los maestros bíblicos temblaran de nervios. Pero se levantaron, confiaron en Dios y enseñaron de todos modos; y Él se mostró fiel.
“Me regocijé cuando caminé por la aldea las primeras tardes”, comentó Tim. “A donde quiera que iba veía creyentes inapangs, hombres y mujeres, sentados con la gente tangguat repasando las lecciones y contestando preguntas. Fue muy emocionante verlos deseosos de transmitir estas grandes verdades y de cruzar las barreras del idioma y la cultura con Su Palabra”.
Fue al comienzo de la enseñanza que Antón, uno de los maestros bíblicos bilingües informó: “En esta semana los tangguats oyeron la historia… de la caída del hombre. Cuando se enteraron… que [Satanás] deseaba destruir a Adán y a Eva, los tangguats se enojaron y dijeron: ‘Lo que Satanás les hizo a Adán y a Eva entonces, ¡todavía lo hace a nosotros ahora!’ Lo verdaderamente asombroso es que, sin aún tener la enseñanza explícita sobre el pecado y los santos estándares de Dios, ya están viéndose a sí mismos como descendientes de Adán, en una situación completamente desesperada con su pecado”.
Más tarde, cuando los tangguats oyeron la historia del Diluvio y la destrucción de las ciudades de Sodoma y Gomorra, constantemente preguntaban: “¿Cómo podemos quitar nuestro pecado? ¡Somos como esas personas que Dios destruyó!”
¡Qué lugar desgarrador para estar! Pero ahí era exactamente donde los tangguats debían estar. Las personas deben reconocer primero que están perdidas antes de que puedan ser salvadas.
Con el nacimiento de Juan el Bautista, los tangguats vieron un rayo de esperanza. Para ellos fue claro que Juan el Bautista era aquel de quien Dios dijo que prepararía el camino para el Redentor prometido. “Ellos estaban escuchando que… Aquel que Dios dijo que los rescataría iba a venir”, informó Tim.
Ellos escuchaban con entusiasmo mientras les enseñaban sobre los primeros días del ministerio de Jesús. Y lo estaban entendiendo. “¡Jesús es nuestro Salvador!” exclamaban. “¡Dios nos va a salvar! Pero, ¿cómo va a hacerlo?”
Luego vino el resto de la historia. Después de oír que Dios mismo dio Su vida como el sacrificio perfecto por los pecados de la humanidad, finalmente entendieron el “cómo” —y respondieron con fe; los testimonios abundaban.
“No hay nada que podamos hacer para regresarnos a Dios. ¡Es algo que solo Dios hace! Jesús vino y murió por nuestros pecados, y es solamente gracias a Él que podemos llegar a Dios”, dijo Tresia con un brillo en su rostro.
“Jesús es la única puerta a Dios. Su sangre fue derramada por nosotros. …Él ha borrado completamente todos nuestros pecados”, expresó Jon.
Otro hombre dijo: “¡Él hizo esto por nosotros voluntariamente! No tenía ninguna deuda con nosotros y sin embargo lo hizo completamente por Su cuenta por nosotros. Él no debería haberlo hecho; éramos pecadores y no lo merecíamos, ¡y aún así lo hizo!”
Uno tras otro, los testimonios seguían llegando.
BENDICIÓN BIPARTITA
“Un aspecto muy bueno de este esfuerzo de plantación de iglesias es que tiene dos lados en los cuales participamos”, informaron los Lanier. “Uno de ellos es el pueblo tangguat que está oyendo las verdades de la Palabra de Dios y Su historia redentora. El otro es ver crecer y prosperar a la iglesia inapang a medida que atraviesan barreras lingüísticas y culturales para llevar la Palabra de Dios a sus vecinos”.
Para los misioneros nunca pasa de moda escuchar a los creyentes inapangs exclamando: “¡Ahora los creyentes inapangs y tangguats son una familia!”
Los matrimonios interraciales tejieron una relación familiar entre estos dos grupos étnicos, pero el poder del Evangelio los convirtió en hermanos y hermanas en Cristo. Y dos de estas hermanas, la misionera Tiffany Lanier y la creyente tangguat Ellen —su propia relación augurando una mucho más grande por venir— han visto con alegría lo que Dios ha hecho.
EL VALOR DE VIDAS RENDIDAS
“El Señor no solo ha sacado a la luz una iglesia entre el pueblo tangguat, sino que le ha mostrado a Su iglesia [la iglesia inapang] aquí en este valle que no hay nada que Él no pueda hacer con hombres y mujeres que estén rendidos a Él” comentaron los Lanier. “¿Quién sabe qué tiene preparado el Señor para Su pequeño grupo de creyentes en esta parte remota de la selva? Por ahora, sin embargo, tienen un gran desafío ante ellos pues comienzan a nutrir e impartir el discipulado a esta iglesia nueva de la zona de los tangguats”.
Dios obra a través de vidas que estén rendidas a Él y dispuestas a hacer lo que Él pida. En este caso tenemos tanto a los misioneros como a la iglesia inapang rendidos y dispuestos a servir. Los misioneros estuvieron dispuestos a tomar el “asiento trasero” y a asociarse con los creyentes indígenas, guiándolos a través del proceso probado de NTM para evangelizar y establecer nuevas iglesias. Y la iglesia inapang estuvo dispuesta a llevar el Evangelio más allá de sus fronteras y de su zona de confort.
A medida que Dios teje el tapiz de nuestras vidas, hay muchos hilos. Algunos aparecen como hebras de oro brillantes, mientras otros de un gris opaco en el fondo. Sin embargo, todos los hilos, entrelazados, son esenciales para crear la obra maestra de Dios.
Aún hay grupos étnicos no alcanzados que ni siquiera lo saben, pero están esperando a que sus destinos eternos sean entrelazados con aquellos que están dispuestos a llevarles el mensaje del Evangelio. Están esperando a que sus destinos sean entrelazados con oración y socios financieros que envíen a aquellos mensajeros dispuestos del Evangelio. ¿Vamos a entregar los hilos de nuestras vidas a Dios para que sean entretejidos en Su obra maestra como a Él le parezca mejor? No hay nada mejor que eso.
TRADUCCIÓN DEL MENSAJE DE LA FOTO:
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