21 de abril
¿Qué hay de malo en esta imagen?
El tiempo de graduación está a la vuelta de la esquina y el mercado laboral será inundado una vez más con graduados de bachillerato y de la universidad que competirán por vacantes disponibles. Con eso, llega la cruda realidad de que solamente el 5% de los graduados de universidades bíblicas y seminarios buscará oportunidades en ministerios transculturales entre el 94% de la población mundial, mientras que el restante 95% buscará cargos ministeriales AQUÍ en Norteamérica, que tiene alrededor del 6% de la población mundial. ¿Qué hacer ante eso?
Estas estadísticas no tienen en cuenta los grandes grupos de jóvenes cristianos que se graduarán en Filosofía y Letras en universidades cristianas, universidades seculares, o aquellos que se graduarán como bachilleres y en escuelas técnicas/de comercio que también integrarán la mano de obra. Aún no se sabe cuántos de ellos pueden estar considerando un ministerio transcultural, aunque se supone que las cifras son bajas.
Entonces, ¿qué significa esto en la continua difusión del Evangelio entre grupos étnicos no alcanzados?
Estamos viendo menos y menos jóvenes que capten la inmensidad del trabajo que Jesús nos dejó. …Y menos aún son conscientes de que depende de su generación terminar la tarea. Ni la educación superior ni los educadores universitarios no son los culpables; entonces, ¿quién es?
Creemos que la baja participación de obreros en los campos maduros y no cosechados del mundo tiene que ver con la necesidad de que la iglesia inculque en su gente la mentalidad de hacer discípulos entre las naciones. Se oye mucho acerca de alcanzar a nuestra propia Jerusalén y las comunidades vecinas; eso es bueno. La iglesia ha hecho bien al concentrar el enfoque de misiones en un énfasis ocasional de fin de semana para considerar las naciones, pero ¿qué estamos haciendo de manera objetiva para cambiar el rumbo en la preparación, la dotación y el envío de personas para que lleven el Evangelio hasta los fines de la tierra?
De alguna manera hemos adoptado la idea de que la función de la iglesia es reunirse únicamente para la adoración y la edificación, en lugar de tomar la preparación que recibimos y salir a alcanzar a un mundo perdido. La medida para saber qué tan bien estamos respondiendo al mandato es preguntarnos de manera individual: “¿A quién hemos alcanzado con el Evangelio en los últimos doce meses?” o “¿En quién estamos derramando actualmente nuestras vidas a través del discipulado?” Y, por otra parte, ¿dónde está nuestra compasión por aquellos que viven fuera del alcance del Evangelio?
Estas son algunas preguntas difíciles de afrontar. Son preguntas difíciles que yo afronto. Verás, no estoy señalando a nadie ni diciendo que he logrado hacer esto y tú no –no, todos (incluido yo), podemos desempeñarnos mejor en la labor de hacer discípulos y en la contribución a la obra que Jesús desea de cada uno de nosotros para concluir el trabajo.
La imagen de Cristo reuniendo para sí mismo una iglesia de toda tribu, lengua, pueblo y nación tendrá más sentido para nosotros cuando estemos ocupados en la obra de hacer discípulos.
Una parte de nuestro trabajo como movilizadores de misiones y defensores de las misiones globales es ayudar a las iglesias locales a desarrollar un enfoque permanente en misiones que inculque en su gente un corazón para Dios y el mundo. Creemos que una visión se capta cuando es enseñada; por lo tanto, tener un plan listo para llevar tal enfoque a todas las edades de la iglesia de modo constante, dará como resultado iglesias que envíen obreros de su comunidad. Estamos aquí para ayudar a motivar esa finalidad.
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