2 de abril
Si caminas en Pei por tan solo unos minutos, podrás ver camisetas de polo, teléfonos celulares, algunos paneles solares de 10 vatios e incluso un par de motores fuera de borda. Entonces, ¿por qué considerar este lugar como NO ALCANZADO? Para responder a esta pregunta es necesario contestar a esta otra pregunta primero: ¿No alcanzado con qué? Esta pregunta es crucial para nuestro tiempo. En general, nos estamos acercando a un tiempo en las misiones donde la benevolencia, las micro finanzas y lo que es socialmente bueno está reemplazando el llamado a llevar el Evangelio y hacer discípulos. Hay una generación de misioneros, como yo, que ha crecido en una cultura milenaria, cubierta con tatuajes y que ha oído por medio de iglesias y líderes que Dios quiere que abordemos la injusticia social, la pobreza y la marginalización como un medio para dispensar la verdad.
Pero ahí está el problema. Todas estas organizaciones y movimientos financiados por el público empiezan y ayudan a conseguir energía solar y luces, teléfonos y radios, y aunque esto es bueno… terminamos cambiando lo mejor por lo bueno. Los peis son un grupo étnico NO ALCANZADO porque nunca han oído el Evangelio en su lengua materna ni han tenido a su lado a un hacedor de discípulos para cumplir la Gran Comisión. De nada sirve que uno vaya a una nación de personas y las haga más cómodas, más educadas, o más conectadas mientras que su destino eterno de separación y castigo permanece igual. ¿Cuántas lágrimas tendrá que enjugar el Señor el día en que señale este hecho a los que han pregonado las cosas de este mundo como comparables a misioneros de la talla de Hudson Taylor, Sophie Mueller, Jim Elliot y otros?
En Romanos, el apóstol Pablo habla de los NO ALCANZADOS en una manera similar al explicar su ausencia de esa iglesia:
“Todo lo he llenado del evangelio de Cristo. Y de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno, sino, como está escrito: Aquellos a quienes nunca les fue anunciado acerca de él, verán; y los que nunca han oído de él, entenderán” –Pablo.
De todas las cosas buenas que podemos hacer por las naciones de todo el mundo, todas palidecen en comparación con la Gran Comisión. Cuando la desgracia, o la enfermedad o la muerte llega a un pueblo, las primeras cosas en ser destruidas serán los teléfonos, los generadores, los paneles y las luces. ¡Yo lo he visto! Sus mentiras deben ser reemplazadas por la verdad y el discipulado.
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