5 de marzo
Fue hace más de cuarenta años que conocimos a Blanche. Y fue por aquella época que el Señor estaba poniendo en su corazón que participara en un ministerio de intercesión. Pocas personas hacen esto; menos aún pasan toda la vida haciéndolo. Dios lo tiene en cuenta; Isaías 59:16 registra que Dios vio la condición perdida del hombre y “…se asombró de que no hubiera quien intercediera…”; esto es probablemente cierto de cada generación.
Blanche comenzó a orar por su familia, sus amigos, y los misioneros; y siguió orando por ellos a diario. Cada carta de oración que ella recibía de los misioneros era llevada ante el trono de la gracia en oración. Al pasar el tiempo, Blanche abrió su pequeña sala de estar en la Primera Avenida para otras mujeres que querían unirse a ella en oración. Esa reunión de oración, celebrada todos los jueves por la mañana, continuó durante cuarenta años.
Ni siquiera el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson de Blanche pudo interrumpir las reuniones semanales de oración; la oración era una prioridad. Cuando oraban, era como si estuvieran paradas en la tierra y tocaran el cielo.
Con los años, la lista de misioneros por los que había que orar creció. Se intercedía por personas y ministerios de todos los continentes y de docenas de países. Es increíble, pero cierto, que en la Primera Avenida se podía orar para afectar vidas en todo el mundo. Y ¡estas oraciones fueron eficaces para ver que el Evangelio llegara hasta grupos étnicos no alcanzados! Debido a la gracia de Dios, por estas oraciones y a través de estos ministerios las vidas de miles, probablemente millones, de personas fueron afectadas para toda la eternidad –toda la alabanza sea a Jesús, ¡el Cordero de Dios!
Apocalipsis 5:8 y 8:3 habla de las “oraciones de los santos” que se acumulan ante el trono de Dios. En el lapso de 2000 años de historia de la iglesia, que representa innumerables oraciones de cada generación de creyentes, están incorporadas las miles de horas de intercesión de Blanche. A pesar de no ser aclamadas por el hombre, y ser en gran parte desconocidas en la tierra, las oraciones de Blanche y sus amigas –Fredlyne, Epsie, Sylvia, Glenda y Cindy– han ganado un lugar eterno en el cielo ante Dios.
Últimamente, la lucha con la enfermedad de Parkinson le ocasionó mucha discapacidad a Blanche. Incluso entonces, los tiempos de oración semanales continuaron hasta que ella no tenía más vigor. Hace unos días, Blanche abandonó su cuerpo terrenal y entró en la presencia del Señor Jesucristo.
Hoy enterramos a una compañera de oración. O, como ustedes saben, sepultamos el cuerpo que ella habitó mientras estuvo en la tierra; Blanche ya estaba presente al Señor. No menos de siete misioneros pudieron acompañar a la familia, amigos, la comunidad cristiana, y las restantes miembros del grupo de oración, para honrar una vida bien vivida. De los cuatro rincones de la tierra, muchos otros han escrito de su amor y aprecio por Blanche.
Hoy sepultamos a una compañera de oración.
¿Quién tomará su lugar?
Deja un comentario