TEl anciano no podía entender lo que estaba viendo. Sus vecinos ya tenían dos familias misioneras viviendo entre ellos, y su gente no tenía ninguna. ¿Por qué estaba esta nueva familia allí?
Una invitación
“Debes venir a vivir con nosotros, aprender nuestra lengua y enseñarnos el Hablar de Dios”, le dijo a Seth Callahan.
Seth se encuentra en esta aldea como parte de la orientación de su familia al campo de Papúa Nueva Guinea. “Me iré de nuevo dentro de pocas semanas”, le dijo Seth al hombre.
Y luego las cosas se pusieron graves.
Luego una amenaza
“He estado en una de las iglesias que quedan cerca de aquí y ellos sólo enseñan usando biblias de la lengua franca o de español”, dijo el hombre. “Ellos me dijeron que si no creo el Hablar de Dios entonces iré al lugar de fuego; pero no entiendo el Hablar de Dios. …Si tú no vienes a vivir con nosotros, entonces me voy a cortar un dedo”.
Seth pensó que quizá el hombre estaba hablando en forma figurada, pero lo decía en serio. Cortarse un deseo es una señal de profunda aflicción. Así de desesperado estaba el hombre por oír la Palabra de Dios.
Hizo tres intentos, pero Seth lo convenció de conservar su dedo con la promesa de que les informaría a otros de la necesidad de misioneros.
Y les decía: “La mies a la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros a su mies” Lucas 10:2.