Acomodados en las aldeas selváticas de Papúa Nueva Guinea, normalmente en lo profundo de las montañas, uno halla misioneros que están alcanzando grupos étnicos aislados. Distantes e inaccesibles por auto o por camión —aun vehículos con tracción en las cuatro ruedas, ésos son los sitios donde muchos misioneros de NTM sirven. El avión es su único medio viable de transporte, el conducto para su comida y sus suministros, y la cuerda de salvamento para emergencias médicas, para ellos y para los aldeanos.
Pero había un problema; el liderazgo de New Tribes Mission de Papúa Nueva Guinea lo resumió en esta cita: “Para servirles, nosotros dependemos de aviones, de la misma manera que la mayoría de las personas dependen de un auto. Y en los últimos años, nuestra situación en cierto modo nos ha hecho depender de subcompactos viejos que requieren de gasolina súper. Los pilotos y mecánicos de NTM Aviation que nos sirven a nosotros necesitan una mejor herramienta”.
Después de mucha oración e investigación, se tomó la decisión de confiar en Dios para reemplazar la vieja flotilla de aviones de Papúa Nueva Guinea por Kodiaks. Así empezó un viaje de fe. Los misioneros tribales oraron, compartieron la necesidad, y esperaron expectantes. …Y esperaron; y esperaron algo más; pero todavía ni un solo avión Kodiak. Los misioneros Bill y Kelley Housley —que han ayudado a establecer una iglesia en un sitio donde las aeronaves son vitales— enviaron una petición urgente: “Por favor, oren por un avión Kodiak para servir a las iglesias tribales de este país”.
Cuando surgían dudas en la mente, el equipo de NTM Aviation las hacía a un lado, continuaba orando, y seguía distintos escenarios para financiar el avión. Ellos sabían que era esencial actualizar si querían continuar proveyendo transporte seguro a los equipos tribales de NTM, equipos que están llevando el mensaje de salvación de Dios a regiones apartadas e inaccesibles por otros medios de transporte. Los Kodiaks cumplirían un papel vital para alcanzar a los no alcanzados —pero la espera continuaba.
Y después Dios obró; se dio a conocer la necesidad a donantes, corazones fueron tocados, y se compró un Quest Kodiak para Papúa Nueva Guinea. Éste no fue un Kodiak que estuviera en proceso de fabricación. No fue ordenado y luego dado el usual plazo de seis meses para entrega. Dios tenía este Kodiak estacionado en una rampa en Quest, esperando al comprador. “¡Dios había estado trabajando todo el tiempo, construyendo esta aeronave misionera de última generación mientras muchos estaban orando!”, informó Phil Koop, director ejecutivo de NTMA.
¿Entonces ahora qué? El viaje de fe no ha terminado. Como Phil Koop lo expresó en un escrito: “Y ahora tenemos más oportunidades para confiar en Dios para que este Kodiak llegue a su campo de servicio. Aún no estamos en el Plato, ¡pero indudablemente estamos llegando a tercera base con el Plato en vista!”.
Estamos alabando a Dios por la provisión de este primer Kodiak, de varios necesitados en Papúa Nueva Guinea. Este Kodiak será una herramienta vital para llevar misioneros y sus suministros a aldeas selváticas distantes donde están llevando la luz del Evangelio a aquellos que viven en tinieblas espirituales.