Han terminado una temporada de cambio y un año sabático y Aimee Hedrick está de nuevo en su casa de la isla con sus queridos amigos tigaks.
Para Aimee no fue fácil despedirse de su familia y sus amigos en Estados Unidos. Ella estaba angustiada por la partida. “Indudablemente hubo horas de pavor en el fondo de mi estómago, fuertes y prolongados abrazos y una decorosa cantidad de lágrimas”, admite ella con franqueza.
Pero gracias a las fieles oraciones de muchos miembros del pueblo de Dios, comenta Aimee, “sentí una gran efusión de amor al regresar a la tribu. …¡Gracias a Dios por Su bondad y fortaleza!”.
Estar de nuevo en la aldea ha sido bueno. “Ha sido divertido volver a estar con todos aquí, escuchar algunas historias alentadoras de mis hermanos y hermanas, ver cómo todos los niños pequeños han crecido en siete meses, reencontrarme con mis coobreros, caminar alrededor de la aldea y recibir apretones de manos y abrazos de ‘bienvenida’”.
Aimee dice que siente un poco oxidadas sus destrezas con el idioma tigak, pero está animada porque a medida que ella visita a sus amigos se da cuenta que esas destrezas están regresando.
Ella está emocionada porque una de sus tareas del ministerio es comenzar un programa de alfabetización en idioma tigak. “El propósito de esto es que la gente tigak aprenda a leer y escribir su propio idioma para que puedan leer por sí mismos y verdaderamente entender la Palabra de Dios en su lengua”, añade Aimee.
Esta tarea incluye diseñar y hacer una edificación para la alfabetización en la aldea. “Probablemente un área abierta y cubierta, con algún tipo de escritorios o bancas”, explica ella.
A Aimee le encantaría contar con sus oraciones, no sólo por este esfuerzo con la alfabetización, sino también por el diario desarrollo de sus amistades con la gente tigak. “Oren para que yo tenga mucha sabiduría, motivación y sensibilidad del Señor para impartir el discipulado a un grupo de damas. …Oren para que mantenga la perspectiva, sea paciente y confíe en el tiempo de Dios para el crecimiento de ellos”.
“Hay muchos problemas de crecimiento, altibajos, alegrías y decepciones”, comparte ella. “Oren para que los creyentes tigaks apliquen la Palabra de Dios a medida que la oyen y la entienden, y para que Dios los transforme a Su imagen”.
Definitivamente Aimee está feliz de haber regresado. “Es un gozo y un privilegio estar aquí haciendo esto, con adversidades y todo”. Ella sabe que a la luz de la eternidad, todas las difíciles despedidas de la familia y los amigos son sacrificios que habrán valido la pena.
Ella recuerda el panorama a largo plazo de por qué está haciendo lo que está haciendo. “Créanme, ¡un día ustedes van a tener un dulce encuentro con creyentes tigaks en la gloria!” comenta Aimee.
La gente tigak es bendecida al tener a Aimee y a sus coobreros viviendo con ellos, amándolos y llevándoles el Evangelio, con su mensaje de esperanza, gozo y transformación; pero aún hay muchos grupos étnicos esperando. Cuando ores por Aimee y la gente tigak, pídele a Dios qué quiere Él que hagas tú para invertir tu vida en valores eternos.