Aaron Luse dice que casi puede imaginar cómo sería estar en la torre de Babel cuando Dios creó muchos idiomas a partir de uno. Él puede ver fácilmente la tremenda confusión que habrá resultado cuando las personas repentinamente se dieron cuenta que no podían comunicarse entre ellas.
“Yo no estuve en ese evento que ocurrió hace varios miles de años, pero hace un par de semanas, presencié, en una escala mucho menor, lo que resultó ser todo lo contrario a la torre de Babel”, informa Aaron.
Fue el día cuando representantes de cuatro tribus distintas, con idiomas totalmente diferentes, convergieron fuera de la casa de los Luse para la segunda conferencia anual para creyentes de la isla donde ellos viven y sirven.
Inicialmente hubo una pequeña confusión; pero gradualmente, mediante el uso de la lengua franca, “ellos empezaron a aclarar quién era cada uno y cómo todos íbamos a vivir y relacionarnos”, explica Aaron.
Durante tres días, los creyentes de la etnia patpatar albergaron a los creyentes de la conferencia en su aldea; y fue una reunión asombrosa.
“Fue maravilloso participar en la oración, el canto, los testimonios y la comunión con hermanos y hermanas en Cristo de diferentes zonas de la isla”, informa Aaron. Esta reunión de los cristianos de la isla incluyó a creyentes nuevos y a algunos que habían conocido a Cristo ya por un tiempo, pero todos se veían a sí mismos simplemente como uno solo en Cristo.
Ver esta unidad fue una bendición para Aaron y le ministró personalmente en maneras que él no hubiera podido predecir. Durante la conferencia, comenta él, “Dios decidió llevar al cielo a mi padre adoptivo de la tribu. Él había estado batallando contra un cáncer y había empeorado rápidamente, pero yo no esperaba que él iba a partir durante las reuniones. El día antes de su muerte, yo había compartido su testimonio con estas cuatro tribus reunidas como una sola en Cristo. Esto les mostró la realidad de su posición en Cristo”.
Repentinamente el cielo les parecía mucho más real a ellos y, como Dios lo planeó, fue en la siguiente mañana cuando Aaron y los creyentes congregados oyeron que este creyente piadoso había partido al cielo. Y aunque muchos en este grupo de creyentes nunca habían conocido a este anciano que amó fielmente a Jesús, dieron de sus limitados recursos para contribuir con un donativo de simpatía para su familia, a fin de ayudar con los gastos del funeral.
Aaron se conmovió profundamente al ver al Espíritu de Dios obrando, cambiando radicalmente individuos y grupos tribales para que extendieran generosamente y con gracia Su amor en maneras que son contrarias a la cultura.
“Vi ocurrir lo contrario de Babel”, comenta él.
En lugar de confusión, división y conflicto, el Espíritu de Dios trajo gozo, unidad y compasión a este grupo de creyentes reunidos para declarar y celebrar su amor por Él.