Lisa Kappeler está alabando a Dios por Su gran fidelidad. Ella ha estado orando intensamente y durante mucho tiempo para que Dios le permita regresar a la tribu uriay donde ha ministrado desde el año 2004. Debido a la ausencia de compañeros de ministerio, Lisa no ha podido vivir en su casa de la aldea uriay y, a cambio, ha tenido que navegar muchos kilómetros en el río para continuar su ministerio allí.
“He estado pensando”, comparte Lisa, “en que Dios nos disciplina para nuestro bien y nuestro crecimiento, pero aun en eso, Él es tierno y lleno de gracia. Él no permite el dolor en nuestra vida para que nos haga daño, sino para acercarnos a Él. …Y en esos momentos de necesidad, me encuentro al pie de la cruz otra vez, confesando mi absoluta necesidad de Su fuerza, Su gracia y Su obra en mi vida”.
Una parte de Su obra, comenta Lisa, consiste en responder las oraciones. Y Dios ha respondido recientemente muchas oraciones en cuanto a una manera de poder estar de nuevo en la tribu uriay. Él ha hecho esto en maneras que la sorprenden a ella.
“Hay una querida pareja de esposos en el campo, en la región de las tierras altas, quienes me han acompañado en mi recorrido con NTM desde el comienzo”, informa ella.
Estos amigos misioneros han estado en Papúa Nueva Guinea durante muchos años y últimamente han estado viviendo cerca de un colegio para hijos de misioneros a fin de que sus nietas puedan vivir con ellos y asistan al colegio mientras sus padres trabajan con una tribu.
Reconociendo que la joven iglesia uriay necesita urgentemente discipulado, consejo y guía, esta familia voluntariamente reorganizó por cuatro meses la situación de la casa para que los abuelos misioneros puedan trasladarse con Lisa a la aldea uriay, a fin de que ella no tenga que ministrar allí sola.
Lisa proyecta que esto le proporcionará cuatro meses concentrados de enseñanza, discipulado y traducción con la gente uriay.
“¡Alábalo, alábalo, alábalo por todo lo que Él ha hecho para resolver esto!” comenta Lisa. “Muchos están haciendo sacrificios para que los creyentes uriays puedan ser animados, discipulados, enseñados y edificados en la fe. ¡Sólo Dios podía hacer esto!”.
Lisa sabe que ésta no es una solución de largo plazo. “Pero Su fidelidad nunca cambia”, dice ella. “Dios está haciendo cosas para nutrir a la iglesia uriay hasta que llegue una solución de largo plazo; Él siempre es fiel”.
Y mirando hacia el futuro, los creyentes uriays espontáneamente han comenzado a ofrecerse para suplir la necesidad de Lisa de compañerismo y protección. Ellos han empezado a construir sus propias casas cerca de la casa de Lisa. “Yo puedo hablar con ellos desde mi casa sin necesidad de gritar”, añade Lisa.
A Lisa le alegra ver a la iglesia uriay asumiendo la responsabilidad de hacer planes para asegurar la seguridad de ella.
Entonces, independientemente de lo que Dios haga con este proyecto, Lisa está llena de alabanza a Él por lo que Él va a hacer, y exhorta a alabarlo a Él por Sus maravillosos planes para madurar a la iglesia uriay a pesar de los desafíos.
Y, mientras tú oras, ella tiene otra petición de oración para cuando ella regrese a vivir con la gente uriay:
“Siéntete en libertad”, dice Lisa, “de orar para que no haya ratas ni serpientes en mi casa”.