En enero de 2011, Craig Hammonds decidió participar en un viaje de misiones. Él hizo su maleta y salió para Papúa Nueva Guinea con dos amigos de la iglesia. Ellos tenían una meta: ayudar con un proyecto de construcción para unos amigos misioneros que estaban ministrando en la selva.
Su esposa, Marcy, observa: “En el momento nos pareció muy sencillo, pero no sabíamos que Dios iba a darle un vuelco a nuestras vidas para cuando el viaje de dos semana de Craig terminara”.
Marcy dice que ella y Craig estaban viviendo el sueño americano. Tenían excelentes empleos y dos carros bonitos en la entrada para autos de su casa nueva y espaciosa. “Nosotros lo teníamos todo”, comenta Marcy, “ropa fina y toda clase de artefactos y cosas”.
Cuatro días después de la partida de Craig, Marcy finalmente halló tiempo en su agitada vida de madre trabajadora para sentarse y mirar un DVD informativo que le dio más información y conocimiento acerca del viaje de misiones de Craig.
Mientras Marcy veía el video, sentía que su perspectiva cambiaba radicalmente. Ella creció asistiendo a la iglesia y oyó acerca de misiones durante toda su vida. “A mí siempre me encantó leer acerca de misiones, pero nunca me sentí llamada a ir o participar yo misma”, informa ella.
Pero a medida que ella volvía a ver el video una y otra vez, algo en su corazón se desprendía y cambiaba.
“Estaba acongojada”, admite Marcy; “yo sabía, sin lugar a dudas, que necesitaba averiguar más. Al día siguiente, ingresé al sitio web de New Tribes Mission y completé un cuestionario. Alguien de esta entidad misionera me contactó en la tarde del próximo día”.
Mientras todo esto le sucedía a Marcy en su cómoda casa en Tennessee, Craig estaba ocupado en Papúa Nueva Guinea. Además de trabajar duro en el proyecto de construcción, Craig estaba pasando tiempo de calidad con sus amigos misioneros y oyendo sus historias. Y su propio corazón se estaba abriendo a Dios para que reorganizara sus vidas.
“Nosotros no teníamos una manera para comunicarnos durante ese tiempo”, explica Marcy. “Craig me había enviado un solo correo electrónico, y ni siquiera estaba seguro cuándo lo recibiría yo o si lo recibiría. Lo que yo ignoraba era que Craig, en el otro lado del mundo, estaba sintiendo las mismas cosas que yo estaba sintiendo en casa. Su correo electrónico mencionaba que teníamos que hablar cuando él regresara. Dijo que había cambios que debíamos discutir”.
Mientras tanto, Marcy estaba explorando oportunidades de ministerio en el sitio web de NTM. Cuando vio que se necesitaba urgentemente un maestro de ciencias para el bachillerato en Papúa Nueva Guinea, quedó atónita. Aunque Craig obtuvo un título de biología en la universidad y trabajó como químico en un laboratorio durante casi 20 años, “por casualidad”, también obtuvo un subtítulo de educación secundaria que nunca había usado.
“Y yo sabía que a él le apasiona enseñar, pues él enseñó en distintos cargos en nuestra iglesia durante más de dos décadas”, comenta Marcy.
Regresando a la situación en Papúa Nueva Guinea, el viaje de Craig había dado un giro inesperado. Se tomó la decisión de pasar los últimos dos días del viaje de misiones visitando un colegio para hijos de misioneros, donde asistían las hijas de los amigos misioneros —el mismo colegio acerca del cual Marcy había leído que estaba necesitando urgentemente un maestro de ciencias para bachillerato. Poco tiempo después de llegar al colegio, Craig se enteró de la necesidad apremiante y se sintió movido a hablar con el director del colegio acerca de esa vacante.
Cuando Craig volvió a casa, él y Marcy se sorprendieron al compartir el uno con el otro y al enterarse de cómo Dios había obrado en el corazón de cada uno mientras habían estado separados. Juntos, vieron claramente que Su mano estaba señalando un cambio dramático en sus vidas y que Su gracia los había preparado para actuar con base en esa convicción.
“Un día después de que Craig regresara de Papúa Nueva Guinea, juntos fuimos y solicitamos pasaportes para mí y para nuestros dos hijos, y en ese mismo día pusimos en venta nuestra casa”, informa Marcy. “Nosotros sabíamos que innegablemente habíamos sido llamados por Dios para ir a servirle en Papúa Nueva Guinea. Al principio estuvimos un poco ansiosos y asustados; pero, en general, experimentamos una paz total y un sentimiento de libertad arrolladora que nunca habíamos tenido en toda nuestra vida”.
Craig y Marcy renunciaron a sus profesiones establecidas y a sus sueldos seguros y predecibles. Empezaron a confiar en Dios para que les ayudara a encontrar compañeros de ministerio. “No, todo esto no tenía sentido para nuestras mentes humanas”, admite Marcy.
Craig y Marcy y sus dos hijos, Caleb y Taylor, se mudaron a Papúa Nueva Guinea en julio de 2011. Ellos están sirviendo allí como asociados de New Tribes Mission, enseñando a los hijos de los misioneros.
Craig dice que un versículo particular de la Biblia ha tenido mucho significado para ellos en este vuelco que han dado sus vidas. “Hemos gozado con este versículo, y hemos confiado en lo que el Señor promete en él”. El versículo es Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
“Seguimos confiando en Dios completamente —sabemos que Él va a cuidarnos. Y nos sentimos increíblemente bendecidos por el hecho de que Él esté dispuesto a obrar por medio de nosotros”, comenta Marcy.
“Hemos aprendido a querer este lugar. Dios nos ha mostrado que no somos nada en nuestras propias fuerzas, pero en Él, no hay límites a lo que podemos realizar. Ahora nosotros pasamos mucho más tiempo de calidad juntos, no sólo en las Escrituras, sino también hablando y riendo juntos y siendo una familia”.
“Ha sido una experiencia muy liberadora”, continúa Marcy. “El gozo y la paz que tenemos ahora son algo que no puede comprar el dinero. Aunque siempre fuimos miembros activos de nuestra iglesia y llevábamos un estilo de vida cristiano, sentimos ahora —en muchas maneras— como si hubiéramos recibido una segunda oportunidad en la vida. No nos pesa en ninguna manera”.