La esperanza de alcanzar a los perdidos con las buenas nuevas, anima en el ministerio a la familia Gilley.
Han pasado aproximadamente tres meses desde que Craig y Kayla Gilley llegaron a la región del Pacífico Asiático. Y sí, esta familia tendrá que hacer muchos ajustes; pero ya se están instalando y están entusiasmados por empezar su ministerio.
“Estamos asombrados por cómo hemos llegado a amar este país y su gente en tan poco tiempo”, comparte Kayla. “Entre más conocemos a la gente, nuestros corazones más se acercan a ellos”.
A medida que ellos experimentan los esperados cambios culturales y absorben el comienzo de los desafíos del idioma, hay una realidad subyacente que se impone en sus corazones: “La gente está ciega por causa de sus rituales y tradiciones. Es duro saber esto, en este punto, pues no tenemos manera de comunicarles claramente la verdad a ellos”.
El conocimiento de esta cruda realidad impulsa a Craig y a Kayla a consagrar tanto tiempo como puedan para “despegar” en sus estudios de la cultura y el idioma y para fomentar amistades en su comunidad.
“Nosotros estamos mezclándonos con la gente: vamos al pueblo, comemos donde ellos comen, vamos a sus casas. Estamos experimentando la vida como ellos la viven. Descubrimos la cultura y aprendemos el idioma por pasar tiempo con ellos”, comenta Craig.
Una cosa que los Gilley han notado, mientras han andado en el vecindario, es que muchas personas tienen pájaros. “Las aves de canto son muy importantes para la gente. En realidad ellos realizan competencias de canto para las aves”, explica Kayla.
Por lo tanto, los Gilley decidieron comprar un canario amarillo pequeño, un pájaro que ya les ha abierto la puerta para sostener conversaciones con su vecino, quien está deseoso de ayudarles a conocer las costumbres de las aves.
“Para nuestros hijos ha sido divertido visitar la casa de este hombre y alimentar sus pájaros”. A ellos les encanta alimentar las aves con gusanos y grillos y les gusta aprender a cuidarlas.
A la familia Gilley le ha gustado aprender nuevas cosas. “Estamos entusiasmados por aprender más y por continuar entablando amistades”, informa Craig.
¿Cuáles son algunos de los retos de ser nuevos en este ministerio?
Los días son llenos y exigentes. “Se llenan rápido y no hay indicios de que el ritmo vaya a disminuir”, comenta Kayla. Es un reto fijar prioridades y cubrir todos los campos. Craig y Kayla están pidiendo a Dios buena salud y sabiduría para educar a sus hijos.
Las barreras del idioma a veces son difíciles y desalentadoras. En estos días es especialmente difícil relacionarse con los chicos que viven cerca. Con frecuencia ellos huyen cuando los hijos de los Gilley salen a tratar de jugar con ellos. “Oh, ¡eso rompe el corazón! No veo la hora de poder comunicarme más”, añade Kayla.
En estos días de adaptación, los Gilley echan de menos a su familia y a los amigos que dejaron en su país. “Es difícil que una de mis mejores amigas haya dado a luz y yo esté tan lejos. …Me da tristeza al pensar que esa preciosa niña va a tener unos cuatro años cuando la vea por primera vez. …La situación es difícil a veces”, explica Kayla.
Entonces ¿qué es lo que hace que estos sacrificios y desafíos valgan la pena?
Lo es la esperanza radiante y sustentadora del futuro. Una esperanza basada en lo que hará la gracia de Dios.
La familia Gilley está firmemente esperanzada en que Dios les seguirá brindando oportunidades para invertir su tiempo y atención en las vidas de personas. Ellos confían en que la fuerza y el tiempo de Dios más adelante abrirán puertas para poder compartir con la gente las maravillosas noticias de Jesús y Su amor.