Para la persona promedio, frecuentemente es un misterio cómo alguien puede traducir la Biblia. Quizás la mente de uno proyecte la imagen de una especie de ermitaño, alguien muy estudioso y reservado, sentado todo el día frente a una computadora.
Eso no es siempre así para Cori Gervasi, quien trabaja con los sekadaus traduciendo las Escrituras para ellos.
Su día puede incluir ayudar en el parto de un bebé, sosteniendo la linterna o apretando la mano de la parturienta hasta que se entumece. El nacimiento del pequeño Oseas fue uno de esos momentos emocionantes.
Ella puede dirigirse a una conferencia regional donde disfruta de la comunión y la enseñanza de la Palabra con otros misioneros.
Con frecuencia ella da un paseo alrededor de la aldea y puede ver la cosecha de arroz, vegetales, frutas, berenjenas, bananos y ahuyamas. No pasa mucho tiempo antes de que tenga tantos manjares para llevar a casa que una de las damas de la tribu tiene que prestarle un canasto.
La alegría de estar involucrada con los niños en un programa de juegos, memorización y estudio es una de las cosas más llamativas para Cori cada semana.
Recientemente realizó la celebración de la vida del Abuelo Feliz, quien murió aparentemente de tuberculosis. Fue un gozo especial porque muchos de los hermanos e hijos de él son creyentes.
Cori logra ver y participar en más bodas de creyentes, en contraste con la presión de grupo para casarse con cualquiera que se atraviese en el camino.
A ella le encanta traducir canciones para cantarlas a la gente, y parte de ese proceso implica salir a la aldea para ensayarlas. “Apenas acabo de terminar de traducir una y debo apresurarme a salir hoy para asegurarme de que no diga algo vergonzoso”, informa ella.
Aunque el trabajo de un traductor tiene diversos elementos, y algunos de ellos son divertidos, aun así existe el arduo trabajo básico y el proceso estresante de concentrarse en cada palabra y cada frase y luego someter todo a varias revisiones.
Recientemente hubo que revisar 300 versículos para hacer correcciones y para imprimirlos. No era claro si varios o alguno de los ayudantes de traducción sekadaus llegarían para ayudar.
Pa’Eta apareció fielmente para trabajar muy duro con su propio talento. Él estuvo allí solo, sin que hubiera ningún otro sekadau para ayudar con el largo y duro proceso, a pesar de que él es “un hombre industrioso con muchas ocupaciones. Su disposición para ayudar no se debe a que no tenga algo ‘mejor’ para hacer”, según expresa Cori.
Ella expresó claramente que con compañeros de trabajo como él es como Dios está proveyendo para este largo y arduo proceso.
El abuelo de Leoni, Ke’Oni, ayuda frecuentemente “con su persistente determinación y su inalterable deseo de servir al Señor”, pero en esta ocasión no estaba disponible, dijo Cori.
Cada semana, Pa’Eta ha estado leyendo y grabando las Escrituras, lo cual permite un mayor avance hacia la siguiente revisión.
Cori informa: “Acabamos de imprimir el primer libro ‘oficial’ de las Escrituras traducidas. Tiene porciones de Génesis y Éxodo que ya están aprobadas para su distribución. ¡Estoy muy emocionada con la idea de poner esos libros en las manos de nuestros maestros sekadaus y otros creyentes!”.
Cada semana significa más Escrituras corregidas que pueden ser usadas por los sekadaus para su propia formulación de lecciones para la enseñanza o para el estudio individual. Estas Escrituras corregidas proveen más material para las historias bíblicas de los niños, a fin de imprimirlas para que sean usadas por las familias.
Oremos por Cori y sus compañeros de trabajo mientras siguen adelante con la emocionante vida de la traducción bíblica.