Sostener un cuaderno o un lápiz o saber leer y escribir es algo que normalmente esperamos que se aprenda a una edad muy temprana.
Ver y saber cómo se vería el nombre de uno en forma escrita es algo que todos damos por hecho.
¿No es verdad?
En el caso de un hombre patpatar de las húmedas selvas de Papúa Nueva Guinea esto no es cierto. Aaron y Lori Luse certifican eso en su carta noticiosa, ellos cuentan cómo sus clases de alfabetización lo han afectado a él:
Cuando empezamos las clases de alfabetización en Patpatar, uno de los estudiantes que asistía era un hombre joven que tenía esposa y varios hijos pequeños. Era un trabajador vigoroso, pero silencioso y reservado. Su lucha con lo que parecía ser anemia, con frecuencia lo postraba en una estera en su pequeña choza. Él carecía de educación formal pero quería aprender.
La primera clase de alfabetización fue difícil para él. Cómo sostener un cuaderno, cómo sostener el lápiz, ser capaz de reconocer su nombre en el papel, tareas en las cuales no pensamos mucho, eran luchas para él. No era una persona que aprendía rápidamente, pero perseveraba. Cuatro meses después, se paró tímidamente ante el gentío reunido para la graduación y leyó lentamente una historia sencilla. ¿Pero qué ha sucedido desde entonces?
… El joven al que tuvo que enseñársele cómo sostener un cuaderno ahora es un creyente y está creciendo en el Señor y leyendo la Palabra de Dios por sí mismo.
El hombre patpatar y los esposos Luse tuvieron que perseverar, dedicando inmensamente sus mentes para superar estos retos.
Ha sido muy motivador ver que aprender a sostener un lápiz y un cuaderno literalmente conduce a la lectura de la Palabra de Dios y al crecimiento de un creyente nuevo.