Nadie quisiera pensar que no es capaz de terminar el trabajo que ha empezado. A medida que los misioneros escriben acerca de su intento por terminar el trabajo de alcanzar a los no alcanzados en su generación se hace evidente que hay una especie de contradicción. Sus historias de vida hacen difícil pensar que el trabajo será terminado.
Michael Fournier en África compara su nuevo trabajo con una montaña rusa y con correr como un tren a toda velocidad. Cuando estás montado en una montaña rusa, ¿qué otro cosa puedes hacer aparte de aferrarte con todas tus fuerzas para no caer y herirte?
Lindsey Burrows escribe extensamente acerca de su deseo de participar en este trabajo y los montonazos de cosas que tendrá que hacer para finalmente llegar a su lugar de servicio, pero al mismo tiempo envía una imagen que dice: “Esperando… esperando… esperando…”.
Terry Reed, quien está traduciendo la Biblia al idioma de los guarijíos, se refiere al último chequeo de la traducción como a un maratón. Y si están ocupados corriendo un maratón, ¿no se concentrarán más en permanecer hidratados, en respirar bien, y en llegar a la meta?
¿Cómo espera Dios completar esta obra de alcanzar a los no alcanzados por medio de personas que están tratando de persistir, de llegar hasta el final, mientras esperan?
Michael va más allá y se refiere a sí mismo como a un bebé que es tan dependiente que sólo puede gritar para que lo alimenten y lo cambien. Pero personas que son como niños ¿qué tienen que pueda contribuir en este trabajo tan necesario? Luego se refiere a sí mismo como a un necio.
Huy, ¿niños que son como necios en montañas rusas aferrándose con todas sus fuerzas… esperando?
Mientras Terry traduce, retraduce, chequea traducciones y proyecta futuras traducciones, también diligencia/espera papeleo, enseña principios de traducción a estudiantes del centro de capacitación, trata de formatear la traducción para ponerla en el programa e-sword como un recurso, planea asistir a un taller de traducción, él y su esposa se preparan para una conferencia anual del campo, visitan hermanos que les apoyan en el ministerio y visitan familiares, llevan a sus hijos a un campamento y regresan a su hogar donde los guarijíos.
Todo esto requiere de una planeación cuidadosa para viajar en carro, en autobús y en avión. Es necesario comprar boletos y combustible, asegurarse de hacer el mantenimiento, planear las finanzas y las comidas, así como en dónde dormirán la siguiente noche. Se debe planear el currículo para enseñar, se debe hacer un estudio técnico para formatear, y ni hablar de lo que deben hacer para preparar a sus hijos para asistir a un campamento en otro país.
Suena como que están participando en cortos sprints en medio del maratón.
Un deporte que los guarijíos y sus parientes, los tarahumaras, acostumbraban practicar era como cortos sprints que llegaban a ser un maratón. Ellos corrían ida y venida, un kilómetro y medio de meta a meta, con una bola pesada de roble balanceada sobre el empeine de sus pies. La bola, más grande que una de croquet, era pasada de una persona a otra sin usar las manos. Al final de este juego tenían que correr unos 32 kilómetros.
Los maratones de mayor distancia por los que son famosos ellos, se corren a través de las montañas, cargando una antorcha para ver los senderos en la noche. Después de cinco a diez vueltas de 19 kilómetros cada una, laboraban sus ocho horas diarias normales. Podemos entender por qué muchas personas están viniendo para aprender de estos corredores de fondo.
Estos corredores asombrosos y los misioneros pueden enseñarnos acerca de resistencia en nuestra propia “carrera”. ¿Qué estamos haciendo para concluir el trabajo de alcanzar a los no alcanzados en nuestra generación? ¿En cuáles sprints cortos estamos ocupados mientras trabajamos con la mira de terminar ese maratón?
Ned y Linn Beal informan desde Papúa Nueva Guinea acerca de cómo están llevando a cabo su parte. Pasaron un tiempo largo y extenuante revisando 2600 versículos en dos semanas. Esto implica leer cada versículo a los nativohablantes en su propia lengua indígena a fin de que ellos puedan recitar la porción completa en la lengua franca. Ned puede hacerles preguntas para averiguar si todo ha quedado claro. Éste es el último paso del proceso antes de imprimir. Qué gran final para un trabajo agotador.
La Palabra de Dios deja en claro que Él escogió a niños espirituales débiles y necios para correr esta carrera de la vida que está claramente marcada con un propósito bien definido. Él aun dice que debemos luchar durante todo el trayecto con un enfoque que permita redimir el tiempo que se nos da para trabajar hacia un final claro. Somos alentados a esperar en el Señor con la seguridad de que Él renovará nuestras fuerzas para terminar bien las obras que Él nos da para hacer.
Él nunca promete revelarnos cuán largo será el recorrido hasta el final literal, pero sí promete acompañarnos durante todo el trayecto. Así que, continuemos mientras esperamos, corramos bien, luchemos hasta el final mientras Él usa lo necio para alcanzar a los no alcanzados en nuestra generación.