La aldea fue azotada por una enfermedad grave. Junto con el resto de la gente, muchos creyentes fueron afectados.
Katrina vino donde Bill y Kelley Housley y les contó que un grupo entero de creyentes enfermos haría un viaje en canoa río arriba, y desde allí caminarían hasta la “casa de los enfermos” (el puesto de salud del gobierno).
“La mujer se veía terrible”, informa Kelley, “y mientras la vi alejarse caminando débilmente, me pregunté si sobreviviría al viaje; ellos saldrían al día siguiente”.
Había muchas personas afectadas, todas gravemente enfermas. Un chico pequeño estaba tan afectado que la parte inferior de su torso estaba visiblemente inflamada.
Bill y Kelley se alegraron al saber que el puesto de salud había vuelto a tener un médico practicante y oraron por sus amigos enfermos cuando partieron.
El viaje en canoa sólo era el comienzo del viaje. Después tenían que caminar durante varias horas a través de hoyos profundos de lodo que una vez fueron caminos, ahora destruidos por las fuertes lluvias estacionales.
Al llegar al puesto de salud después del arduo viaje, los enfermos recibieron malas noticias. El doctor se había ido y no regresaría durante varios días.
A pesar de las amargas y decepcionantes noticias, los cansados creyentes comentaron: “Bien, si alguno de nosotros muere, estamos en las manos de Dios”.
Durante el viaje de regreso, la aguda inflamación del torso del niño comenzó a desaparecer; pronto pudo caminar solo. La respiración de Katrina gradualmente mejoró y pronto, ella también, pudo caminar sin ayuda, al paso del resto del grupo.
Kelley aún no había recibido ninguna noticia del grupo de viajeros cuando se dirigió a la aldea a la mañana siguiente para enseñar una clase. Ella oyó la voz de una mujer llamando desde una de las casas que pasó. Kelley pensó que era la voz de la hermana de Katrina, quien no estaba enferma.
Ella quedó pasmada cuando se dio cuenta que la voz era de Katrina, quien había estado terriblemente enferma. Katrina, quien ahora estaba sentada y se veía fuerte y sonreía, extendió su mano y le ofreció a Kelley algo para comer.
“¡No podía creer lo que veía!” comenta Kelley. “Dos días atrás, parecía que esta mujer podía morir en cualquier momento”.
Cuando Kelley escuchó la historia de cómo Dios se había hecho cargo del grupo de viajeros enfermos, quedó atónita.
“Yo no recibí ningún medicamento y no vi al médico”, decía Katrina, “pero hablé con mi Padre y Él verdaderamente tiene todo el poder y ayuda a los que lo necesitan. ¡Hoy le estoy dando un “gracias” muy grande a Dios!”.
“Había otras historias pero aún no las he escuchado todas”, comparte Kelley.
Estos creyentes están celebrando juntos el poder y la bondad de un Dios que oye y responde las oraciones.
Kelley dice que el grupo de damas de la aldea actualmente está estudiando el libro de Proverbios y cómo Dios hizo todas las cosas con sabiduría. “Eso nos incluye a nosotros y nuestros débiles cuerpos”, añade ella; “Él nos hizo y Él puede sanarnos”.
Los misioneros están animados porque Dios se está moviendo. “Él se mueve cuando nosotros oramos, así que, por favor, no dejes de orar”, pide Kelley.
Alaba a Dios, junto con Bill y Kelley Housley y su grupo de creyentes, por mostrarse poderoso para salvar. Ora para que Dios continúe madurando a los creyentes a medida que estudian Su Palabra y confían a Él sus vidas.