Bobo, un creyente de la etnia mengen, tuvo que vencer tremendos obstáculos para llegar a la fe en Cristo.
El padre de Bobo murió cuando él era un bebé. Muchos dicen que su padre fue matado por un aborou, una persona con la capacidad de hacer magia negra. Su madre, agobiada por la tristeza y la vergüenza, se suicidó poco tiempo después.
Bobo y su hermana mayor fueron hallados en un cuarto al lado de su madre muerta. Su familia extendida lo crió a él. Su abuela y sus tíos fueron las personas que más lo cuidaron.
“Debido a estas circunstancias”, comenta el misionero Lourens Laureti, “Bobo creció siendo un chico difícil, y aun según su propia cultura era considerado como una persona maleducada, ladrona y buscapleitos”.
Desde el primer día que los misioneros llegaron a la tribu, Bobo se propuso aprovecharse de ellos. Él se ofrecía a ayudar a cargar sus suministros, lo cual le daba la oportunidad de robar algunas cosas. Luego se coló en la casa de ellos y robó azúcar y levadura para hacer una bebida alcohólica casera para poder emborracharse. Con el paso de los años se convirtió en un buscapleitos constante.
Los misioneros quedaron sorprendidos porque cuando enseñaron las lecciones bíblicas de Fundamentos Firmes, Bobo asistió a todas ellas. Luego asistió a la siguiente serie de lecciones sobre los libros de Hechos y Romanos.
Cuando Bobo escuchó la enseñanza, el Espíritu Santo comenzó a obrar en su vida mostrándole su pecado y su necesidad de un redentor.
Así, este joven huérfano fue adoptado en la familia de Cristo con Dios como su Padre.
“Dios ha hecho una obra extraordinaria en la vida de este joven”, informa Lourens, “él ingresó al curso de alfabetización y aprendió a leer y escribir y ahora está siendo capacitado como maestro de alfabetización. También se encuentra en las primeras etapas de ser evaluado para convertirse en un maestro aprendiz de la iglesia. Verdaderamente Dios le ha dado un giro a su vida”.
Oren para que el equipo misionero que ministra a la gente mengen continúe viendo vidas transformadas. Oren también por Bobo; él sólo tiene dieciséis años de edad y tiene muchos años para dedicarlos a su Señor y Salvador.