Los estudios en la etnia pal recientemente han incluido lecciones sobre techos.
Chris y Maggie Hostetter han vivido en la tribu pal durante unos tres meses. Actualmente están en medio de sus estudios de cultura e idioma. “Todos los días pasamos una buena parte del tiempo con la gente pal, aprendiendo y practicando su idioma, y luego, pasamos otra buena cantidad de tiempo analizando y memorizando a solas”.
Pero también se puede adquirir la comprensión de la cultura y el idioma en otras maneras. Por ejemplo, informa Chris, “el viernes pasado, tuve el privilegio de aprender a poner el techo de una casa”.
Chris dice que él y su amigo, Nate, caminaron 30 minutos hasta una aldea cercana donde se iba a llevar a cabo este evento cultural. “Cuando llegamos, no había muchas personas allí y nos fuimos a pasar el tiempo en una casa, masticando caña de azúcar y contando historias. Cerca de una hora más tarde, empezaron a llegar los hombres de las aldeas vecinas y comenzamos a trabajar”.
“Al principio”, comenta Chris, “me limité a observar y tomar fotos, pero dentro de poco tiempo ya tenía ganas de participar. Si Pal iba a ser mi hogar, entonces yo tenía que aprender a ser un hombre pal. Entré a la casa y después trepé los postes y vigas hasta llegar a la cumbrera, donde había media docena de hombres trabajando; ‘pónganme a trabajar’ les dije”.
Chris dice que las hojas de bambú, llamadas mebia, son tejidas para crear la materia prima. Estas secciones de mebia eran pasadas a Chris y a los otros trabajadores y ellos las ponían y las amarraban. Como Chris era un principiante, comenta él, “no me permitían amarrar en los sitios críticos. Éstos tenían que ser hechos en forma perfecta. Pero los espacios del medio, bien, ésos son los que me dejaban hacer”.
La experiencia lo es todo. Chris dice que sin duda adquirió destreza mientras trabajó. Este modo de amarrar fue fácil y rápido de aprender y en poco tiempo Chris ya estaba trabajando al mismo ritmo que el resto de los trabajadores. “Ya mantenía el ritmo de ellos y no tuvieron que volver a rehacer mi trabajo”.
Antes de dos horas, el techo aún no estaba totalmente terminado, pero tuvieron que parar porque se agotó la provisión de mebia. “El trabajo principal se había hecho”, explica Chris, “el padre de familia se encargaría del resto”.
Chris almorzó con los demás trabajadores —una deliciosa taza de guiso de ñame picante. Él comparte que esta comida fue una grata y agradable sorpresa después de su trabajo en el techo.
Fue un buen día. Conoció algunas perspectivas culturales, aprendió algo del idioma, desarrolló algunas amistades y, comenta él, también adquirió algo más importante —“Ahora sé que si mi techo de hojalata se desbarata, sé cómo amarrar un techo de hoja”, dijo a manera de broma.
Por favor, oren por Chris y Maggie Hostetter. Chris comparte cómo podemos orar por ellos. “Oren por buena salud para nosotros y nuestros coobreros. Oren para que andemos en el Espíritu y no en la carne. Oren por nuestros coobreros, los Lockwood, quienes regresarán pronto de Estados Unidos, después de una licencia médica de nueve meses. Y oren por este otoño —tenemos una conferencia regional, un taller de traducción en equipo, y lo más grande —la construcción de nuestra casa”.