Los creyentes de la etnia siawi de Papúa Nueva Guinea enfrentaron una situación difícil con respecto a otro creyente, Kwaelom, quien murió recientemente.
Antes de morir, él urgió a su familia y amigos a celebrar su partida, pues él sabía que iba a estar con Jesús, Aquel que murió por todos. Pero cuando Timoti, su hijo mayor, se enfermó, las mismas personas que habían presionado a su padre para que acudiera al hechicero local, comenzaron a presionar a Timoti.
Ellos le dijeron: “La causa de tu enfermedad es la misma que afectó a tu padre (queriendo decir magia negra). Y si tú no llamas al hechicero, vas a morir, así como él”.
Luego, ellos trataron de clausurar los servicios de la iglesia diciendo: “Ahora ustedes no pueden reunirse. Tienen que hacer cesar toda la enseñanza y las reuniones; es deshonroso para Kwaelom que ustedes continúen reuniéndose”. Sin embargo, varios creyentes se reunieron y los ancianos compartieron las Escrituras y trataron de animar a los asistentes.
“El hecho de que Kwaelom mismo les dijera, antes de morir, que no regresaran a las viejas costumbres, les ayudó a resistir a estos hombres”, informó la misionera Linda Krieg. “Aunque la costumbre tradicional de tratar el duelo, la culpa o cualquier carga pesada es dar la espalda a Dios y valerse por sí mismo, eso no es lo que los hijos de Dios deben hacer”.
Okweb, uno de los creyentes, le dijo a Linda que algunos de los creyentes más firmes estaban yendo de casa en casa para animar a los otros por medio de la Palabra, ayudándoles a ver que no deben temer a Satanás ni a los espíritus, y que la protección de Dios es suficiente.
Ellos pretenden hacer esto todas las semanas para ayudar a los creyentes más débiles a permanecer firmes contra este último ataque. Oremos para que los creyentes siawis continúen confiando en la protección y la fortaleza de Dios.