“Ser extranjera en una aldea pequeña no es fácil”, informa Casey Cretsinger.
Sentir a veces que uno no ha entendido una broma cuando todos los nativos ríen o preguntarse que dirán los demás cuando uno se aleje, puede ser difícil. Y Casey se recuerda a sí misma en todo momento que en una aldea pequeña, donde cada persona tiene una relación con todas las demás, la aceptación de un recién llegado toma tiempo. El escepticismo acerca de los extranjeros abunda y Casey admite que esto puede hacer sentir a su familia un poco paranoica a veces.
De modo que ella se alegra mucho con cada pequeño avance que hace. “Estoy animada con cada pequeño progreso”, informa Casey, “estoy muy agradecida al ver cómo han cambiado las cosas desde que llegamos por primera vez aquí. En los últimos días me han dicho en varias ocasiones: ‘¿Cómo sabes eso? En verdad sabes lo que está sucediendo’. ¡Eso es algo que me emociona!”.
La familia Cretsinger ha vivido en una aldea de Guinea durante tres años. Casey comparte: “Nosotros invertimos la mayoría de nuestro tiempo en desarrollo comunitario… asuntos médicos, cuidado de bebés, estudios bíblicos, construyendo una cooperativa de arroz/maní, trabajando con escuelas de la aldea, y fungiendo como enlace con muchas otras aldeas de la región…. Hemos sido bendecidos al poder tener un ministerio como éste”.
Los integrantes de la familia se esfuerzan para ser buenos vecinos en muchas maneras. Ellos hacen el esfuerzo de pasar tiempo de calidad con las personas de su aldea y de ser simplemente parte de sus vidas.
A veces eso implica sentarse y hablar con ellos o tomar parte en los acontecimientos sociales de la aldea. En otras ocasiones, significa ayudar con algún trabajo que necesite ser hecho.
Recientemente, la casa de uno de sus vecinos necesitaba una reparación. Los ladrillos de una pared se estaban desmoronando y necesitaban ser desmontados, uno por uno, para luego poner otros. Toda la familia Cretsinger se unió al grupo de trabajo y desmontaron rápidamente la sección dañada hasta los cimientos. Luego la cuadrilla de recios trabajadores reconstruyó la pared con barro fresco y nuevos ladrillos.
El trabajo se hizo rápidamente. Casey comparte: “Todos entramos en acción…Nosotros oramos para que estos tiempos de unirnos a nuestros vecinos en el trajín diario de la vida continúen mostrándoles a ellos cuán importantes son para nosotros”.
El establecimiento de una amistad, comenta Casey, “no se da de un día a otro”. Pero, ladrillo por ladrillo y día a día, Steve y Casey Cretsinger esperan, y oran, para que sus vecinos vean poderosamente el amor de Cristo que mora en ellos y para que Dios use ese amor para llevar a muchas personas de su aldea a la fe en Él.