El misionero Jason Mellinger relató cómo un corto viaje a una tribu para reparar una instalación eléctrica desembocó en una experiencia aterradora. Él usó esta historia para enseñar a los estudiantes del Centro de Capacitación Misionera de Camdenton, Missouri, acerca de sus experiencias mientras visitaba una tribu.
La primera cosa que notó fue que la gente de la aldea era básicamente poco amistosa y parecía que no quisieran que él estuviera allí. Luego uno de los misioneros que trabajan en esa tribu le contó a Jason que la gente estaba enojada con los misioneros porque ellos habían vivido varios años allí y aún no habían revelado sus “secretos”.
Hace unos años, se formó una secta y uno de los líderes de la tribu declaró que él era el mesías. Él les dijo a los aldeanos que la única forma para ir al cielo era tomándose una foto con él. Eso llevó a insistir en que todos debían inclinarse ante él y besar su mano.
La gente había tenido una introducción parcial al Evangelio en el pasado, pero la habían pervertido y la habían convertido en una extraña variación de la verdad. Los misioneros estaban aprendiendo la cultura y el idioma de la gente, pero todavía no tenían la fluidez necesaria para presentar lecciones bíblicas.
Jason quería una cesta de corteza para su esposa, Jonie, y fue a la aldea a comprar una, pero no halló a ningún hombre allí. Le dijeron que todos se habían marchado a hacer preparativos para una fiesta. Esa noche las ceremonias comenzaron con toques de trompeta, los cuales se prolongaron durante toda la noche para despertar a los espíritus de la selva, a fin de que ellos ayudaran a invocar al espíritu más poderoso, Satanás.
Un hombre dijo: “No vayas hasta el extremo de la aldea, nosotros le hemos pedido al diablo que venga a nosotros desde su árbol y ya está allí. Hemos estado hablándole y él está hablándonos; si tú escuchas oirás su voz”.
Jason puso atención y escuchó las salmodias de los hombres que estaban más adentro en la selva. Periódicamente las salmodias se volvían frenéticas, retumbando espeluznantemente en la aldea. Luego había un silencio, seguido por el sonido lúgubre de una flauta, un sonido triste, evocador –no realmente música– flotando sobre la aldea desde algún sitio de la selva.
Un hombre les dijo a los misioneros que Satanás había prometido destruirlos a ellos si se metían en su territorio. Después de la advertencia, el hombre se marchó en la oscuridad.
Jason no podía dormir esa noche y descubrió que solamente hablando con Jesús, Aquel que echa fuera el temor, podía tener paz para descansar fácilmente mientras la gente invocaba espíritus.
Oren por los misioneros que están aprendiendo cultura e idioma. Oren para que cuando comiencen a enseñar, la gente sea receptiva. Oren también por Jason y Jonie mientras ministran entre los estudiantes del centro de capacitación misionera y usan sus experiencias de la tribu para ayudar a los estudiantes a comprender la comunicación transcultural.