El “skylab” es un medio de transporte en las selvas filipinas. Es un vehículo en el que probablemente no has montado, en un lugar en el que probablemente no has estado.
Pero Judy Clarke sí lo ha hecho.
“Hace un par de años, le dije enfáticamente a Trev, mi esposo, que estaba ‘hasta la coronilla’ de montar en skylabs”.
Un skylab, explica Judy, es lo que los locales llaman a una motocicleta que tiene tablas montadas en ambos lados a fin de llevar carga adicional o muchas personas; el récord de personas que ella conoce es 12.
Este vehículo ganó este nombre debido a su asombrosa semejanza con un satélite con paneles solares a ambos lados.
“¿Alguna vez has tenido la experiencia de tratar de enlazar pensamientos mientras vas volando por los aires?”, pregunta Judy.
En el pasado, el transporte en skylabs tuvo una parte importante en la vida de Judy. Y no necesariamente una parte feliz, comenta ella.
Judy y su esposo, Trevor, llegaron inicialmente a la pequeña aldea que se convirtió en su hogar en 2005. Antes de eso, habían tenido un ministerio de apoyo a misioneros en la ciudad.
Cuando Judy y Trevor se unieron a Gene y Carol Trudeau, quienes estaban trabajando con la gente manobo, el proceso de traducir la Biblia ya estaba bien adelantado allí. Judy y Trevor trabajaron para apoyar a Gene y Carol en “todo tipo de necesidades prácticas de la obra” hasta 2011, cuando se completó la traducción del Nuevo Testamento y ellos salieron del trabajo.
Cuando partieron, en la mente de Judy estaba fresco el recuerdo de una experiencia con un skylab cuando el vehículo se volcó y la arrojó de la parte de atrás. Así que salió de la aldea sintiéndose muy feliz porque sus días de montar en skylabs habían terminado.
Después de su salida del ministerio en la aldea, ella y Trevor volvieron a Nueva Zelanda para continuar sirviendo a Dios allí con NTM.
Y muy inesperadamente, hace unas pocas semanas, Judy estaba nuevamente a bordo de un skylab, se dirigían nuevamente a la pequeña aldea que había sido su hogar por seis años.
Judy comparte: “¡Fue algo maravilloso! …Fue magnífico ver que, a pesar de los infortunios que estos creyentes enfrentan, algunos de ellos están enseñando fielmente a otros”. Ella cita el ejemplo de una familia joven que, por fe, está en el proceso de mudarse a otra zona que queda a cientos de kilómetros para ser misioneros allí.
Así que volver a estar en la vieja aldea donde vivieron fue alentador y gratificante.
“Curiosamente”, comenta Judy, “también fue increíble volver a recorrer el sendero en el skylab. ¡Incluso fue divertido usar la balsa para cruzar el río! Hace unos años, la balsa era precisamente otra de las cosas con que tenía que lidiar. …Nunca me tomé el tiempo para entender lo muy divertido que era”.
Para Judy es difícil explicar las alegrías que sintieron en este tiempo en que volvieron a visitar la aldea. Para ella es como una especie de bonificación de Dios por algunos tiempos difíciles del pasado.
“Es increíble”, dice ella, “mirar atrás a —y haber tenido parte en las vidas de— esta primera generación de creyentes y saber que están avanzando fielmente a pesar de los obstáculos que enfrentan. Sin duda fue una gran bendición del Señor que nos permitiera regresar a visitar y ver el crecimiento y la madurez que llegan con el tiempo”.
Judy hace una última reflexión: “No todos tienen el privilegio de regresar y ver que la gente ha crecido en su andar con el Señor. ¡Así que estamos felices de haberlo hecho!”.