Autores: Vladimir Cunha y Daniel Rogers
Hacia el fin de marzo [del 2019] se nos pidió el favor de orar por el hermano Vladimir Cunha, uno de nuestros misioneros brasileros quien estuvo perdido por más de nueve días en las vastas selvas del Amazonas brasilero. Él ha venido sirviendo entre la gente dení por más de treinta años, aprendiendo su idioma y sus costumbres culturales, traduciendo las Escrituras, evangelizando, enseñando y procurando ver establecida una iglesia madura. El 23 de marzo, después de un viaje de cacería, el hermano Vladimir desapareció en cercanías a una aldea de la etnia dení, para ese tiempo sus compañeros de equipo estaban en otro pueblo a unos 250 kilómetros de distancia.
Se organizó un gran esfuerzo para encontrarlo en la cual participaron la gente dení, los vecinos no indígenas que viven en la zona, sus compañeros de equipo, el director de su campo, así como gente entrenada y capacitada en la búsqueda y rescate del departamento de bomberos del Amazonas. Muchos cristianos alrededor del mundo fueron convocados a orar. Finalmente, después de nueve noches en la selva, el día décimo, uno de los botes que participaba en la búsqueda estaba teniendo problemas con su motor fuera de borda, hasta el punto de que el motor se apagó. ¡Fue precisamente durante el tiempo que el motor estaba en silencio cuando Vladimir, a través de un terreno muy enmarañado, vio el bote y los pudo llamar! Vladimir grabó un audio con su historia, yo [Daniel Rogers, ex líder del campo de Brasil] digité su narración con la esperanza de darles a ustedes una idea de lo que nuestro hermano experimentó durante esos días.
Era muy temprano en la mañana en la aldea dení, aún estaba oscuro cuando al hermano Vladimir le llegó una noticia: Ese día se celebraría la boda de una pareja joven. ¿Qué significa eso en el contexto de la cultura dení? Quiere decir que todos deben ir a la selva a pescar, a cazar, a recolectar frutas y a buscar suficiente comida para la celebración de la fiesta en que participará todo el pueblo.
Uno de los cazadores invitó a Vladimir a ir con ellos, pero como él aún tenía otra cosa que hacer, le dijo que los alcanzaría más tardecito. Irían por un camino bien transitado, así que no sería difícil encontrarlos. Cuando estuvo listo, salió; eran como las 9 a.m., llevaba un machete pequeño y calzaba chanclas. Las huellas de los que habían pasado por allí eran visibles; después de un rato se encontró con un grupo que estaba recolectando asaí (el fruto de una palma), pero él siguió de largo buscando a los cazadores.
A medida que avanzaba encontraba menos huellas para seguir, en eso llegó a un lugar donde un gran árbol caído había causado una enorme maraña; la rodeó y como no encontró más huellas continuó caminando por tal vez unos 10 minutos más. Vladimir dice, “No debí haber hecho eso”. Entonces decidió regresar, pero al hacerlo ya no encontró el camino; no había ninguna huella o marca del camino, ni siquiera podía ver sus propias pisadas o ninguna otra pista. Después de buscar por como una hora no pudo reconocer nada. Vladimir quiso regresar, pero no pudo encontrar el camino. Cada vez volvía al mismo lugar.
Aun así, el hermano Vladimir decidió dirigirse al pueblo, esta vez guiándose por la posición del sol, entonces caminó en la dirección hacia la cual pensaba que debería estar el pueblo. Él pensó, “estaré llegando en la tarde y seguro que a ninguno se le habrá ocurrido que yo estaba perdido”. Caminó y caminó hasta que empezó a oscurecer, entonces encontró un lugar donde pasar la noche. Despejó un área en la base de un árbol, cortó unas hojas para cubrir el piso y allí pasó la noche, recostado en el árbol para no dormirse muy profundo y así evitar los peligros, especialmente de los jaguares. Vladimir no tenía la menor idea que pasaría nueve noches bajo esas mismas condiciones – perdido en la vasta selva amazónica, recostado en los árboles y tratando de dormir, pero sólo relajándose y descansando un poco.
Esta era la época de lluvias en el Amazonas. Lo normal es que caigan aguaceros tropicales bastante seguido; a veces las lluvias siguen por toda la noche y se prolongan por días. Vladimir le pedía a Dios que no permitiera que lloviera en la noche, de esa manera él podría descansar y renovar sus energías, en vez de perder fuerzas temblando bajo la lluvia. Dios escuchó sus oraciones y las de muchos otros quienes estaban orando por él, nunca le llovió durante las noches que pasó en la selva.
Vladimir cuenta: “Yo sentí la protección de Dios durante el tiempo que permanecí en la selva, guardándome de la lluvia y manteniéndome a salvo de los jaguares y de las serpientes.” Dijo que sólo vio una serpiente, pero era pequeña y la vio de lejos. En cuanto a los jaguares, aunque nunca vio ni uno, durante una de las últimas noches estuvo en un lugar donde había muchos cerdos salvajes, lo que significa que también podría haber jaguares pues éstos aprovechan para cazarlos. Durante la noche escuchó a los cerdos salvajes corriendo y chillando, esto podría haber sido por causa del ataque de algún jaguar. El hermano Vladimir recuerda un versículo de los Salmos el cual le confortó grandemente durante esos días: “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende.” (Salmo 34:7)
El primer día Vladimir no sabía que estaría en la selva por días, solo estaba tratando de regresar al pueblo, así que no comió nada. Para el segundo día encontró algunos pequis (nuez souari), es una fruta que tiene un sabor muy fuerte, y eso fue lo que comió. El tercer día encontró una fruta que es llamada “siete sabores”; él no hubiese sido capaz de subir a los árboles para tomarlas, pero los monos habían tumbado algunas. A pesar de que no lo llenaban, estas frutas le dieron energía. Otra cosa fue que cuando Vladimir tomó su entrenamiento misionero, durante una caminata de tres días, que era para los hombres, aprendió a extraer el palmito de las palmas de bajo crecimiento, esto fue algo que pudo encontrar con facilidad y picarlo para comer. Después del tercer día Vladimir realmente no volvió a sentir hambre, pero comía esas cosas para mantener bien su salud y la energía. Siempre hubo suficiente agua para tomar en los riachuelos y ríos.
Algunos han preguntado por qué Vladimir no se quedó en un solo lugar en vez de seguir moviéndose. La cosa es que siempre creyó que estaba cerca del pueblo y que lo encontraría al siguiente día. Él podía escuchar botes en el río y pensaba que estos estarían llegando al pueblo. (El lector debe entender que durante las épocas de lluvias los ríos se desbordan e inundan todas las tierra bajas, lo cual hace imposible caminar por las orillas de los ríos).
En algún momento Vladimir llegó a un lugar que estaba inundado y desde allí escuchó un bote que pasaba por el río, pero estaba consciente de que estaba lejos, tal vez a varios kilómetros de distancia, por eso siguió por la orilla del área inundada hasta que llegó a una zona pantanosa e impenetrable de manera que no pudo acercarse al río.
Vladimir también explicó que durante el tiempo en la selva pudo pensar mucho y hablar con el Señor. Tuvo tiempo para reevaluar algunas cosas y tomar unas decisiones en cuanto a su vida, fue algo como un tiempo de retiro espiritual, a solas con Dios.
Narra Vladimir :
“Estuve hablado con el Señor en esos días, Él fue mi compañero, creo que necesitaba ese tiempo para conversar unas cosas con Dios. Pero llegué a un punto donde ya no tenía ningún plan de qué hacer o adónde ir”. Entonces hablé con Él y le dije: “Tú eres mi Señor soberano, mi compañía, pero no sé cómo proceder ahora, ¿qué debo hacer?” Entonces me acordé de un pasaje que habla de dejar todos nuestros pensamientos delante del Señor para que él pueda confirmar nuestros planes. Me pareció que yo necesitaba considerarlo, tomar una decisión y entregar al Señor el asunto.
“Entonces decidí que iría un poco al oeste tratando de encontrar un terreno más elevado, que no estuviese inundado, para luego tratar de ir hacia el norte. Yo sabía que si continuaba yendo hacia el norte en algún momento hallaría el río. Decidí que no circundaría nada de ahí en adelante. Iría directo hacia el norte, aunque eso significara pasar por maleza densa, espinos, barro, o lo que fuera, no me desviaría a ningún lado. Tomé esa dirección y ya no encontré ninguna zona pantanosa, lo que encontré fue tierra buena y seca, ¡así que seguí adelante!
“ Siempre estuve al tanto de cual día era. El lunes se me ocurrió que el día anterior había sido domingo y que seguramente en muchas iglesias me habían recordado en sus oraciones, por eso le dije al Señor que quería recibir el beneficio de las bendiciones que esas personas habían estado pidiendo para mí. Siempre encontraba la fruta “siete sabores” la cual me dio energía y siempre estuve agradecido de encontrarla y tener la energía para seguir, También encontré algo más de pequis. Pero el penúltimo día estuve pidiéndole al Señor que me ayudara a encontrar un tipo de fruta, (creo que es ¿iuchi?) la cual deseaba comer. Yo le insistí al Señor que me ayudara a encontrar uno de esos árboles, pero no encontré ni uno. En todo lo que caminé solo encontré una de esas frutas, y estaba medio comida. Más tarde, ya en el pueblo, una persona del servicio médico, que es de esa región, me dijo que si hubiese comido un puñado de esa fruta, teniendo el estómago vacío, me hubiese hecho mucho daño. Dios realmente estuvo conmigo en todo, y no solo conmigo sino también con los que me estaban buscando. Él respondió las oraciones.
“Encontré un árbol de nuez de Brasil. Eso me hizo pensar que debía estar cerca del pueblo, pues esos árboles no son nativos de esa parte del país y tenían que haber sido plantados. Encontré una vieja vaina así que la abrí para sacarle la nuez, entonces dejé los pequis que llevaba como reserva (porque son difíciles de digerir sin cocinarlos primero) y así seguí quebrando y comiendo nueces de Brasil. Noté que el área por la que estaba pasando había sido abierta o limpiada en alguna época, por eso también pensé que me estaba acercando al pueblo. Eso me animó mucho, pero al empezar a caer la noche me di cuenta de que probablemente no era así.
“Seguí adelante hasta que llegué a una zona inundada. No era muy ancha, como unos 100 metros o algo así, pero pude ver que al otro lado estaba el río. El río en ese punto tenía como 200 metros de ancho. Me estaba bañando cuando un bote subió por el río. Grité y traté de llamar su atención, pero no me escuchaban a causa del ruido del motor. Después de bañarme y tomar suficiente agua, volví a la orilla del arroyo, era una orilla alta. No mucho tiempo después pasó otro bote pequeño, pero tampoco podían escuchar por causa del ruido del motor. Los pude ver claramente, iban río arriba por la otra orilla, pero ni me vieron ni me escucharon. Resultó que fue la gente en ese mismo bote que me rescató el siguiente día.
“Como creía que estaba cerca del pueblo, yo pensaba que tendría que pasar por una maraña de vides que hay cerca del pueblo y me dije, “sólo voy a abrirme camino para llegar al pueblo”. Sin embargo, después de un rato empezó a oscurecer y a ventear y se escucharon algunos truenos, por eso corté algunas hojas de plátanos silvestres (los plátanos silvestres son plantas que tienen hojas anchas como las matas de plátano, pero no producen fruta) para dormir y protegerme de la lluvia. Pero Dios fue bueno conmigo, contestando mis oraciones y las de los muchos que estaban orando; no llovió esa noche tampoco. Esa noche me pareció más larga que todas las anteriores, estaba muy ansioso por saber qué pasaría por la mañana.“El día siguiente me dirigí al río, estaba decidido que si escuchaba otro bote me lanzaría al río y nadaría, pero no pude encontrar el lugar donde el día anterior me había acercado tanto al río. Ahora tendría que cruzar como 500 metros de área inundada para poder llegar a la orilla. Aún no había escuchado ningún bote esa mañana, pero al acercarme pude ver un pequeño bote, pensé que tenía que ser alguno de los indígenas que estaría por ahí pescando. Lo llamé en el idioma tribal, usé el saludo apropiado y él me contestó: “¿eres ___? (usando mi nombre tribal)”. Le confirmé que era yo. Yo realmente no podía ver quién era, pero seguí acercándome a ellos y orientándolos por entre la maleza. Entonces cuando nos acercamos, pude ver que era mi compañero de equipo Elton junto con Tiao, y algunos más que viven en el área, también estaba un profesor que enseña en el pueblo.
“Cuando ellos se acercaron me preocupó un poco que todos tenían lágrimas en sus ojos y me preguntaba si algo malo había pasado, si era que alguien había muerto. ¡No tenía la menor idea del enorme esfuerzo que había costado el organizar mi búsqueda!
“Abordé el bote, y el motor no funcionaba muy bien [recuerden, ¡el Señor los hizo detenerse para que escucharan a Vladimir gritando!]. Aun así, viajamos como una hora hasta llegar a una casa donde nos prestaron otro bote, otro motor y un compañero para que nos llevara al pueblo. Solo viajamos como media hora más y nos encontramos con el bote del gobierno, el cual tenía un motor de 60 caballos. Me dieron algo para comer y nos llevaron al pueblo (noten que nos tomó bastante tiempo llegar allá, la verdad es que no había estado nada cerca del pueblo).”
Después de llegar al pueblo, Vladimir pudo comer un poco, no mucho, ya que su estómago estaba muy muy reducido por la falta de comida. El siguiente día lo llevaron en un avión con flotadores a Manaos donde fue sometido a exámenes médicos, además lo atendió varias veces un médico especialista en pies (podiatra) para extraerle las espinas. Las chanclas de Vladimir se habían roto mucho antes que terminara su odisea y había caminado descalzo en la selva por muchos lugares espinosos. Él dice que eso fue lo que más le molestó. Las espinas van saliendo poco a poco.
En seguida adjunto mi traducción de la carta que escribió mi excolega, Edward Luz, presidente de la Missao Novas Tribos do Brazil, en la cual agradece al Señor y a las personas que Él usó en el esfuerzo de búsqueda y rescate.
“Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (I Timoteo 1:17)
La Missão Novas Tribos do Brasil (MNTB), siendo portavoz de sus más de 430 miembros, desea expresar por escrito su profundo agradecimiento por el apoyo recibido de hermanos en Cristo regados por este inmenso país del Brasil y también en el exterior, durante los días en que vivimos la lucha para encontrar al hermano Vladimir Menezes Cunha, quien se había perdido en la selva amazónica.
La Iglesia se manifestó de varias formas. Escribieron expresando la preocupación que sentían y cómo estaban orando con lágrimas para que Vladimir fuese encontrado. Vimos un solo corazón, un solo sentir y el deseo sincero de ver un final feliz: El rescate del misionero que estaba perdido.
Es preciso destacar la función del pastor Fabiomar, de la primera Iglesia Evangélica Bautista de Lábrea, la ciudad logísticamente más cercana a donde se dieron los hechos. A nuestro pedido él llenó el formulario para reportar la pérdida, compró las provisiones y el combustible para los dos equipos de bomberos, como si fuera una base avanzada de rescate. Estamos muy agradecidos por su dedicación y disposición para el servicio.
Agradecemos la disposición de las agencias misioneras y de sus misioneros. Investigaron, oraron, participaron y sufrieron con nosotros. Fue reconfortante sentir el apoyo de ustedes. Alas de Socorro fue digna de su nombre, nos socorrió.
Del cielo llegó la Misión del Cielo [traducción literal del nombre de esta misión] una verdadera ayuda divina. JOCUM [Jucum] tiene un misionero en la selva el cual se unió al equipo de búsqueda. Yo estoy seguro de que muchos misioneros querían unirse al equipo de búsqueda, querían estar allá también. Sí, ¡el sentir de “TAMOJUNTO” [estamos juntos] era el sentir común!
Tenemos una palabra de agradecimiento especial para los bomberos militares, fueron 10 hombres de Manaos y cuatro de Porto Velho. Conversamos con los comandantes y ellos acordaron participar en la búsqueda con determinación. Siendo técnicos, capaces, organizados, disciplinados, dedicados y amigos, ellos hicieron un trabajo ejemplar.
No tenemos palabras suficientes para agradecer al Pueblo DENÍ. Ellos sintieron que habían perdido a su “familiar” que tanto amaban, todos salieron a buscarlo, en la aldea solo se quedaron las mujeres, llorando y esperando buenas noticias. La gente de la etnia Banawa envió a sus hombres y los ribereños se unieron al grupo, se organizó un equipo de trabajo multi-técnico para encontrar y rescatar al misionero.
Y qué decir de los misioneros Elton y Dionnathan colegas de ministerio de Vladimir, estaban en Río Branco, cuando fueron informados por parte de la Misión acerca de la desaparición, inmediatamente viajaron a la aldea e incansablemente, aun con dolores, participaron de la búsqueda todo el tiempo. Mientras Dionnathan estaba en la selva, Elton hacía parte del equipo de búsqueda por el río y tuvo el privilegio de estar en el bote cuando, milagrosamente, oyeron la llamada de socorro de Vladimir, su colega de ministerio de mucho tiempo. No son simples colegas, son más que hermanos, son miembros de un equipo que quiere alcanzar a los DENÍ con el dulce mensaje del Evangelio. Hubo un misionero más de MNTB, el pastor Almir Verdelho, miembro del Consejo General y director del sector Oeste. Él entró en la selva, participó en la búsqueda, cuidó de la logística, y como un buen pastor fue tras la oveja perdida.
El hermano Vladimir fue recibido en Manaos por una ambulancia del Cuerpo de Bomberos y su condición física, aunque estaba muy flaco y con espinas en sus pies, impresionó a los médicos, enfermeros y a los demás bomberos, quienes están acostumbrados a los rescates. Ellos dijeron que para una persona que pasó días perdido en la selva, su condición física es un milagro. El hermano Vladimir fue dado de alta y está en nuestra sede regional recuperándose y tomándose exámenes médicos; le está cuidando nuestro equipo, incluso la doctora Simone, médica y misionera de MNTB. Muy pronto el hermano Vladimir viajará a Bahía para estar con su familia e iglesia.
Esta hermosa historia necesita ser contada, en poco tiempo les enviaremos un escrito con su testimonio [es el que está al comienzo]. De esa manera responderemos a quienes han pedido una versión oficial directamente del hermano Vladimir. Estamos seguros de que esta historia del obrar de DIOS y de Su cuidado edificará a muchas vidas.
Entonces, todos juntos dirijamos nuestros pensamientos al Trono de la Gracia de Dios y sólo tendremos una cosa para decir: Muchas gracias nuestro Señor y Dios. Sólo Tú eres digno de toda honra y loor, pues sabemos que fue por TU mano poderosa que se obró tan grande salvación.
¡A ÉL y sólo a ÉL sea el Honor y toda la Gloria!
Vitória-ES,
Abril 05, 2019
Edward Gomes da Luz
Presidente de MNTB(traducido por Dan Roger al Inglés y Juan Horta
al español)
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