“Kilómetro 29” es como lo llaman los creyentes de la etnia tala-andig; Satanás probablemente lo llamaba “mi territorio”, pero no previó al destructor de barreras.
Hace varios años en Filipinas, cuando al aldea principal de la etnia tala-andig se convirtió en un bastión de Cristo, los demonios se vieron obligados a huir a la aldea del Km 29. Eso puede sonar extraño para el lector, pero en los lugares que no han tenido la luz de Jesús durante siglos, la actividad demoniaca es palpable. Allí, en el Km 29, los demonios “mantenían cautiva a la gente en la oscuridad y las mentiras”, dice Brian Pruett, piloto de helicópteros de Ethnos360 Aviation.
“Debido a las mentiras de estos demonios, había tremendo temor y oposición a los forasteros y especialmente al Evangelio”, comenta Brian. “Algunos creyentes de la aldea principal tenían parientes en el [Km 29] que tenían interés de oír el Evangelio”. Cuando trataron de alcanzarlos con el Evangelio, hubo ataques evidentes de los espíritus. “Algunos incluso causaron una grave división en el [Km 29], junto con una escalofriante oposición demoniaca y amenazas de muerte”.
Un equipo de creyentes tala-andigenses, capacitados como misioneros, estaba determinado a alcanzar el Km 29 y sus parientes de allí. Pero las barreras eran enormes; tendrían que caminar y cruzar ríos durante dos días largos y duros, tendrían que llevar la comida y el agua que necesitarían durante su estadía; tendrían que dejar atrás a sus esposas e hijos; y tendrían que afrontar amenazas de muerte de la oposición una vez que llegaran.
Alrededor de ese tiempo, Dios proveyó el “destructor de barreras”: el helicóptero R66. Los obstáculos de la ubicación y de la línea de suministros se desvanecieron. Respaldados por esta provisión de Dios –y alentados por saber que personas generosas habían hecho asequible su uso–, los misioneros tala-andigenses rediseñaron su estrategia. ¿Y si tomaran turnos de tres o cuatro semanas para enseñar? Con el helicóptero, ellos podrían llevar todos los suministros que necesitarían para esa cantidad de tiempo. Los cónyuges podrían ir juntos, dejando solamente a sus hijos más pequeños con sus familiares.
Su plan funcionó; con vuelos de seis minutos, el piloto Brian Pruett transportaba a los grupos de miembros del equipo para que tomaran sus turnos en el Km 29. Ellos enseñaron cuidadosamente desde el principio de Génesis, a través del Antiguo Testamento, y en la vida de Cristo, desplegando el panorama de Dios de proveer un Libertador para el hombre pecador.
Finalmente Brian transportó a todo el equipo –los doce misioneros tala-andigenses, incluyendo a sus hijos mayores– hasta el Km 29 para enseñar las últimas lecciones que detallan la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. “La gente esperaba ansiosamente las lecciones en las que se les presentó la cura de Dios para su separación de Él”, informó él.
¡Y algunos creyeron con entusiasmo! Ahora Brian tiene el privilegio de transportar a los miembros del equipo hasta el Km 29 mientras toman sus turnos para continuar la enseñanza y el discipulado. Pero Satanás, el enemigo, está furioso; “[el jefe de la aldea y algunos aldeanos] aparentemente están instalando ídolos y haciendo muchas ceremonias, invocando a los espíritus para impedir que el esfuerzo de evangelización siga adelante”, informó uno de los misioneros tala-andigenses.
“[Estos] queridos hermanos y hermanas… literalmente están arriesgando sus vidas regularmente… [en] esta fortaleza espiritual profunda y oscura”, comenta Brian. “El trabajo aquí apenas ha comenzado”.
Brian tiene un mensaje para aquellos que apoyan y oran por Ethnos360 Aviation: “Gracias por su colaboración que nos permite llevar herramientas a este equipo [indígena] mientras derriban estas barreras y conectan a las personas con la Palabra de Dios en el idioma de su corazón. Dios está siendo adorado hoy en día en un lugar que era más oscuro de lo que cualquiera de nosotros pueda imaginar. Esto es a lo que nosotros como iglesia debemos dedicarnos, ¿verdad?” ¡Sí! ¡Y gracias!
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