29 de marzo, 2019

En caso de que se pregunten si un deslizamiento de tierra suena como un trueno: comienza como un ruido distante que crece y crece y luego se desvanece lentamente. La diferencia es que un deslizamiento de tierra deja tras sí más que un eco. Aquí arriba en las montañas, el agua corre a través de casi todos los valles, y hay muchos valles. Además de eso, la gente corta y quema la vegetación para hacer sus huertos en las laderas, eliminando enormes redes de raíces de plantas que de otro modo ayudarían a anclar la capa superior del suelo.

¿Por qué sembrar en las laderas? ¡Porque no hay, literalmente, ningún otro lugar para sembrar! Nuestro pequeño rincón de las montañas de Adelbert es extremadamente escabroso. La tierra plana no es un fenómeno común y se halla principalmente en las cimas de las cordilleras. Es un buen lugar para construir una aldea, pero un mal lugar para plantar un huerto. Debido a las lluvias frecuentes durante la mayor parte del año, el suelo de las cimas de las montañas es constantemente arrastrado hacia los lados, dejando arcilla buena y sólida en las cumbreras, lo cual es muy bueno para los postes de tu casa, pero no mucho para tus cultivos. Además, la tierra de los huertos se pasa de los padres a los hijos, entonces siembras tu comida donde tu padre también lo hizo. Si resulta que está en una inclinación de un 60%, oh bueno.

Todos estos factores se combinan para producir al menos unos pocos deslizamientos de tierra cada invierno, pero en este año, hace dos domingos para ser exacta, hubo más que unos pocos. Podemos ver docenas de ellos desde nuestra cumbre, y si caminamos hasta la cumbre que está frente a nosotros, podemos ver una docena más. Es difícil conseguir una buena foto de un deslizamiento de tierra porque desde muy lejos no parecen mucho, y desde cerca son demasiado grandes para caber en el marco. Su tamaño varía entre la acera de una calle y un par de manzanas de la ciudad; pueden arrancar árboles maduros y arrastrar rocas; pueden destruir casas y enterrar personas vivas; ¡uno casi se lleva a nuestro compañero de trabajo hace un par de años!

Afortunadamente, no sucedió nada tan horrible el domingo; no se perdieron vidas, solo unas cuantas ollas y cucharas, un hacha y un machete aquí y allá, y algunas prendas de vestir; y mucha, mucha comida: las plantas de algunos huertos apenas estaban empezando a crecer y se han perdido por completo; los frutos de otros huertos estaban madurando y la gente ha podido salvar algo de la comida que fue arrasada. De hecho, al no poder almacenar el exceso de comida que se extrae del barro al mismo tiempo, ¡la están compartiendo con nosotros! (NOTA: La primera vez que alguien me trajo comida después de los derrumbes me negué a aceptarla y me miraron mal y me sermonearon sobre ser desagradecida. Solo para que lo sepan).

Así que, aunque muchos parecen estar “banqueteando” ahora, la hambruna probablemente llegará más tarde. Ellos no habían planeado cosechar esos huertos en este momento, y ciertamente no todos a la vez. Y muchos de los huertos de los que ellos pensaban comer durante los meses del verano y el otoño ya no están. Hemos estado hablando entre nosotros, los miembros del equipo, y con la comunidad sobre cómo podemos apoyarlos, pero las conversaciones han comenzado y terminado de manera insatisfactoria. ¿Cuál es la mejor manera de ayudar a las personas que realmente lo necesitan? ¿Qué es lo mejor para la iglesia, ahora y en el futuro? ¿Cómo puedo mirar a mis amigos a los ojos y decirles que confíen en Dios para su sustento mientras yo desempaco todos mis víveres que acaban de ser entregados por nuestro helicóptero privado?

Sin embargo, esta calamidad es satisfactoriamente diferente de las del pasado. Antes de que ellos conocieran a Dios, incluso las catástrofes menores reunían a grandes grupos de personas para decidir de quién era el pecado causante y cómo podrían expiarlo; antes de que conocieran a Dios, sospechaban de todo aquel que alguna vez los miró mal y los acusó de arruinar su huerto/cerdo/esposa/el árbol favorito de nuez betel; antes de que conocieran a Dios solo había confusión, temor y desesperanza.

Ahora la historia es diferente. Nagal me dijo que dado que su esposo estaba ausente y no había nadie más para atender su huerto, ella pensó en el poder y el amor de Dios y venció su miedo y simplemente salió y lo hizo. Bawán me contó que algo la mantuvo despierta en la noche de la tormenta, y que debido a que ella estaba vigilante pudo salvar a toda su familia y la mayoría de sus pertenencias de las fauces de las embravecidas aguas de la inundación. Y que cuando llegaron a un terreno más alto alabaron a Dios porque estaban a salvo, ¡a pesar de que ella acababa de ver que una parte de su huerto había sido arrasada! Sikuak me contó que su huerto de “buka” (su comida favorita) prácticamente desapareció, pero (y esta es una traducción libre): “Pase lo que pase, Dios es bueno”.

Definitivamente no es un asunto pequeño tener tantos huertos arrasados, pero alabamos a Dios porque la gente ahora está preparada para aferrarse a Sus promesas y alentarse mutuamente a través de las pruebas. Ellos tienen preguntas todavía –especialmente aquellos cuya fe no es muy firme– así que, por favor, oren por ellos cuando experimenten nuevamente que la vida no es solo flores y sol después de decir “Jesús es verdadero”. Como cantamos en la iglesia el domingo:
Kopəl əo kuago bə ulili dətə kotop oyə
“Esta tierra en la que vivimos no está destinada a ser así para siempre”. Oren por la gente de la etnia pal mientras luchan con la dura realidad de una tierra maldita incluso mientras esperan el regreso de Jesús. Oren para que los incrédulos vean la paz y la gratitud que da el Espíritu Santo en medio de la turbación y vuelvan sus corazones a Dios. ¡Oren para que la lluvia se detenga! Oren para que las personas que tienen suficiente comida para compartir con otros lo hagan para la gloria de Dios. Y, por favor, oren por nosotros para que representemos bien a Jesús aquí en estas montañas escarpadas.

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