17 de agosto, 2018
Somos extranjeros.
Todavía no hemos ido a un campo misionero porque todavía estamos en el proceso de “desarrollo de compañeros de ministerio”. En términos sencillos, esto significa que estamos buscando apoyo económico antes de trasladarnos a la región del Pacífico Asiático. Lo que tenemos en nuestro haber son cuatro años de capacitación misionera de la mayor calidad: dos años de sana enseñanza bíblica y dos años de preparación práctica para el campo misionero. Y ahora estamos aquí, de regreso en nuestra “ciudad natal”, buscando elevar nuestro apoyo económico, y sin embargo nos sentimos extranjeros en muchas maneras.
Hay mucho consuelo y gozo aquí; aquí en lo familiar, nuestra familia; las paredes de la iglesia que hemos llegado a conocer y amar. Y sin embargo, junto con el consuelo hay descontento; estos dos conviven mano a mano. Lo familiar nos trae gozo, y lo futuro, descontento. Estamos emocionados por ir a donde Dios nos ha llamado; esperamos ansiosamente el momento de irnos. Tenemos un pie en este mundo, y el otro en el venidero.
Hace unas semanas, mientras pasaba tiempo con el Señor, las palabras de Kelly Minter repercutieron en mi mente: “Estoy más convencida que nunca de que las cosas en las que el mundo halla su identidad –riquezas, fama, romance, posición, modas, placeres, buen estado físico, poder– son marcadores de identidad fugaces e insatisfactorios. Estas cosas no me pueden definir ni me pueden dar una idea satisfactoria y duradera de mi valía”; nuestra valía se halla en las cosas eternas.
A menudo escuchamos la palabra “extranjero” y junto con ella vienen todas las connotaciones negativas. Pero no suena tan mal para mí en estos días; ¿no es eso lo que somos llamados a ser? En un intento por mantener una perspectiva eterna en un mundo que se preocupa mucho por lo temporal, hemos escrito este lema familiar: “Este mundo no es nuestro hogar”. Nosotros, como seguidores de Cristo, somos todos extranjeros …al menos deberíamos serlo. Extranjeros en este mundo, nuestra ciudadanía está en el próximo.
Así que este tiempo “intermedio” para nosotros, este tiempo loco que ellos llaman Desarrollo de compañeros de ministerio es una imagen increíble de cómo deberíamos vivir realmente. Como extranjeros en esta tierra esperamos nuestro próximo hogar; sabiendo que no pertenecemos aquí. Sin embargo, hacemos todo lo que podemos a lo largo del camino. Con la mezcla perfecta de gozo en el presente pero agitación en cuanto al futuro.
Extranjeros, por cierto.
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