6 de julio, 2018
El médico se sentó en el escritorio de la deteriorada escuela para comenzar su día en la clínica. Su placa de identificación escrita a mano —pegada con cinta adhesiva a un pedazo de cartulina doblada— decía “P. Dalam”, identificándolo como doctor de medicina interna. Los pacientes se sientan alrededor de él en la sala y tímidamente esperan su turno.
El médico y seis de sus colegas, todos cristianos del Pacífico Asiático, se habían inscrito para llevar asistencia médica al grupo étnico taliabo. Se encontraban muy lejos de sus instalaciones médicas sanitarias normales y lejos de una gran ciudad con muchas comodidades modernas.
Aquí, se sorprendieron al ver cerdos vagando libremente. La aldea taliabense, ubicada en una pequeña isla del Pacífico Asiático central, es bien conocida por sus muchos leprosos y porque su población tiene muchas enfermedades cutáneas. La gente se baña con poca frecuencia —en el río, y a menudo sin jabón. La aldea no tiene internet, servicio de celular ni energía eléctrica.
Incluso el “pago” fue diferente: Los aldeanos cargaron a los médicos con muchas frutas frescas como mangostán y durián (¡una fruta cara y de mal olor que la mayoría de la gente del Pacífico Asiático aprecia mucho!)
Hace décadas, los misioneros de Ethnos360 fueron invitados a ir a vivir entre los taliabenses, para aprender su idioma, comenzar a traducir la Biblia y establecer una iglesia; pero los misioneros se fueron por varias razones. Luego, uno de los primeros creyentes, que era un gran líder de la iglesia, se perdió en el mar durante el traicionero viaje oceánico entre islas. La pequeña iglesia todavía es inmadura y carece de un Nuevo Testamento completo. A intervalos, el avión Kodiak lleva maestros nacionales para apoyar a los creyentes y animarlos a permanecer firmes.
Aunque las necesidades espirituales entre los taliabenses son grandes, sus necesidades físicas no pueden ser ignoradas. Dios respondió a la necesidad de estas personas de atención médica en una manera poderosa mediante la unión de este ministerio de médicos nacionales cristianos voluntarios con el servicio de vuelos de Ethnos360 Aviation; juntos, proporcionaron atención médica a cientos de aldeanos durante un fin de semana de tres días.
Como la esposa de uno de los pilotos, Elizabeth Peck, dice: “Es emocionante ver al Cuerpo de Cristo trabajando unido para glorificar el nombre de Dios, sirviendo unos a otros con los talentos y recursos que Él nos ha provisto a cada uno de nosotros”.
Y ustedes también son parte de eso cuando contribuyen a nuestro programa de patrocinio de vuelos. De esta manera ayudan a proveer un medio de transporte factible y asequible para equipos como este. Sin el avión Kodiak, el viaje demora una semana de viajes en barco en el mar, viajes en moto a través de senderos de la selva y vadeando ríos para llegar allí. Los médicos no podían permitirse ese periodo de tiempo lejos de sus trabajos.
Pero con los fondos donados para el patrocinio de vuelos misioneros, el equipo llegó en solo una hora. Felizmente “colmaron” la capacidad de carga del Kodiak con medicamentos, víveres, un optómetra, un dermatólogo, un doctor de medicina interna y cuatro médicos generales.
Elizabeth tiene un mensaje para ustedes: “Sin el patrocinio de vuelos, esta participación en la comunidad no habría sido posible. ¡Estamos muy gozosos de ver a Dios proveyendo los medios para que Su obra siga adelante! ¡Que Él reciba toda la gloria por unir a Su pueblo en todo el mundo para bendecir a otros en Su nombre!”
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