30 de julio, 2017
¿Se han preguntado alguna vez cómo es ser un conductor de Uber? ¿No? Tampoco yo, pero la semana pasada tuve la oportunidad de servir como uno de ellos. Al menos sentí lo que creo que un conductor de Uber debe sentir.
Todo comenzó al recoger a Narah en el aeropuerto el lunes pasado por la noche, pues ella regresaba después de asistir a una boda en Idaho; estábamos ansiosos por tenerla en casa.
El siguiente viaje al aeropuerto fue para recoger una familia de seis que regresaba de una corta licencia el martes por la mañana. La vez pasada que los recogí (hace un año) la furgoneta estaba atestada de equipaje porque la aerolínea Southwest permite llevar dos maletas gratis por persona. Incluso el bebé tenía dos maletas la última vez, y en esta ocasión también. Esta vez fui más inteligente y cargué la caja-maletero en la parte superior de la furgoneta para el exceso. Ellos se van a trasladar pronto a un sitio tribal, así que fue bueno charlar con ellos ya que los vamos a ver mucho menos después que se trasladen a su sitio remoto de México.
Volviendo un poco a ese martes, habíamos estado cuidando la casa de nuestros amigos mientras la esposa y los hijos estaban en Alemania durante dos meses y su esposo estaba desplegado con las fuerzas militares. Yo estaba cortando el césped de su casa cuando Narah me dijo que ellos (la esposa y los hijos) iban a llegar en un vuelo esa noche y que necesitaba recogerlos en el aeropuerto. Nosotros esperábamos que iban a llegar más tarde en la semana, pero su vuelo iba a aterrizar solamente una hora después de que nuestros compañeros de trabajo llegaran. Entonces, eso significaba que tendría que recoger a nuestros compañeros de trabajo, llevarlos a la casa de huéspedes, dar la vuelta y regresar al aeropuerto, recoger a nuestros amigos y llevarlos a casa.
Todo eso habría salido sin ningún problema, si no fuera porque Narah tenía una reunión a la que no podía faltar, por lo tanto, tuvimos que conseguir una niñera para que cuidara a nuestros hijos porque ni nuestros compañeros de trabajo ni nuestros amigos tenían un vehículo que pudiéramos usar, así que tuve que utilizar nuestra furgoneta para hacer los viajes al aeropuerto. Era bastante tarde cuando pude pasar por el sitio de la reunión de Narah y ella ya estaba terminando su reunión, entonces la recogí y nos fuimos a casa para relevar a la niñera pues ella estaba esperando para ir a cenar con su familia.
A la mañana siguiente había una pareja en la casa de huéspedes que iba a volar fuera del país por un par de semanas para visitar a quienes apoyan su ministerio. No son directos compañeros de trabajo nuestros, pero a lo largo de los años hemos desarrollado una buena relación aquí y fue bueno charlar con ellos. La familia que había recogido la noche anterior necesitaba ir a la oficina de la seguridad social y como la pareja que iba a volar esa mañana solo tenía un carro pequeño, nuevamente tuvimos que llevar nuestra furgoneta al aeropuerto y luego más allá, a la oficina de la seguridad social.
En algún lugar en medio de eso se me ocurrió que esto es lo que un conductor de Uber debe sentir. Corriendo cansado por toda la ciudad y haciendo malabares con la vida en medio del semi-caos.
¿Te sientes a veces como un ‘conductor de Uber’? Consuélate con saber que tu trabajo no es en vano. Sentimos que estamos cumpliendo un papel muy necesario para nuestro campo y esperamos que sientas lo mismo dondequiera que estés sirviendo.
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