29 de marzo, 2017
1.865 versículos
Esa es la cantidad de versículos que han sido traducidos a la lengua nahuatl hasta ahora. Cada versículo es sometido a un proceso largo, cuidadoso y (para ser muy franca) a veces doloroso. Es necesario estudiar un pasaje en inglés, hebreo o griego, y a veces en español. Se escribe y se comunica un bosquejo exegético a un hablante nativo; se hacen preguntas y se responden, se hacen aclaraciones. El hablante nativo da su versión del borrador en la lengua nahuatl, en ocasiones hasta cinco o seis veces seguidas, hasta que ambos, el traductor y el ayudante, consideren que el pasaje comunica claramente.
Todo este proceso se graba para que el traductor pueda volver atrás y pueda incluir los cambios en el texto, comprobando constantemente la exactitud. Algunas palabras son resaltadas y se pasan a los compañeros del equipo para que las vuelvan a revisar: hemos estado usando este término, pero ¿qué significa realmente? —¿qué trae a la mente en esta cultura?
El nuevo borrador de nahuatl es leído a tres personas diferentes del pueblo y se hacen preguntas detalladas para comprobar la comprensión: “¿Quién estaba hablando? ¿Con quién estaba hablando? ¿Qué dijo? ¿Qué quiso decir? ¿Cómo reaccionó su audiencia?” Luego están las conversaciones de seguimiento, que no pueden ser incluidas en la traducción, pero que ciertamente serán significativas durante la enseñanza: comentarios de la gente sobre lo que les pareció extraño del texto, las cosas con las que no están de acuerdo, su reacción cultural ante personas, tierras y eventos desconocidos.
Cualquier parte confusa muy probablemente dará lugar a cambios, y cualquier cambio que se haga, por supuesto, será sometido a un nuevo chequeo. A veces hay que rehacer por completo párrafos enteros; volver a estudiar, volver a hacer un borrador, volver a grabar, volver a escribir, volver a revisar.
Después de tener lista una buena cantidad de texto, se retraduce al inglés. El texto de nahuatl convertido al inglés se contrasta después con pasajes de versiones normales de inglés y se hace un chequeo de contenido. Notas como esta aparecen en las márgenes: “La NASB [Versión “Nueva Biblia Estándar Americana” por sus siglas en inglés] dice: ‘a la mañana siguiente’ y el nahuatl solo dice: ‘al día siguiente’”. Estas notas regresan a las manos del traductor. El ciclo se repite: volver a pensar, volver a escribir, volver a revisar.
El texto retraducido al inglés se envía luego a nuestro consultor (claro, no se puede esperar que los consultores conozcan todos los idiomas con los que trabajan). El consultor lo lee con diligencia, advierte sus preocupaciones y lo envía al traductor. Volver a elaborar un borrador, volver a escribir, volver a revisar. Los misioneros preparan preguntas y finalmente se aparecen en el sitio para hacérselas a los hablantes nativos. Ellos comprueban que la traducción suene de manera natural y hacen preguntas para verificar su exactitud. Si no… bueno, creo que ya estás viendo el patrón que debemos seguir aquí.
Este último paso —el último chequeo de comprensión hecho por nuestros consultores— está programado para el próximo mes. Es la última cosa que hay que hacer (a menos que uno quiera contar la revisión final del texto y el formateo) de una lista muy larga. Después de realizar este paso, comenzaremos a leer estos 1.865 versículos a la gente de Las Moras durante la enseñanza de este verano. Las mujeres los tendrán a la mano para leerlos después de hacer las tortillas y cuando los bebés estén dormidos. Los hombres podrán llevarlos en sus bolsas con sus almuerzos, para leerlos durante un descanso en sus huertos de maíz. Y en todas Las Moras las palabras de Dios serán entendidas en la lengua materna de la gente. Ora para que caigan en un suelo fértil y echen raíz.
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